La Centroderecha en la Argentina reciente. Representaciones sobre masculinidades, género y poder en los varones de Juntos por el Cambio en el Área Metropolitana de Buenos Aires

 

 

Hernán Schujman (*)

 

 

Resumen

 

Este artículo analiza las representaciones masculinas de un grupo de varones cis militantes pertenecientes a la coalición política Juntos por el Cambio en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) durante el periodo 2019- 2021. Mediante una estrategia cualitativa con entrevistas semi-estructuradas y un relevamiento de 27 perfiles de diputados y senadores de Juntos por el Cambio, se busca explorar las diversas formas en que los cuestionamientos al patriarcado impactan en los discursos, roles y prácticas militantes del grupo. Paralelamente, este trabajo indaga las variadas expresiones de micromachismos, estereotipos, roles de género y privilegios en esa misma coalición. Finalmente, el artículo analiza las representaciones de los actores sobre la familia y la clase social, y la construcción de sus subjetividades masculinas. En este trabajo se observa cómo en los discursos de los varones de Juntos por el Cambio aparece una supuesta preocupación por la desigualdad de género, pero a su vez, no advierten ni identifican sus privilegios.

 

Palabras clave: Masculinidades; Derechas; Género; Relaciones de poder; Privilegios.

 

 

Masculinities, Gender and Power. Representations of the men of Juntos por el Cambio in the Metropolitan Area of Buenos Aires

 

 

Abstract

 

This article analyzes the male representations of a group of militant cis males belonging to the political coalition Juntos por el Cambio in the Buenos Aires Metropolitan Area (AMBA) during the period 2019-2021. Through a qualitative strategy with semi-structured interviews it seeks to explore the various ways in which questions of patriarchy impact the discourses, roles and militant practices of the group. At the same time, this work investigates the various expressions of micro-machism, stereotypes, gender roles and privileges in that same coalition. Finally, the article analyzes the actors' representations of family and social class, and the construction of their masculine subjectivities. This paper shows how the men of Juntos por el Cambio, do not notice or identify their privileges, although they are concerned about gender inequality

 

Key Words: Masculinities;Rrights; Gender; Power relationships; Privileges.

 


La Centroderecha en la Argentina reciente. Representaciones sobre masculinidades, género y poder en los varones de Juntos por el Cambio en el Área Metropolitana de Buenos Aires

 

 

 

Introducción

 

La presente investigación se enmarca en el contexto histórico actual signado por la irrupción masiva de los feminismos y disidencias sexuales,[1] y el cuestionamiento a los mandatos patriarcales. En la Argentina, el movimiento feminista, luego del Primer “Ni Una Menos”[2] durante el año 2015, ejerció mayor presión social sobre la agenda pública y los partidos políticos. Esta cuarta ola del feminismo[3] tensionó a las organizaciones partidarias que tuvieron que incorporar en su agenda el discurso feminista, y también, complejizó el rol de los varones en las organizaciones.

Durante los últimos ocho años, el movimiento feminista ha tomado una gran masividad, a través de las marchas del Ni Una Menos en 2015, el Primer Paro Nacional de Mujeres en 2016, los paros internacionales cada 8 de marzo, la ampliación por el debate por la legalización de la interrupción voluntaria del embarazo durante el año 2018 y su posterior aprobación como ley nacional durante el año 2020. En el último tiempo, se ha sancionado en el Parlamento, el Cupo Laboral Travesti-Trans, así como también, la incorporación del DNI no binario, ambas medidas fueron un avance en materia de derechos para las disidencias sexuales. Todos estos hitos nos muestran un movimiento político y heterogéneo que ha logrado disputar sentidos de manera transversal en nuestra sociedad, logrando tener un lugar relevante en la política nacional argentina.

El presente artículo se basa en una investigación realizada para mi Tesis de Licenciatura en Sociología en la Universidad Nacional de San Martín, sobre las representaciones masculinas de un grupo de varones cis militantes pertenecientes a la centro-derecha argentina durante el periodo 2019-2021.

El objetivo de este artículo consiste en observar la relación entre las representaciones masculinas que tienen los varones militantes de Juntos por el Cambio, y sus discursos sobre los movimientos feministas y LGTBIQ+. Asimismo, este trabajo analiza las subjetividades masculinas de los actores construidas sobre condicionantes de sociabilidad primaria en determinadas construcciones familiares cruzadas por la clase social.

Mediante una metodología cualitativa con entrevistas semi-estructuradas de final abierto a varones militantes de la Unión Cívica Radical (UCR), La Generación y la Propuesta Republicana (PRO) se busca explorar cómo los cuestionamientos al patriarcado impactan en los discursos militantes de la coalición política. A su vez, realicé un relevamiento cualitativo de 27 perfiles de varones diputados y senadores nacionales de Juntos por el Cambio residentes en el Área Metropolitana de Buenos Aires, observando sus perfiles en Twitter durante el periodo (2019-2021) y sus discursos sobre la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) 2020.  Este relevamiento de perfiles me permitió ampliar la muestra y tener mayor evidencia empírica para reflexionar sobre los posicionamientos masculinos respecto a los movimientos feministas.

Por lo tanto, en esta investigación me basé principalmente en fuentes primarias y complementé la muestra con una fuente secundaria. La recopilación de datos secundarios consistió en retomar un análisis estadístico de Paula Canelo sobre los cargos jerárquicos y las brechas de género durante el gobierno nacional de Cambiemos (2015-2019).

Las entrevistas se realizaron de septiembre del 2020 a agosto del 2021 y los entrevistados son cinco varones cis referentes políticos de sus organizaciones que viven en el Área Metropolitana de Buenos Aires. A su vez, los entrevistados son jóvenes profesionales y tuvieron en algún momento un cargo político dentro de sus organizaciones. Las edades de los entrevistados varían entre los 25 y 40 años, y en todos los casos se identificaron con la clase media. En todas las entrevistas, se les preguntó respecto a su autopercepción sexo-genérica, sin estigmatizar a los actores con el fin de observar si se comprendían dentro del género masculino. La mayoría de los entrevistados se autopercibieron como varones heterosexuales salvo un caso donde el entrevistado se identificó como varón gay. A su vez, a los fines de respetar el anonimato de las personas, sus nombres fueron alterados y se les aclaró que las entrevistas eran con fines académicos.   

En ese sentido, a partir de los objetivos y la estrategia metodológica planteada, me pregunto: ¿Cuáles son sus nociones acerca de las masculinidades por parte de los militantes? ¿Cómo se definen los roles de género dentro de sus organizaciones? ¿El feminismo ejerce algún tipo de reflexión en estas organizaciones?

 

¿Por qué estudiar masculinidades en la centroderecha argentina?

 

El problema de investigación consiste en indagar cómo repercuten los cuestionamientos al patriarcado en los varones de Juntos por el Cambio en el Área Metropolitana de Buenos Aires. Este cuestionamiento se observa a partir de la influencia de los movimientos feministas en el escenario nacional. 

Para abordar este problema, el enfoque particular de mi investigación implicó, por un lado, la construcción de un variado corpus bibliográfico constituido por las obras más relevantes de lxs referentes e interlocutores ineludibles de las teorías de género. Así, partiendo de una perspectiva de género relacional, plural e interseccional, y entendiendo al género en tanto performance (Lamas, 1993; Crenshaw, 1991; Judith Butler, 1990), centré mi análisis en los estudios sobre masculinidades.

Resulta pertinente destacar el gran desarrollo de investigaciones sobre el estudio de masculinidades en el último tiempo. Desde la década de 1990 hasta la actualidad, comienzan a realizarse una amplia cantidad de producciones sobre el tema, particularmente, se produjeron un conjunto de investigaciones sobre masculinidades en el ámbito académico y científico en América Latina, España, Estados Unidos y Australia.

Dentro de este último subcampo de estudios, prioricé el concepto de masculinidad hegemónica tratado por Raewyn Connell.  Según Connell (1997), la masculinidad hegemónica es una estrategia cultural, un dispositivo donde se ejercen determinadas relaciones de poder.  Esta masculinidad aparece en tanto norma, como un modelo a seguir, privilegiando a los varones hetero cis, blancos, de clase media/alta, subordinando a feminidades y diversidades sexuales.

Por lo tanto, me enfoqué en la amplia literatura académica sobre masculinidades (Gilmore, 1994; Connell, 1997; Kimmel, 1997; Branz, 2015; Azpiazu, 2017; Fabbri, 2021) con el fin de indagar si estos varones están siendo interpelados por los debates feministas, y si están sosteniendo o desplazándose de su lugar privilegiado en el sistema de dominación patriarcal. Mi trabajo dialoga con estas investigaciones, mostrando cómo los varones de Juntos por el Cambio intentan en un primer momento distanciarse de la masculinidad tradicional.

A su vez, me centré en aquellas investigaciones asociadas a las masculinidades diversas (Badinter, 2003; Alvarez Broz, 2017; Radi,2021; Bassa, 2021; Ahmed, 2019). Estos trabajos realizan un aporte sobre la existencia de múltiples masculinidades y también plantean cómo el patriarcado produce una técnica disciplinaria que orienta los discursos y las prácticas de manera binaria.

Por lo tanto, en el contexto histórico actual podemos observar distintas reacciones masculinas ante los feminismos. Según Jones y Blanco (2021) se producen distintas reacciones de los varones como el desconcierto, el acompañamiento silencioso, las ansias de protagonismo, la desconstrucción y despatriarcalización, el enojo, la resistencia y las reacciones defensivas-ofensivas. A su vez, retomando los trabajos de Bonino (2008) y Palumbo (2019) podemos observar los micromachismos en las relaciones sociales, problematizando sobre las imposiciones masculinas y la violencia de género cotidiana en las organizaciones políticas.

Asimismo, para problematizar los privilegios en las organizaciones políticas, será central el aporte teórico de Pierre Bourdieu (2000) mediante su concepto de capital simbólico. Este capital es una dotación de los distintos capitales económicos, sociales y culturales. Por lo tanto, el capital simbólico otorga prestigio social, honor y estatus a los actores. Retomando el análisis de Bourdieu, podemos investigar si en estas prácticas propias de los varones existe una disputa por la obtención del prestigio social y del reconocimiento.

Por lo tanto, en este trabajo, entendemos la noción de privilegios como toda forma de obtener prestigio social, ya sea, a través de privilegios de género, respecto a su posición económica y a su clase social, respecto a su etnia, por mencionar algunas dimensiones de análisis. Los privilegios masculinos nos advierten sobre las estructuras jerárquicas y sobre la producción de asimetrías entre lxs actores.

Este artículo dialoga con estas investigaciones mostrando cómo, si bien en un primer momento existe un distanciamiento de la masculinidad hegemónica, también se producen distintas imposiciones de poder invisibilizadas por los propios actores.

Por otro lado, el enfoque particular de mi investigación se nutrió, a su vez, de los aportes provenientes de los estudios de las nuevas derechas; aquellos centrados en el contexto histórico argentino (Wainer, 2019; Vommaro y Morresi 2015; Pucciarelli, 2017; Vommaro 2017; Canelo, 2019).

La importancia de estudiar a Juntos por el Cambio radica en que es una coalición que tiene distintos cargos políticos e institucionales, fueron gobierno nacional durante el periodo 2015-2019 y actualmente son la segunda fuerza del país, representando a un sector importante de la sociedad argentina.  El proyecto de Cambiemos se trata del primer gobierno no peronista desde 1983 que termina su mandato, a su vez, es el primer partido de centroderecha competitivo que accede al poder por la vía electoral. 

Asimismo, esta es una coalición heterogénea, con partidos diferentes, con historias y tradiciones ideológicas distintas. Sin embargo, en esta coalición, la Propuesta Republicana (PRO) tuvo, desde sus comienzos, un rol preponderante. Considero de vital importancia pensar la relación entre  la tradición política y los discursos de género.   En esta coalición encontramos discursos a favor de la agenda de género y también discursos con aspectos jerárquicos patriarcales, a diferencia de sectores de la extrema derecha que tienen discursos contra “la ideología de género”.  Si bien en este trabajo no me centro particularmente en la tradición ideológica, es una guía que orienta mis reflexiones.

En inseparable vínculo con lo anterior, destaco particularmente el estudio de las masculinidades en el ámbito político. Los trabajos de Luciano Fabbri (2021) y Emiliano Exposto (2021) son aportes para pensar el rol de los varones en las organizaciones militantes de la izquierda popular en Argentina. Ambos autores están reflexionando sobre la dificultad para des-masculinizar la política, planteando determinadas resistencias de los varones cis ante los procesos de despatriarcalización en las organizaciones militantes.

A su vez, el trabajo de Paula Canelo (2019) es uno de los pocos antecedentes que existen sobre el rol de los varones en la coalición política Juntos por el Cambio. La autora analiza los integrantes de los equipos de Cambiemos, los cargos jerárquicos en Nación, Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Provincia de Buenos Aires durante el mandato presidencial de Mauricio Macri, centrando su análisis en las brechas de género y en los puestos de liderazgo. 

A partir de la revisión bibliográfica sobre el tema en cuestión, considero que existe un área de vacancia respecto al estudio sobre masculinidades en el ámbito político y particularmente respecto a las “nuevas derechas”.

Este artículo discute con estas investigaciones incorporando el análisis sobre las representaciones y los discursos propios de los varones de la centroderecha argentina. A su vez, muestra cómo existe una incorporación de los discursos de género y un incipiente reconocimiento al movimiento feminista por parte de los varones entrevistados. Sin embargo ese reconocimiento se encuentra en contradicción con la falta de cuestionamiento de sus propios privilegios.

 

 Perspectivas genéricas: entre la deconstrucción, el reconocimiento y la destrucción

 

A partir de una pregunta inicial sobre qué entienden los varones de Juntos por el Cambio sobre masculinidades, observé distintas reflexiones de los entrevistados respecto a sus perspectivas sobre el género masculino y femenino. Los testimonios oscilan entre la deconstrucción, el reconocimiento y la destrucción de las identidades genéricas. 

En primer lugar, la mayoría de los entrevistados plantearon la deconstrucción del género masculino. Esta reflexión se sitúa en un contexto donde los varones están interpelados por el feminismo y se muestran repensando ciertas categorías.   La deconstrucción es retomada en el habla coloquial para referir a un proceso de revisión crítica de los varones cis en tanto tales, cuyo horizonte sería reducir e idealmente eliminar el machismo constitutivo de la producción de ciertas masculinidades o del devenir generizado varón (James y Blanco, 2021). Un ejemplo de esta reflexión se encuentra en el testimonio de Pablo[4] al responder sobre qué entiende por masculinidades: 

 

Me parece, para mí hay que deconstruirlo eso.  Me parece que el género masculino o femenino está completamente agotado. Y ahí podemos ver cuál es la interpretación socio-cultural de la palabra masculinidad. Y no es lo mismo ser masculino para un heterosexual que ser masculino para un gay. Vos hoy tenés pibes en las redes sociales que te dicen si no sos masculino no me acuesto con vos.  Entonces, ¿cuál es el rol de la masculinidad ahí? ¿Qué lo querés medir por tu contextura física, y tu genitalidad, la masculinidad? Tampoco (Entrevista del autor, 05/09/20, Área Metropolitana de Buenos Aires). 

 

Pablo hace alusión al término “deconstruido” para plantear que el género masculino y femenino están completamente agotados, intentando alejarse de los roles de género asignados, con la voluntad de desmarcarse de la masculinidad tradicional.

Según Lamas (1993), la perspectiva de género nos permite observar la acción cultural de los sujetos e indagar las normas que nos dicen cómo debemos ser varones y mujeres cis. A su vez, la autora nos plantea que la perspectiva de género nos permite enfrentar el determinismo biológico y observar que las diferencias sexo-genéricas se construyen socialmente. En este caso, Pablo rechaza esas normas impuestas y plantea que la masculinidad no tiene que ver con la genitalidad, argumentando que “ser varón” es una construcción socio-cultural y no biologicista.

En esta misma reflexión, Pablo plantea que no puede encontrarle un término a la masculinidad. En su testimonio remarca que no logra identificar la masculinidad ni siquiera en un género.  A su vez, en los testimonios de Carlos[5] también encontré una reflexión similar:

 

Pasa que mira, yo me acuerdo que hace tres años me hicieron una entrevista, y me preguntaban acerca de si yo era feminista. Yo lo que le respondía, que te voy a decir prácticamente lo mismo, yo me defino como un humanista  (Entrevista del autor, 24/03/21, Área Metropolitana de Buenos Aires).

   

En el caso de Carlos, ante la pregunta sobre qué entiende por masculinidades, decidió responder que él no se identificaba con la masculinidad y tampoco se consideraba feminista, sino que era un humanista. Al igual que Pablo, este entrevistado también intenta distanciarse respecto de la masculinidad en singular.

Según Connell (1997), la masculinidad hegemónica es una práctica genérica que garantiza la posición dominante de los varones y encarna la respuesta aceptada por el patriarcado como sistema de dominación.  Esa masculinidad tradicional la podemos situar a través de ciertas formas de ser varón, donde la heterosexualidad es un mandato, que se relaciona con el ejercicio viril de ese modelo masculino (Branz, 2015). Según Gilmore (1994), para sostener esa imagen masculina los varones corren riesgos y se muestran como sujetos fuertes, con el objetivo de ser “verdaderos hombres”. Esta posibilidad es concebida como un premio que se logra con esfuerzo y se conquista ante la aprobación cultural y social, mediante distintas pruebas, y ritos de iniciación, para llegar a poseer una “verdadera virilidad”.

En todos los testimonios observo un intento por parte de los interlocutores de distanciarse de ese modelo propio de la masculinidad dominante. Para estos varones distanciarse de la masculinidad tradicional implica no reconocerse en ese ejercicio viril, alejándose de los estereotipos de género que nos plantean que el varón tiene que ser fuerte, proveedor, insensible. Como veremos más adelante, fue una constante en las entrevistas que los varones no se reconocieran como parte de la violencia masculina. En la mayoría de los casos, los entrevistados observan esas prácticas de dominación y estos estereotipos de género propios de la masculinidad hegemónica, en los “otros” y por fuera de sus organizaciones políticas.

A su vez, Carlos en su reflexión respecto a las masculinidades, plantea un reconocimiento al movimiento feminista: “creo que si hay una sociedad machista que está en proceso de deconstrucción gracias al movimiento feminista” (Entrevista del autor, 24/03/21, Área Metropolitana de Buenos Aires).

Podemos pensar el reconocimiento planteado por nuestros interlocutores en relación al contexto histórico y social actual. La enorme masividad alcanzada por los movimientos feministas y LGTBIQ+, y la presión que ejerció este movimiento en los partidos políticos y en la agenda nacional, han puesto en crisis las jerarquías y en discusión la masculinidad tradicional. Por lo tanto, es habitual encontrar en los testimonios de los varones este reconocimiento al movimiento feminista. 

Este reconocimiento lo observé con claridad en el relevamiento de datos de diputados y senadores nacionales de Juntos por el Cambio. En esa muestra se observa como en 18 casos reconocen a las mujeres como sujeto político, haciendo alusión a la emancipación de las mujeres, sobre el derecho a decidir sobre sus propios cuerpos, sobre la posibilidad de decidir si quieren ser madres, promoviendo la defensa de la libertad, argumentando sobre la defensa de la autonomía personal, planteando la ampliación de derechos, destacando a mujeres referentes de su partido y también expresando el reconocimiento a todas las mujeres argentinas[6]. También, se plantea en algunos casos, su preocupación por las brechas de género y la desigual distribución de cargos jerárquicos entre varones y mujeres. Tan solo en tres casos criticaron al movimiento feminista y en seis casos no tomaron posicionamiento.

Sin embargo, estos discursos de los interlocutores que son propios de la época tienen matices, y pueden seguir sosteniendo jerarquías invisibilizadas y disimuladas. Como nos plantean Jones y Blanco (2021), los varones pueden sostener que se están deconstruyendo en un intento por cambiar y transformar ese proceso de subordinación, pero también puede ser una manera de resguardarse ante sus propias prácticas machistas. 

Otra caracterización que realizaron los entrevistados fue plantear la destrucción del género femenino y masculino. A partir de esta enunciación, los entrevistados plantearon la voluntad de transformar los roles de género, las jerarquías y las categorías sexo-genéricas. Un ejemplo es el testimonio de Pablo:

 

(...)Pero el género es algo que debería estar completamente eliminado. No debería haber masculinidad, ni feminismo para mí. Creo, pero también entiendo, que la construcción de una identidad masculina o femenina tiene que ser una construcción para la destrucción. Quizás poner en valor esto o discutirlo te lleva a que se termine de utilizar o se deje de utilizar (Entrevista del autor, 05/09/20, Área Metropolitana de Buenos Aires).

 

Y a mí me pasa que yo a mi equipo de trabajo más cercano, yo discrimino digamos no discrimino, tengo una forma de encarar la relación con mi equipo de trabajo destruyendo completamente el género masculino o femenino. Tengo un tipo que es German Loza que tiene tres hijos y es lo más conservador que hay en el mundo, que logré que todo el equipo de trabajo le diga La Loza. ¿Vos sabes lo que es para el tipo eso? La mujer me dice lograste algo, y yo ayer íbamos a una actividad, y le digo ¿vamos juntas mañana? Le dije el día anterior y me dijo sí. El tipo, entendés, el valor de que un gay le diga algo en femenino y que para el tipo ya sea una cuestión habitual. Es extraordinario.  (Entrevista del autor, 05/09/20, Área Metropolitana de Buenos Aires).

 

En este testimonio, podemos observar cómo la destrucción del género aparece asociada a la noción de feminizar lo masculino. En un primer momento, el entrevistado plantea el rechazo a las categorías sexo-genéricas. Sin embargo, lo que termina argumentando es una estrategia de enunciación, donde le cambia el nombre masculino a un varón hetero cis por un artículo femenino.

Esto también sucede en el testimonio de Carlos donde utiliza esta estrategia de nombrarse con un apodo femenino:  

                                                              

Yo siempre jodo con que yo me llamo Carlos López, y cuando estaba en el secundario estaba Carla López que era una cantante española, y yo usaba el pelo largo por acá, entonces me decían Carla, Carla, Carla.  Y muchos pensaban que me decían Carla porque era gay, pero nada, o sea, como que me decían “ah porque sos puto”, no, me dicen Carla, o sea, porque el nombre o el apodo tiene que congeniar con el género (Entrevista del autor, 24/03/21, Área Metropolitana de Buenos Aires).

 

A través de estos testimonios podemos pensar que están recurriendo a una estrategia de feminización. Según Veliz y Castignani (2021), la feminización es presentada como el proceso donde hay una posibilidad de ampliación, enriquecimiento y sofisticación de la inteligencia emocional por parte de los varones cis, como una forma de aprender otros patrones culturales y formas de relacionarse.

En los testimonios se argumenta que el nombre no tiene que congeniar con el género, planteando la importancia de utilizar un artículo o un apodo femenino. Sin embargo, no necesariamente este posicionamiento alude a una feminización como la que plantean los autores, ya que parece ser más la modificación de un nombre que una nueva forma de vincularse.   

Según Butler, el género performativo es concebido como una performance, como una actuación en términos teatrales, independiente de la genitalidad y las inclinaciones libidinales. La autora observa una relación de discontinuidad entre anatomía, género y deseo, que la matriz heterosexual se esmera en tachar. (De Santos, 2013). A diferencia del planteo de Butler, estos varones realizan una actuación consciente, con un fin en sí mismo: distanciarse del arquetipo de la masculinidad tradicional y replantearse ciertos atributos que suelen asignarse al varón heterosexual. En este momento, los entrevistados no se sienten identificados con esa imagen del varón viril, fuerte, proveedor, y por lo tanto, se muestran con un artículo o un nombre femenino.

A partir de esta reflexión surgen algunos interrogantes: ¿por modificarse el nombre de un sujeto que se autopercibe varón cis se están trastocando las normas de género? ¿Puede producirse esta estrategia de feminización sin abandonar y cuestionarse privilegios? Será de vital importancia observar si estos discursos vienen acompañados de un cuestionamiento sobre sus prácticas.

 

“Quién paga la mina”[7]

 

En este apartado me centré en el análisis de los micromachismos dentro de las prácticas militantes. Con ese fin, les pregunté a los entrevistados respecto a los “egos masculinos” en sus organizaciones. Con este término hago alusión a las imposiciones de poder por parte de los varones dentro de los partidos políticos. A partir de este análisis, se podrá tener una primera aproximación respecto a las relaciones jerárquicas dentro de las organizaciones que componen Juntos por el Cambio. Asimismo, se indagará sobre los roles de género dentro de esta coalición política.

Según Bonino (2008), los micromachismos son prácticas de violencia y dominación masculina en la vida cotidiana, que se ejecutan de manera imperceptible, y algunas de estas prácticas son legitimadas con la impunidad de lo naturalizado. Asimismo, recuperando este análisis, Luciano Fabbri (2021) nos plantea distintos micromachismos identificados en las organizaciones políticas populares: la apropiación masculina de la palabra en espacios colectivos, intervenir de forma reiterada y prolongada, espectacularizar los discursos para colocarse por encima e interrumpir a las compañeras, ignorar un aporte, asociar toda crítica proveniente de las mujeres como si fuera un problema personal de ellas, por mencionar algunos ejemplos.

En un primer momento, los entrevistados plantearon no haber observado prácticas de imposición por parte de los varones, tampoco se sintieron representados con los micromachismos mencionados anteriormente. Un ejemplo son los testimonios de Facundo[8] y Julián[9]:

 

No pasa en el grupo. Creo que sí es una realidad social, que todavía existe y que hay que laburar para que deje de existir y que se transforme en algo saludable, que se transforme en algo saludable en el sentido de que todas esas personas que sienten un privilegio, un derecho adquirido por su condición de ser hombres, puedan sacarse eso de la cabeza (Entrevista del autor, 10/10/20, Área Metropolitana de Buenos Aires).

 

No, mira, yo no, por lo menos en mi espacio político no lo veo como una imposición del género masculino sobre el femenino, creo que hay mucha oportunidad. No solamente hacia las mujeres sino también hacia los jóvenes. Creo que es un espacio super plural, super abierto, en donde nunca logramos capitalizar eso que tenemos (Entrevista del autor, 29/04/21, Área Metropolitana de Buenos Aires).

 

En el caso de Pablo el hecho de no haber visto imposiciones masculinas es gracias al movimiento feminista:

 

Porque me parece que hoy y quizás ahí vuelvo a la idea de los extremos, quizás el feminismo como extremo logró que haya más respeto también en la diversidad, y logró que sea difícil discutir desde la masculinidad o desde la imposición del hombre (Entrevista del autor, 05/09/20, Área Metropolitana de Buenos Aires).

 

En estos testimonios, los varones mencionan las prácticas de imposición masculinas como una situación ajena a ellos mismos.  A su vez, los entrevistados no observan los micromachismos como una problemática dentro de sus espacios políticos. A diferencia de estos primeros testimonios, Facundo reconoce una situación de imposición masculina, pero dice que como organización denunciaron esa actitud y la persona tuvo que alejarse del grupo político:

 

A mí por lo menos no me pasó ver eso. [silencio, pensando] No, por ejemplo, si me acuerdo una situación, una amiga con un pibe que por suerte después fue eyectado naturalmente del grupo, había tenido así una situación medio machirulaje en una reunión, de alzarle la voz y ahí todos escribimos a este pibe lo tienen que sacar. Esto no puede pasar. Y fue todo el grupo de contención y éramos quince escribiendo este tarado no puede estar acá. Pero digo, nada fue también como un reclamo grupal de que esta persona no comulga con los mismos valores que comulgamos. Y después se dio naturalmente que esa persona dejó de formar parte de ciertos lugares (Entrevista del autor, 10/10/20, Área Metropolitana de Buenos Aires). 

 

En el caso de Facundo reconoce una situación de imposición masculina, pero es una situación poco común dentro del grupo político. Esta mención aparece como un caso atípico, donde el resto del grupo, incluidos los varones, no comulgan con esas prácticas. Por lo tanto, las prácticas de dominación aparecen como externas a los propios entrevistados, ya que ninguno de los varones planteó la posibilidad de tener alguna actitud machista en su organización.

En este momento, se observa cómo la violencia masculina aparece en los otros, y en general, está por fuera de sus organizaciones políticas. A su vez, considero que existe un proceso de alterización respecto a los varones que ejercen micromachismos. Los interlocutores se muestran como un “nosotros” que no responde a las características propias de las imposiciones masculinas.  Desde ese lugar, proponen una forma de producción de los “otros” que se presentan como los varones violentos, que se imponen con la voz, que son maltratadores y agresivos. Por lo tanto, en estos testimonios, los varones están alejados de ese tipo de conductas.

A su vez, a partir de esta pregunta sobre los egos masculinos, también observé cómo los entrevistados analizan los roles de género dentro de sus organizaciones. En el relato de Carlos se identifica la problemática del cupo de género:

 

Mismo, nosotros jodemos siempre en nuestro local, en el radicalismo siempre está el dicho de quien paga la mina, quien paga la mujer, por este tema del cupo y de la paridad, y en nuestro local, es un local que está 60-40 y 60 % son mujeres. Y en ese sentido es como que a nosotros nos enseñan todo el tiempo (Entrevista del autor, 24/03/21, Área Metropolitana de Buenos Aires).

 

En esta cita, el entrevistado se refiere al cupo de género y plantea que en su local hay mayor cantidad de mujeres que varones. Sin embargo, en su testimonio aparecen distintos hábitos de género estereotipados. Para mencionar la situación del cupo de género, el entrevistado comienza realizando un chiste, burlándose de la situación.  Considero que esa expresión “quién paga la mina” es una forma de sostener el control de los varones de manera simbólica, ya que son ellos los que pagan, los que tienen que aceptar la situación, y el comentario lo realizan entre los propios varones sosteniendo su lugar de hombría y de liderazgo. Estos comentarios aluden a micromachismos encubiertos, donde el varón oculta la dominación y tampoco la percibe como tal. (Bonino, 2008).

Según Luciano Fabbri (2021), la masculinidad tradicional es un proyecto político extractivista, ya que sostiene y reproduce la posición jerárquica de los sujetos privilegiados, en la expropiación y explotación de las capacidades y recursos de la vida de las mujeres cis y diversidades a las que subordina. A partir de la expresión “quien paga la mina” los varones sostienen una sociabilidad masculina, bajo la creencia de que los tiempos, cuerpos, sexualidades y energías de las mujeres deberían estar a su disposición. En estas formas de socialización, los varones cis entran en acción reciproca, a través de la competencia, cooperación y colaboración para determinados fines. Esa acción recíproca en este caso se sitúa en el dicho “quien paga la mina”, bajo la creencia de que el varón puede pagar, expropiar y apropiarse de los cuerpos de las mujeres. En este momento de complicidad, todos los varones se ríen y aceptan al que realiza el comentario sin cuestionamientos, sosteniendo y reproduciendo su posición jerárquica como sujetos privilegiados.

Asimismo, el entrevistado plantea que las mujeres son las que “les enseñan todo el tiempo”. Podemos pensar que este hábito es propio de los varones, que, ante el desconcierto provocado por el cuestionamiento a los mandatos patriarcales, la forma de aprender cómo vincularse de manera más igualitaria, es a través del “consejo maternal” de las mujeres.  Considero que esta es una manera de fomentar el rol tradicional de la mujer, ya que se le asigna roles de cuidado, ellas son las que tienen que guiar a los varones en sus comportamientos y enseñarles determinados modales.

También en el testimonio de Carlos se reflexionó sobre el rol de las mujeres en los puestos de decisión dentro de su partido político:

 

Pero si hay un poco de machismo, que de a poco se va derribando, se va eliminando. Mismo que yo recuerde hubo una presidenta de la Juventud Radical en el año 95, después nunca más y presidenta de Mayores creo que no hubo. Es muy loco eso. Si hay vicepresidentas y eso, pero presidentas ahora que yo recuerde no. Si tenemos muy buenos cuadros, nada tenés mujeres radicales de peso, que son las que a lo mejor marcan un poco el camino.  Pero si yo creo que hay, no un techo de cristal, pero si hay una dificultad mayor por el sexo que a lo mejor no pasa con los hombres (Entrevista del autor, 24/03/21, Área Metropolitana de Buenos Aires).

 

El testimonio de Carlos plantea una visibilización de las brechas de género, al argumentar que solo una vez hubo una presidenta mujer en la Juventud Radical, y planteando la dificultad que tienen las mujeres para acceder a cargos jerárquicos.  También argumenta que esa situación desigual no sucede con los varones. En el testimonio de Julián también se reflexiona sobre las brechas de género:

 

Creo que no se termina de ver hacia afuera lo moderno que somos como espacio político, la oportunidad que le damos a los jóvenes, y la poca, nula preferencia que hay del masculino por sobre el femenino. Entonces, en la Provincia de Buenos Aires, la gobernadora fue mujer y tenía casi todo un gabinete de hombres, que le respondían a ella, y ella reconoce hoy en día que se equivocó en no tener más mujeres en el gabinete. Yo no lo veo como una problemática por lo menos dentro de nuestro espacio (Entrevista del autor, 29/04/21, Área Metropolitana de Buenos Aires).

 

Yo creo que no, creo que nunca se tuvo esa problemática. Siempre se vio natural que las mujeres ocupen lugares de poder. Y no solamente, es en el caso de María Eugenia siendo gobernadora sino ahora con Patricia Bullrich, siendo la presidenta del partido (Entrevista del autor, 29/04/21, Área Metropolitana de Buenos Aires).

 

A diferencia del testimonio de Carlos, Julián reconoce las brechas de género dentro del gabinete de Vidal, pero a su vez, plantea que no es una problemática de su espacio la desigualdad de género.  En los testimonios de Julián observamos una naturalización respecto a las brechas de género y las desigualdades dentro de los cargos jerárquicos. En su testimonio aparece una negación, ya que no reconoce la desigualdad estructural y la invisibiliza planteando que siempre fue natural que las mujeres ocupen lugares de poder.

Para problematizar la situación respecto a los roles de género en los puestos de decisión, resulta pertinente retomar el análisis que realiza Paula Canelo (2019) sobre la composición de los integrantes en los equipos de Cambiemos. La autora observa los cargos jerárquicos en los equipos de Nación, Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Provincia de Buenos Aires, y nos muestra a través de datos empíricos, las brechas de género.

 Durante la gestión 2015- 2019, en los equipos de Cambiemos, las mujeres no llegaron a representar ni un cuarto del total: 23,1% en Nación, 16,5% en Provincia de Buenos Aires, y 23.8% en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Canelo, 2019).[10]

También la autora nos muestra que en la Provincia de Buenos Aires durante el gobierno de Vidal fue donde se encontraron los peores indicadores en cuanto al género: la mitad de las dependencias no tuvo ninguna mujer en cargos altos y solo en la Secretaría de Cultura y en el Ministerio de Salud, las mujeres superaron a los hombres en cuanto a cargos.

Este análisis de Canelo nos muestra como la mayoría de los cargos de decisión durante la gestión de Cambiemos estaban ocupados por varones cis, fomentando jerarquías de género en los puestos políticos.   En relación con esta reflexión, en el testimonio de Facundo se plantea el funcionamiento jerárquico dentro de Juntos por el Cambio:

 

Porque yo no me encuentro hoy quizás en otros lugares de Juntos por el Cambio, porque tienen también una construcción que es distinta, como tampoco me encuentro en otros lugares por no compartir ideológicamente, pero tampoco comparto las formas. Creo que eso es transversal, y es un problema de toda la dirigencia y la estructura política, la forma en que se construye. Digo te vas a la izquierda a la derecha, en el medio, pasas por donde quieras, no importa qué partido es, es jerárquico, verticalista, hablando mal y pronto tenés que chupar pija hasta que estás tan alto que alguien te chupa la pija a vos (Entrevista del autor, 10/10/20, Área Metropolitana de Buenos Aires).    

 

 El entrevistado plantea que su espacio específico es horizontal pero que esta situación no sucede en el resto de las organizaciones que componen Juntos por el Cambio, y tampoco en otros partidos del país.

La expresión que utiliza “chupar pija” hace alusión a la lógica del porongueo, mencionada por Luciano Fabbri (2021) al analizar las organizaciones populares. Con esta expresión, se plantea una relación donde un varón cis que se encuentra en la cúspide de las relaciones jerárquicas, obtiene el reconocimiento, y exige determinadas condiciones para poder obtener esos lugares de privilegio.

En esta situación, se plantea la imagen del militante que acumula el control y el poder a través del atributo de la virilidad. El entrevistado realiza una asociación entre la genitalidad cis masculina y el poder, haciendo alusión a la imposición de los varones, a la dominación cotidiana que ejercen en sus espacios de militancia. Desde esta lógica, podemos pensar los micromachismos comentados al inicio de este apartado, donde los varones disputan el saber, las decisiones del espacio organizacional, se apropian de la palabra y subordinan a sus compañeras militantes.

Como nos plantea Bourdieu (2000) lo social es objetivado e incorporado, donde el estudio de lo social nos muestra condiciones objetivas, materiales, pero esas condiciones también se hacen cuerpo, se vuelven subjetivas. Desde este enfoque teórico, podemos plantear la noción de capital simbólico. Este capital es una dotación de los distintos capitales económicos, sociales y culturales. El capital simbólico otorga prestigio social, status y honor a los actores.

En estos testimonios observamos una disputa por el prestigio social, en una lucha permanente por la obtención y redistribución del reconocimiento. Esta lógica del porongueo nos muestra cómo los varones siguen exigiendo el capital simbólico, sosteniendo determinados recursos económicos, culturales, sociales y siguen afirmando su status social, manteniendo su lugar jerárquico.

En los testimonios de Carlos, en varios momentos aparece un reconocimiento respecto al feminismo y a las mujeres. Sin embargo, con su expresión “quien paga la mina” nos muestra cómo ese reconocimiento es parcial y está limitado por esa búsqueda de seguir sosteniendo su status social como varón cis.  Asimismo, Facundo celebró el empoderamiento de las mujeres, y reconoció la importancia de que asuman puestos de decisión, pero aun así termina afirmando que la forma de llegar a esos lugares es verticalista y jerárquica en términos de género. Siguiendo a Canelo (2019), parece ser que los varones no están dispuestos a desplazarse de los lugares de decisión y terminan siendo en su mayoría los que ocupan los cargos jerárquicos.

 

Construyendo subjetividades masculinas: el rol de las familias y la clase social

 

En este último apartado indagué sobre la construcción de las subjetividades masculinas por parte de los entrevistados. En los testimonios surgieron dos clivajes centrales para pensar cómo transcurrieron su masculinidad y si tuvieron privilegios: la familia y la clase social.

Me parece relevante adentrarnos en este análisis teniendo en cuenta una perspectiva interseccional para reflexionar sobre los vínculos de género. Según Kimberle Crenshaw (1991), el concepto de interseccionalidad nos plantea las distintas formas en que interactúan raza/etnia, género y clase para generar o sostener jerarquías. Esta perspectiva nos permite observar distintos aspectos que están relacionados con el patriarcado y la opresión de los cuerpos, teniendo en cuenta los procesos de racialización, el cisexismo, las diferencias de clase, el colonialismo, el capitalismo, por mencionar algunos. Desde esta perspectiva, observamos los testimonios de los actores, focalizando la mirada en las familias y la clase social. 

Como nos plantea Jelin (2010), la familia es una institución social anclada en necesidades humanas universales de base biológica: la sexualidad, la reproducción y subsistencia cotidiana. Lxs actores comparten un espacio social definido, en términos de relaciones de parentesco, conyugalidad, paternidad, maternidad, donde se llevan a cabo relaciones de producción, reproducción y distribución de la estructura de poder y fuertes componentes ideológicos y afectivos.

En los testimonios de Facundo y Julián aparece la influencia de la familia en la constitución de sus vínculos como varones, en la constitución de sus relaciones sociales:

 

Como masculinidad, no sé, yo me crie con madre, abuela y hermana, mismo yo no sé si tengo una definición de masculinidad que me rija en la vida. No tuve roles de hombres en mi vida, y tampoco tenía muchos amigos varones en la secundaria con la cual poder construir una visión de masculinidad (Entrevista del autor, 10/10/20, Área Metropolitana de Buenos Aires).

 

Mira yo me crie con mi mama y mi hermana. Mi viejo lo tengo, pero bueno es una relación de ida y vuelta donde no estuvo lo suficientemente presente y se divorciaron de muy jóvenes, se divorciaron yo siendo muy chico, a eso voy. Toda mi infancia viví con mi mamá y mi hermana, lo cual a mí eso me formó mucho una mirada de entender lo natural que las mujeres tengan su lugar, su espacio de poder, con que hay que tratarlas bien. Mi vieja siempre me decía vos a las mujeres tenés que respetarlas, quererlas. O sea, pensá que una mujer puede ser tu hermana, tu mamá. Por eso yo a veces me pongo, no por decirte necio, pero entiendo que hay discusiones que son bastante irracionales. Pero tiene que ver con que yo me crie de esa forma (Entrevista del autor, 29/04/21).

 

En los testimonios podemos observar la influencia de la familia en cuanto a sus componentes ideológicos y afectivos. Tanto Julián como Facundo nos plantean cómo crecer sin una figura paterna, los marcó en su constitución como varones. En el caso de Facundo, haber crecido con figuras femeninas, lo ha marcado afectivamente al punto de sentir que nunca tuvo una visión de la masculinidad. También el entrevistado menciona a otras instituciones, como, por ejemplo, la escuela secundaria, pero siempre asociado a la falta de figuras masculinas en sus relaciones sociales.  Asimismo, Julián nos plantea cómo la crianza familiar lo llevó a comprender el lugar “natural” que tienen las mujeres. Esta concepción nos plantea también el rol de la familia en la distribución de relaciones de poder. 

A su vez, en el testimonio de Pablo también observamos una reflexión sobre la construcción de su masculinidad en relación al vínculo con su padre. En este caso, el entrevistado hace hincapié en las expectativas familiares:

 

Porque ahí se te aterrizan un montón de cuestiones en la construcción de una masculinidad.  Porque yo te puedo decir, ¿qué esperaba mi papá de su primer hijo hombre como masculino? ¿Y qué espero yo como masculino de mis hijos? ¿O qué espero yo de mí mismo como masculino? (Entrevista del autor, 05/09/20).

 

A partir de estos testimonios, podemos observar que existe una interconexión entre el género y el rol de las familias. A su vez, podemos pensar que la herencia familiar es central en esa constitución como varones. Según Jelin (2010), la herencia familiar se atribuye a través de la transmisión intergeneracional de capital social y económico. En estos testimonios la herencia está asociada a determinados valores culturales y sociales que fueron aprendidos por sus familias.

Asimismo, los interlocutores se refirieron a la clase social como un factor asociado a su constitución como varones. Según Benza (2016), podemos pensar la estructura de clases priorizando el lugar asignado en la división del trabajo. Con esta mirada, se identifica empíricamente a las clases en un plano estructural, a partir de posiciones en la esfera laboral. Retomando la clasificación que propone la autora sobre la estructura de clases en la Argentina para el periodo 2003-2013, podemos pensar que los interlocutores pertenecen a la clase media, ya que la mayoría son profesionales, uno de los entrevistados trabaja en el Ministerio Publico Fiscal y otro de los entrevistados es un funcionario público de mediano rango.

A su vez, siguiendo a Sautu (2016), podemos pensar que la clase media está relacionada con los estilos de vida. Esta clase social se explica por la construcción colectiva de patrones de comportamiento y modelos culturales prevalecientes en la sociedad como característicos de la clase media.  Por lo tanto, podemos pensar que la clase media también se explica por la autopercepción de lxs actores de pertenecer a estas experiencias culturales. Todos los entrevistados se identificaron dentro de esta clase social como parte de su identidad, en algunos casos como clase media baja y en otros como clase media alta.

En el testimonio de Facundo aparece esta concepción de la herencia familiar en relación a sus posibilidades económicas y su clase social:

 

Nunca me concebí como pudiendo tener un privilegio por sobre otras personas. Pero también porque la realidad se me impuso, digo si yo hacía un análisis de mi realidad, no podía, por ahí naturalmente no lo puedo percibir así.  Pero si eso depende mucho de la crianza, del tipo de familia (Entrevista del autor, 10/10/20, Área Metropolitana de Buenos Aires).

 

Quizás a mí eso me resulta más fácil. Porque hasta los 18 años nunca en mi vida tuve un privilegio. Digo familia clase media- baja, no tener muchos amigos y eso que te decía antes. Recién cuando empecé a laburar, empecé a tener mi guita, mi plata, mi libertad, mi todo. Nunca me concebí como pudiendo tener un privilegio por sobre otras personas (Entrevista del autor, 10/10/20, Área Metropolitana de Buenos Aires).

 

A partir del testimonio de Facundo, podemos pensar el prestigio social en relación al tipo de herencia familiar.  El entrevistado argumenta que no tuvo privilegios por la crianza familiar heredada. Asimismo, esta visión del entrevistado aparece asociada a las posibilidades económicas propias de la clase social. En este análisis, la clase social se sitúa de manera estructural, como un factor determinante para la obtención de privilegios, donde según las posibilidades económicas podés acceder a determinado status social. En los testimonios de Julián también aparece una reflexión sobre “ser de clase media” y la cuestión de los privilegios masculinos:

 

Me gustaría ver datos, me interesaría entender si tiene que ver con algún factor socio-económico, creo que en ambos extremos podés tener esa cuestión, extremos de mucho dinero y quizás en extremos para el otro lado, porque quizás son familias más paternalistas en ese sentido (...) (Entrevista del autor, 29/04/21).

 

La gente que viene, yo creo que hay gente que viene de alta cuna que siente que tiene poder y que, si encima es hombre, lo canaliza así (Entrevista del autor, 29/04/21, Área Metropolitana de Buenos Aires).

 

En los testimonios de Julián podemos observar cómo debido a su autopercepción de clase media, el entrevistado se ubica en el medio de los “extremos machistas”. Para Julian tanto en las clases bajas como altas se encuentran las familias más paternalistas y con lógicas machistas. Por lo tanto, por ubicarse en el medio, se encuentra exento de estas prácticas y de tener privilegios.

En este testimonio la clase social aparece como la forma en que se expresan esas experiencias en términos culturales encarnadas en tradiciones, sistemas de valores, ideas y formas institucionales (Branz, 2015). A su vez, el entrevistado utiliza la clase media como una metáfora, como una imagen simbólica, para mostrarse como un varón que no tiene prácticas machistas.

Por su parte, en el testimonio de Lautaro[11] se plantea la clase social como un factor de seguridad en su formación como varón:

 

Pero sí porque más allá de la masculinidad hay una cuestión de seguridad, que te da determinada clase social, para salir a la vida, esa seguridad se afianza en tu personalidad y vos podés tomar decisiones desde otro lugar.  No solamente relacionado con la personalidad sino también con la sexualidad (Entrevista del autor, 12/08/21, Área Metropolitana de Buenos Aires).

 

 Y cuando más alto estás en el estrato social, más herramientas tenés que te brinden seguridad, sobre todo, herramientas que te dan seguridad económica, esa seguridad que te brinda tener cierto status social o poder adquisitivo, se ve reflejado directamente en los resultados de las decisiones que tomamos y los mismos resultados que se vayan dando en nuestra vida y de las cosas que hagamos (Entrevista del autor, 12/08/21, Área Metropolitana de Buenos Aires).

 

Antes de realizar esta reflexión, Lautaro se identificó como de clase media- alta. En su testimonio, el entrevistado nos planteó que cuanto más alto estás en el estrato social, más seguridad tenés respecto a tus decisiones. Considero que, en esta reflexión, podemos pensar que la seguridad que te brinda una clase social privilegiada, te otorga la posibilidad de no reconocer actitudes machistas y realizarlas sin cuestionamientos. A través del testimonio de Lautaro, podemos pensar cómo confluyen los privilegios de clase y de género para no responsabilizarse de determinadas tareas y prácticas que han sido históricamente feminizadas. 

En este apartado, observé cómo los interlocutores al hablar sobre sus experiencias como varones recurren constantemente a su trayectoria familiar y en menor medida a su clase social. Tanto la familia como la clase social aparecen como argumentos de los entrevistados para justificar que no tuvieron privilegios masculinos. Sin embargo, en este último caso, en el testimonio de Lautaro, aparece una incipiente reflexión sobre ciertas facilidades que tuvo como varón por su situación de clase.

En relación con este análisis, los datos relevados sobre los diputados y senadores nacionales de Juntos por el Cambio residentes en AMBA, nos muestran una nula reflexión sobre los privilegios masculinos. En la muestra, nos encontramos con 25 casos donde estos actores no reflexionan sobre su estatus social como varones y no identifican privilegios de género.[12] Asimismo, estos interlocutores tampoco advierten en sus prácticas una posición jerárquica respecto a sus cargos políticos, a su posición económica y a su clase social. 

 

Reflexiones finales

 

Como mencione al principio de esta investigación, en el contexto histórico y social actual, a partir del Ni una Menos en el año 2015, se conformó un movimiento de identificación y reconocimiento colectivo feminista.  Este movimiento social logró cuestionar las desigualdades entre varones y mujeres cis, denunciando la violencia de género y los femicidios. Así como también discutiendo la explotación económica, la precarización laboral y la brecha salarial, y denunciando la servidumbre social que implica las tareas de cuidado no remuneradas. A partir de la “marea verde”, se discutió con mayor profundidad la clandestinidad de los abortos en la Argentina, así como también, la importancia respecto a que las mujeres y las personas gestantes puedan decidir sobre sus propios cuerpos.  En esta coyuntura actual de cuestionamiento a los mandatos patriarcales por parte de los feminismos, podemos observar, en primer lugar, cierto reconocimiento al movimiento feminista, un alejamiento de ciertos rasgos propios de la masculinidad hegemónica y una preocupación por parte de los varones entrevistados respecto a la desigualdad de género.

A través de los testimonios de los entrevistados y del relevamiento de los perfiles de diputados y senadores, pude dar cuenta como la mayoría de los interlocutores se preocupan por la desigualdad de género y problematizan sobre las brechas de género en los cargos de decisión. Sin embargo, con el análisis estadístico de Paula Canelo, podemos observar como la mayoría de los cargos de decisión durante la gestión de Cambiemos estaban ocupados por varones cis, fomentando jerarquías de género en los puestos políticos.  

A través de esta investigación podemos observar cómo los varones de Juntos por el Cambio, si bien son receptivos respecto a la igualdad de género, replican micromachismos y no advierten ni identifican sus privilegios. En los testimonios se puede observar distintas prácticas discursivas que sustentan la violencia y la dominación masculina en la vida cotidiana, que se ejecutan casi de manera imperceptible, como es el testimonio de Carlos con su frase “quién paga la mina”, o el planteo de Facundo que hace alusión a la “lógica del poronguero”.  A su vez, pude dar cuenta, como existe una nula reflexión de los interlocutores respecto a tener privilegios por su estatus social como varones cis, y como tampoco observan privilegios en relación a su clase social y su herencia familiar. Un dato que fundamenta este supuesto es que tan solo dos diputados y senadores de Juntos por el Cambio realizaron una reflexión sobre su lugar como varones en el espacio político[13].

 Es decir, si bien se observa por parte del grupo político cierto reconocimiento al movimiento feminista y una reflexión sobre las desigualdades de género, en sus dispositivos discursivos  encontramos marcas que refuerzan  sus lugares de dominación propios del sistema patriarcal y heteronormativo.

El aporte de este artículo fue mostrar la dificultad para modificar las estructuras de género dentro de los partidos políticos de Juntos por el Cambio. Asimismo, observé cómo los varones cis adoptan una táctica defensiva-elusiva ante los feminismos. Esta táctica consiste en la crítica en abstracto de la violencia del patriarcado y la legitimación de las demandas feministas, al tiempo que eluden sus responsabilidades como varones en este sistema.  Desde esta perspectiva, la violencia la observan en el afuera, en los otros y no en ellos mismos.

Para finalizar, considero que existe cierta complejidad para pensar los discursos de género dentro de Juntos por el Cambio. Como se observa a lo largo de esta investigación, en esta coalición encontramos discursos a favor de la agenda de género y también discursos con aspectos jerárquicos patriarcales.

En ese sentido, me parece interesante seguir reflexionando respecto a la relación entre capitalismo y patriarcado, particularmente pensar como una coalición de centroderecha con una tradición política neoliberal incorpora la agenda de género en sus organizaciones. Para futuras investigaciones, considero de vital importancia seguir investigando sobre las siguientes preguntas: ¿es posible tener una agenda de despatriarcalización sosteniendo una ideología capitalista? ¿Cómo influye la ideología en los discursos de género?

 

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Recepción: 27/04/2023

Evaluado: 12/06/2023

Versión Final: 21/06/2023



(*)Licenciado en Sociología. Escuela Interdisciplinaria de Altos Estudios Sociales (EIDAES), Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), Argentina. Email: hernanschujman@gmail.com

ORCID:  https://orcid.org/0009-0001-5234-6463.  

 

 

 

 

[1] Entendemos por diversidades y disidencias sexuales a todas las personas que viven, construyen sus identidades de género y vínculos sexo afectivos por fuera de la norma impuesta de la heterosexualidad.

[2]  El 3 de junio de 2015, se realizó una convocatoria en redes sociales con la consigna “Ni Una Menos”, luego del femicidio de Chiara Paez. A partir del lema “Ni Una Menos” se produjeron movilizaciones masivas contra la violencia machista en la Argentina.

[3]  El feminismo tiene una larga historia, podemos situar uno de los primeros aportes en el año 1792 con el libro de Mary Wollstonecraft: “Vindicación de los derechos de la mujer”. La primera ola del feminismo está centrada en  las políticas de inclusión en la esfera pública, destacándose el movimiento sufragista (1848). La segunda ola está centrada en la politización de la sexualidad, se destaca el feminismo radical (1960- 1970). La tercera ola está centrada en los cuerpos, identidades y diversidad, se destaca las mujeres tercermundistas y el feminismo antirracista.  Decido centrarme en la cuarta ola del feminismo situada a partir del 2015. Este movimiento social apareció con gran masividad en la escena pública, denunciando la violencia de género y los femicidios.

[4] Pablo es concejal de Juntos por el Cambio en la Provincia de Buenos Aires. Llegó a la coalición política luego de haber militado varios años para Scioli. El entrevistado realizó una consultoría política en España y tiene un Magíster en Gestión y Desarrollo. Pablo resalta constantemente su vocación militante y su trabajo con la comunidad travesti- trans. Él es muy crítico de la gestión de Macri, considera que Larreta es un “animal político” y que su proyecto de planificación de políticas públicas es un gran modelo a seguir.

[5] Carlos es abogado y militante de la UCR. Comenzó a involucrarse en el año 2000 en la Franja Morada, cuando estudiaba en el secundario. Luego continuó con su militancia en la Facultad de Derecho, pero en ese momento se dio cuenta que se sentía más útil en la militancia territorial. Militó en la villa 1-11-14 y fue integrante del comité de la Juventud Radical.

[6] Estos argumentos fueron planteados por los diputados y senadores: Bazze, De la Madrid, Carlos Alberto Fernández, Ferraro, Alejandro García, Sebastián García de Luca, Juan Manuel López, Quetglas, Salvador, Suarez Lastra, Wolff, Yacobitti, Berizzo, Enríquez, Medina, Flores, Bullrich y Lousteau.

 

[7] La frase “Quién paga la mina” proviene  de una cita textual del testimonio de Carlos. Esa frase la retomo para expresar la competencia al interior de las masculinidades como un fenómeno de jerarquías.

[8] Facundo estudia derecho en la UBA y realiza tareas de Manager. Milita en La Generación, y se identifica dentro de la juventud de Juntos por el Cambio. Cuando salió del secundario participó de un evento que organizaba una ONG, y después de ese evento, mandó CV a Nación e ingresó al Laboratorio de Innovación. Fue en ese trabajo donde conoció a sus compañeros de militancia.

[9] Julián es abogado y milita en el PRO. Empezó a participar en política en el año 2008, cuando empezó la carrera de abogacía en la UBA. En su casa se hablaba todos los días de política, ese interés por la realidad lo llevó a buscar un lugar de pertenencia siendo joven. Militó en la universidad, hasta recibirse de abogado y luego se incorporó a la militancia territorial. Julián remarca con orgullo que estuvo siempre en el PRO hasta el día de hoy.

[10] Estos datos secundarios que retomo del libro de Paula Canelo (2019) fueron elaborados a partir de fuentes públicas y relevados por el equipo de investigación del Observatorio de las Elites del Citra (Conicet- Umet).

[11] Lautaro trabaja en el Ministerio Publico Fiscal. Llegó en el año 2015 a la UCR gracias a un amigo del jardín de infantes con el que se reencontró después de muchos años. El amigo militaba en el radicalismo y lo invitó a una reunión. Según Lautaro, en ese momento, él “despotricaba fuerte” contra el gobierno nacional. También su viejo y su abuelo militaron en el partido, y eso fue un factor importante para sumarse. Lautaro fue a la campaña presidencial de Sanz en el Gran Rex, y desde ese momento se incorporó en el radicalismo y en Juntos por el Cambio.

[12] La nula reflexión sobre su estatus social como varones la encuentro en los discursos de los siguientes diputados y senadores: Bazze, Carlos Alberto Fernández, Alejandro García, Sebastián García de Luca, Juan Manuel López, Fernando Iglesias, Quetglas, Salvador, Suarez Lastra, Wolff, Yacobitti, Aceiga, Assef, Campos, Lagan,  Gonzales, Berizzo, Enríquez, Medina, Flores, Ritondo, Tonelli, Patiño, Bullrich y Lousteau.

 

[13] Los únicos dos diputados y senadores que realizaron una reflexión sobre los privilegios masculinos fueron Alvaro De La Madrid y Maximiliano Ferraro.