La invención de una tradición: los socialistas y las conmemoraciones del XX de Septiembre de 1870 en Buenos Aires (1894-1910)

 

Lady Heidenreich(*)

 

 

Resumen

 

En el presente trabajo abordamos la intervención de los socialistas en los festejos conmemorativos de la Unificación Italiana del XX de Septiembre en la ciudad de Buenos Aires por la colectividad italiana local. Debido al lugar central que adquirieron estos festejos en la construcción de una identidad común entre los italianos, entendemos que un análisis de la participación socialista en los mismos nos permite acercarnos al modo en que se posicionaron frente al desafío de organizar a los trabajadores de una comunidad de inmigrantes. Se argumenta que la celebración de una fiesta patriótica italiana en nuestro país presentaba al socialismo local una disyuntiva respecto al modo de intervención en la misma. La forma en que resolvieron esa contradicción a lo largo del período bajo nuestro análisis es la pregunta principal que guía la presente investigación. Para este análisis realizamos una lectura de La Vanguardia desde los inicios de su publicación en 1894 hasta 1910.

 

Palabras clave: XX de Septiembre; socialistas; trabajadores italianos; identidad; tradición; anticlericalismo.

 

 

 

The invention of tradition: the socialists and the celebrations of the 20th of September 1870 in Buenos Aires (1894-1910)

 

Abstract

 

This paper inquires about the participation of the Argentinian socialists on the annual celebrations of the Italian Unification on the 20th of September, organized by the Italian local community in the city of Buenos Aires. Because these celebrations took a central place in the building of an Italian identity among the immigrants, we study the participation of the Argentinian socialists to understand the way they dealt with the challenge of organizing the immigrant workers in that community. This paper seeks to answer how the Argentinian socialists resolved the contradiction between class and nation identities in their effort to organize the Italian immigrant workers. For that purposed we analyze their journal La Vanguardia, between 1894 until 1910.

 

Key Words: 20th of September, socialists, Italian workers, identity, tradition, anticlericalism.       


La invención de una tradición: los socialistas y las conmemoraciones del XX de Septiembre de 1870 en Buenos Aires (1894-1910)

 

 

 

Introducción

 

Las noticias que anunciaron la entrada victoriosa de las tropas italianas en Roma el 20 de septiembre de 1870, llegaron a Buenos Aires hacia finales de octubre. A comienzos de diciembre tuvo lugar la celebración del “histórico acontecimiento” en el café “Il Povero Diávolo”, debido a su popularidad entre los “trabajadores y miembros liberales de la colectividad”.[1] Desde esa primera celebración y durante la mayor parte de la década, se repitió la convocatoria a banquetes brindados por la “población liberal italiana” residente en Buenos Aires para celebrar la caída temporal de los papas, siendo habitual la elección del mismo establecimiento (Bertoni, 2007, p. 83).

Durante la década de 1880 las conmemoraciones ganaron en importancia, convirtiéndose en grandes manifestaciones y festejos que duraban varios días y contaban con la presencia de los distintos sectores políticos y sociales de la colectividad. Para entonces, el aniversario de la “brecha de Porta Pía” (el lugar por donde se vencieron las defensas pontificias) se había convertido en la fiesta más importante que celebraban los peninsulares en la Argentina. Como señaló el periodista Cittadini desde una mirada retrospectiva en plena Primera Guerra Mundial, el XX de Septiembre llegó a ser considerado por la colectividad italiana como “el día sagrado de la patria”.[2]

Entre aquel primer festejo que se organizó en Buenos Aires en diciembre de 1870, como respuesta relativamente espontánea a los acontecimientos históricos que habían tenido lugar en Roma en los meses anteriores, y el estallido de la Primera Guerra Mundial, se había consumado la construcción de una tradición de gran importancia para los italianos residentes en la Argentina.[3]

Consumada la unificación italiana en 1870, el nuevo reino de Italia debió emprender la tarea de “hacer a los italianos” a partir de la creación desde cero de una tradición nacional (Hobsbawm, 2002, p. 277), al mismo tiempo que la emigración de sus ciudadanos comenzaba a aumentar considerablemente.

Paralelamente, en la sociedad de acogida, se estaban procesando transformaciones de similar naturaleza. Suriano (1997), en un trabajo inspirado en la tesis de Hobsbawm, señaló que, en la Argentina, durante su conformación como nación moderna, la invención de tradiciones históricas se volvió “una necesidad básica para casi todos los sectores políticos y sociales” (Suriano, 1997, p. 72). Durante este período, el naciente Estado argentino “necesitaba con premura cohesionar la dispersa identidad de los habitantes del territorio nacional, y para ello volcó todo su aparato educacional y propagandístico hacia la creación y difusión de una tradición histórica nacional con su consecuente peso ritual y simbólico” (Suriano, 1997, p. 72).

Resulta interesante observar este proceso desde la experiencia de los inmigrantes italianos, pues la creación de tradiciones, así como el sentimiento de pertenencia a un estado-nación o comunidad nacional común se encontraba en pleno desarrollo hacia el final del siglo XIX, tanto en su sociedad de origen como en aquella que les daba la bienvenida. Como destacara Bertoni con relación a los inmigrantes que arribaron a la Argentina desde finales del siglo XIX, “resulta fundamental mirar a los hombres que vivieron esta etapa como actores de diferentes procesos y como protagonistas simultáneos de por lo menos dos historias” (Bertoni, 2007, p. 12).

En ambos casos, las celebraciones de acontecimientos históricos definidos como relevantes para la tradición patriótica que se estaba construyendo, ocuparon un lugar destacado en el andamiaje simbólico del que se valieron los nacientes estados para lograr la tan ansiada cohesión nacional.

En la década de 1880, en este sentido, comenzaron a advertirse transformaciones notables respecto del período precedente. Para el caso argentino, minuciosamente estudiado por Bertoni (2007), desde 1881 se puede observar un cambio en las celebraciones, en las cuales la presencia del Estado se volvió protagonista, convirtiendo a las fiestas patrias en festejos solemnes y desplazando la participación popular al lugar de espectador. Mientras tanto, lo mismo ocurría con las celebraciones organizadas por las colectividades de inmigrantes, al calor del aumento del flujo migratorio de sus connacionales.

Fue en ese contexto que los festejos del XX de Septiembre, otrora modestos, se convirtieron en las grandes manifestaciones a las que nos referimos anteriormente. Al igual que lo que ocurriera con las fiestas patrias argentinas, el discurso del Estado italiano se abrió paso en las celebraciones que organizaba la comunidad italiana local. Los festejos en torno al XX de Septiembre se volvieron escenario privilegiado para la exaltación de los valores nacionalistas, pero el proceso que llevó a la instauración de esta tradición no estuvo exento de contradicciones y disputas. A medida que crecía su poder de convocatoria, aumentaron las tensiones que enfrentaban a las diferentes sociedades italianas por la impronta política que se pretendía imponer a los festejos. Paulatinamente, los republicanos más intransigentes en su postura antimonárquica se vieron marginalizados de la dirección de la colectividad. Reflejo de estos cambios, el carácter de los festejos se fue transformando en un culto a la “patria lejana”, bajo iniciativa de nuevos sectores dirigentes, vinculados con el servicio exterior italiano, funcionarios consulares e intelectuales partidarios de la nueva y ambiciosa política exterior del Estado italiano (Bertoni, 2007, pp. 87-88; Devoto, 2006. p. 133).

En Argentina, el peso que adquirió el fenómeno inmigratorio hacia finales del siglo XIX convirtió a la heterogeneidad étnica en uno de los aspectos más sobresalientes del proceso de formación del movimiento obrero local. Para aquellos que pretendían construir una identidad y solidaridad de clase entre los trabajadores nativos e inmigrantes, sin dudas representó un importante desafío. Con ese objetivo, la izquierda también se volcó tenazmente a “inventar tradiciones” que permitieran cohesionar al colectivo de trabajadores, “de otorgarle una identidad y de contribuir a la constitución de un imaginario social obrero” (Suriano, 1997, p. 72). Frente a un Estado que se encontraba preocupado por construir una tradición histórica nacional que le permitiera subsumir las diferentes identidades étnicas y sociales en un único “ser nacional”, anarquistas y socialistas (las principales fuerzas políticas de la izquierda durante el período) se embarcaron en la tarea de construir un espacio simbólico alternativo que trazara solidaridades entre los trabajadores y los alejara de la confraternización de base étnica que los hermanaba con sus explotadores.

Marina Becerra (2005) observó esta problemática a partir del análisis de la participación de los socialistas en las fiestas patrias argentinas. Para Becerra, el proceso de construcción de una identidad socialista se vio atravesado por una contradicción entre el interés particular de construir un partido de la clase obrera, con la función universalista de democratizar la vida política y social argentina. El problema del PS, en su período fundacional, “era de qué modo articular, en la producción de una identidad socialista, la conflictiva cuestión social con la cuestión nacional, que aparecía en primer plano como parte de la operación cultural de producción estatal de la nación argentina” (Becerra, 2005, p. 100). Para el socialismo, el eje de la construcción de su identidad política era la lucha de clases, internacionalista, “sin embargo, para constituirse como partido nacional argentino, debían dar cuenta de algún tipo de especificidad local” (Becerra, 2005, p. 100). Por ese motivo, la celebración de las fiestas patrias argentinas presentaba a los socialistas una disyuntiva:

 

por un lado, podían participar de las fiestas patrias incluyendo a los inmigrantes en el espíritu cívico, definiendo así su identidad socialista articulada a la nacionalidad argentina, es decir, incorporando en su proyecto específico particularidades de otros grupos sociales, lo cual daría cuenta de cierta voluntad hegemónica (…). Por otro lado, podían abstenerse de festejar las fechas patrias, “fiestas de los burgueses”, constituyendo otra identidad, también superadora de las diferencias culturales que traían los inmigrantes, la identidad socialista – fundamentalmente internacional – pero ya no fundada bajo el ideal de la nación. (Becerra, 2005, pp. 101-102).

 

Francisco Reyes, en un trabajo más reciente (2018), abordó también la participación de los socialistas en las fiestas patrias argentinas como parte de una pregunta más amplia: cómo evolucionó el lugar de la nación y el nacionalismo en la constitución del socialismo moderno adscripto a la Segunda Internacional.

En su análisis, Reyes identificó en el período de 1894-1912 una transformación en la concepción del nacionalismo dentro de la identidad socialista: un primer rechazo a la expresión de sentimientos patrióticos, durante los años fundacionales del PS, fue madurando durante el cambio de siglo hacia una redefinición del concepto de nación, que acabó de consolidarse en torno a las celebraciones del centenario de la Revolución de Mayo de 1810, en clave de “patriotismo socialista” o “buen nacionalismo”, no excluyente del internacionalismo obrero.

En ello intervinieron una serie de factores locales, como el auge del nacionalismo estatal y de la sociedad civil, influenciado por el conflicto limítrofe con Chile (que alcanza un clímax hacia 1897-1898),[4] el aumento de la conflictividad obrera y de la reacción conservadora, plasmada en la Ley de Residencia de Extranjeros (1902); así como la consolidación de la institucionalidad del PS y su llegada al Parlamento con la elección del primer diputado socialista, Alfredo Palacios, en 1904 y finalmente, el clima de exaltación patriótica que rodeó a los festejos del Centenario y a la proclamación de la Ley de Defensa Social en 1910.

Asimismo, las transformaciones que operaron en el plano internacional, en los años previos a la Primera Guerra Mundial, trasladaron estos mismos debates al seno de la Segunda Internacional, de los que formaron parte los dirigentes políticos e intelectuales del socialismo argentino.

El lugar del nacionalismo en la identidad socialista evolucionó también como resultado de otra serie de discusiones sobre la importancia de la acción política y electoral que, en el plano local, implicaba una campaña por la naturalización de los extranjeros, para que los trabajadores inmigrantes pudieran participar de las elecciones. Debido al rechazo a la naturalización que reinaba entre los trabajadores (y también en una parte considerable de los militantes), la lucha por la obtención de derechos políticos implicaba a la vez una lucha “contra los ‘prejuicios patrióticos’ de los propios trabajadores inmigrados que mantenían un apego nostálgico a sus comunidades de origen, en función de lo cual los mismos debían apelar a un ‘patriotismo bien entendido’ en clave de internacionalismo socialista” (Reyes, 2018, p. 210).[5]

En el presente trabajo abordamos la intervención de los socialistas frente a las celebraciones que tenían lugar en nuestro país en forma anual el 20 de septiembre, organizadas por la colectividad italiana local. Debido al lugar central que adquirieron los festejos del XX de Septiembre para la construcción de una identidad común entre la colectividad italiana, entendemos que un análisis de la intervención socialista en los mismos permite acercarnos al modo en que se posicionaron frente al desafío de organizar a los trabajadores de una comunidad de inmigrantes.

Retomando la hipótesis de Marina Becerra, creemos que al igual que lo que acontecía con las fiestas patrias argentinas, la celebración de una fiesta patriótica italiana en nuestro país presentaba al socialismo local una disyuntiva respecto al modo de intervención en la misma. La forma en que resolvieron esa contradicción a lo largo del período bajo nuestro análisis es la pregunta principal que guió la presente investigación.

Al mismo tiempo, consideramos que permite un acercamiento desde otro ángulo a la problemática analizada por Reyes sobre el lugar de la nación en la identidad socialista. Dado que aquí se trataba de fiestas organizadas por los dirigentes de una colectividad de inmigrantes, en las que buscaban exaltar la lealtad y el “apego nostálgico” a la “patria lejana”, entendemos que presentaba a los socialistas un desafío adicional a la hora de interpelar a los trabajadores que participaban en ellas.

Para ello realizamos una lectura de La Vanguardia (LV) desde los inicios de su publicación en 1894 hasta 1910, atendiendo a la importancia que se le otorgaba desde su principal órgano de difusión, al contenido de los discursos elaborados sobre el XX de Septiembre y a las acciones que desenvolvieron en el contexto de los festejos.

 

Cambalache patriotero

 

En abril de 1894, en un contexto de auge de la conflictividad obrera, se produjo la convergencia de la Agrupación Socialista, el Centro Socialista Universitario y agrupaciones socialistas de base étnica (el Vorwärtz alemán, el francés Les Égaux francés y el italiano Fascio de Liberatori),[6] en torno a la publicación del periódico LV, considerado el primer paso hacia la institucionalización partidaria que se procesaría en el bienio siguiente (Tarcus, 2013; Martínez Mazzola, 2008).

En ocasión del XX de Septiembre, LV publicó una columna de Francisco Dagnino titulada “Cambalache patriotero. 20 de septiembre de 1870” que denunciaba las celebraciones como grotescas escenas de la comedia burguesa”, en las que “los charlatanes del patriotismo y la política” se exhibían con sus medallas frente a unas “muchedumbres atónitas”. [7]Sin más referencias a los festejos, incluso sin explicitar en ningún punto si se refería a las celebraciones que tenían lugar en Argentina o en Italia, Dagnino pasaba revista de los enfrentamientos suscitados en torno a los juicios póstumos sobre “el hecho histórico que obligó á la burguesía monárquica italiana á apoderarse de Roma”: por un lado, estaban aquellos que reivindicaban el avance sobre Roma y por el otro, quienes se oponían a la caída del poder temporal de los papas. Por fuera de estos dos campos en disputa, se encontraba el proletariado italiano a quien “no le han importado nunca esas cuestiones, y mucho menos hoy día”. Su situación de explotación no había cambiado con la integración de Roma. Las “pillerías”, “abusos” y “persecuciones” demostraban la semejanza del presente con el antiguo régimen, y por ese motivo, concluía Dagnino “[el proletariado italiano] quiere vivir humanamente y elevarse hasta las “altas idealidades” que la burguesía monárquica y republicana, de común acuerdo y en un dúo conmovedor, le reprochan continuamente haber olvidado; y está decidido á no servir más de títeres a los payasos del patriotismo”.[8]   

En este sentido, su caracterización de “cambalache patriotero” no sólo es posible aplicarla a los festejos, sino también al significado histórico de la fecha que se celebraba. Si las condiciones de vida del proletariado italiano no habían cambiado en absoluto a partir de la unificación italiana, si sus condiciones de explotación permanecían invariables ¿qué sentido podía tener para los trabajadores conmemorar dicho acontecimiento?

En cuanto a la participación socialista en las celebraciones, todo parece indicar que no tomaron parte como organización en ellas. Sin embargo, en el mismo número en que se publicaron estas notas, se anunció el lanzamiento de una suscripción en favor de “los condenados de Sicilia y Lunigiana”[9] destinado a colaborar con la agitación emprendida por los compañeros en Italia. En ella, se invitaba a colaborar a “cuantos aman la libertad”, expresión que adquiría mayor significación si tomamos en cuenta que las propias palabras de Dagnino con relación a las celebraciones del XX de Septiembre denunciaban la “celebración de la libertad” mientras tenían lugar las represiones de Sicilia.  

Al año siguiente el gobierno italiano proclamó el aniversario del XX de Septiembre como fiesta nacional. Posiblemente por este motivo, la nota que publicó LV, nuevamente a cargo de Dagnino, dedicó mayor espacio que en la anterior a explicar la significación histórica del 20 de septiembre de 1870. Manteniendo una tónica muy similar, se señalaba que la “pantomima grotesca de la famosa brecha de Porta Pía, no era más que un gran negocio manipulado por la incipiente burguesía industrial y commercial [sic] piamontesa, lombarda y lígure”.[10] En este sentido, las conmemoraciones de aquel aniversario se convertían en los festejos de una burguesía que se celebraba a sí misma. Al mismo tiempo, denunciaba que la reciente proclamación del XX de Septiembre como fiesta nacional por parte del partido conservador italiano, sólo en apariencia representaba un antagonismo existente entre la burguesía y el clero. El restablecimiento de la ley Casati, que a pesar de algunas correcciones restablecía la obligación de la enseñanza católica en las escuelas del reino itálico, hablaba según Dagnino, mejor que cualquier demostración. Los trabajadores italianos no tenían nada por lo que alegrarse, nada que festejar: su lugar era el de la movilización. Por ese motivo Dagnino cerraba su nota saludando a los “los proletarios de Roma” que se alzaban contra el gobierno en defensa de “Giuffrida De Felice [sic]”, quien fuera detenido en Sicilia y electo diputado por el socialismo en las elecciones de mayo de 1895 y nuevamente en el mes de septiembre del mismo año.

Mientras tanto, las relaciones entre el Fascio y la incipiente dirección partidaria comenzaban a evidenciar tensiones que se agravarían a fines de 1895 y a lo largo de 1896. Entre los puntos más sensibles se encontraba la voluntad de restringir la participación en los órganos dirigentes del Partido a quienes contaran con los derechos políticos y estuvieran inscriptos en los registros electorales. El Fascio, cuyos miembros en su mayoría no habían optado por la naturalización, se opuso a esta reforma, pero su posición se vio finalmente derrotada. Las relaciones se tensaron al máximo cuando el Fascio resolvió comenzar a publicar un periódico propio, en lengua italiana, y el Comité Ejecutivo del Partido rechazó el pedido que le hiciera la agrupación para colaborar en su financiamiento. Como consecuencia, el Fascio anunció en el mes de septiembre de 1896 que se consideraba desligado del Partido por no poder afrontar las cuotas personales y al mismo tiempo la publicación de su nuevo periódico (Poy, 2014, p. 23).

Al comenzar el mes de octubre apareció el primer número de “La Rivendicazione. Giornale Socialista Settimanale” y su publicación fue anunciada desde las páginas de LV. Sin embargo, las actividades de la agrupación socialista italiana ocuparon cada vez menos lugar en las páginas de la publicación partidaria. No extraña, por ese motivo, que este año LV no publicara ninguna nota relacionada con la conmemoración del 20 de septiembre. Desconocemos la posición adoptaba al respecto por los miembros Fascio, pero resulta evidente el contraste con las espaciosas columnas que en los años anteriores se le dedicaba al asunto en las páginas de LV.[11]

Hasta aquí pudimos observar un período en que los socialistas no desarrollaron ningún tipo de actividad específica en torno a las celebraciones del XX de Septiembre que se realizaban anualmente en Buenos Aires. Sin embargo, se le confería suficiente espacio en las páginas del semanario socialista a uno de sus miembros para que expusiera de manera sumamente crítica sobre el carácter de los festejos, así como de la significación histórica de la fecha que se conmemoraba, dejando en claro que los trabajadores italianos no tenían nada que hacer en ellos. Al igual que ocurriera con las fiestas patrias argentinas, analizadas por Reyes (2018), durante este primer período los socialistas trazaron una clara delimitación respecto a los festejos del XX de Septiembre, caracterizados como “fiestas de la burguesía” que se oponían a los verdaderos intereses del proletariado, socialista e internacionalista.

 

Manifestación anticlerical

 

A comienzos de 1897 el Fascio anunció la suspensión de su periódico, al resultar su financiamiento una tarea insostenible. En ese marco se produce un acercamiento a la organización partidaria que fue celebrado desde LV, agregando que varios miembros habían “asegurado que se nacionalizarían” (Poy, 2014, p. 29). Al cumplirse el tercer aniversario de la agrupación, en julio de 1897, se publicó un extenso balance crítico del desarrollo socialista entre la comunidad italiana, que los conducía a replantear su actividad para “reunir bajo la bandera socialista al mayor número posible de connacionales” (Poy, 2014, p. 30).

Con motivo del nuevo aniversario del XX de Septiembre, LV publicó una nota firmada por Mario Gino dirigida a los “trabajadores italianos”, que mantenía ciertas continuidades importantes con aquellas escritas por Dagnino en los años anteriores.[12] Al tratar la significación histórica de aquella emblemática fecha, Gino sostenía que para los trabajadores italianos “el XX de Septiembre no significa mas [sic] que un patrón militar que sustituyó a un patrón cura”, atrayendo todo un cúmulo de “nuevas miserias y nuevos dolores”, detallados en forma extensa en su nota. Sin embargo, en esta oportunidad se rescataba la figura de Garibaldi, y su intento de asesinato el 29 de agosto de 1862 bajo las órdenes de Víctor Manuel II era caracterizado como el momento en que la burguesía italiana logró “encadenar al pueblo italiano”. Por ese motivo, Gino cerraba su nota extendiendo un llamado a los trabajadores italianos para unirse a los socialistas en el combate a la burguesía “que no tiene patria ni religión”.

Una ilustración con la firma de Dagnino acompañaba estas columnas, señalando una contraposición entre el 20 de septiembre de 1870 con el presente. La representación correspondiente a 1897 estaba caracterizada por la unidad entre monarquía y papado, acompañado de una leyenda que rezaba: “Hoy, bajo la misma monarquía, representante del libre pensamiento burgués, se preparan para el pueblo italiano nuevas leyes de domicilio coatto [arresto domiciliario] repetición de las crueldades de antaño”.[13] Coincidía en este sentido con los análisis que destacaban las continuidades entre el antiguo régimen y el actual. Pero al referir al 20 de septiembre de 1870 por primera vez aparecía el papel desempeñado por el pueblo italiano en aquel acontecimiento histórico, al señalar que fue este quien “obligó a la monarquía de Saboya á entrar en Roma, para completar la unidad nacional”. Llamativo, por cuanto el propio Dagnino había afirmado en 1895 que aquel 20 de septiembre no había sido más que el producto de manipulaciones de la burguesía industrial y comercial motivadas por el lucro capitalista.

 

Imagen 1: Ilustración firmada por Dagnino, comparando el XX de Septiembre de 1870 y el de 1897.

Fuente: LV, 18/09/1897.

 

No obstante, lo más destacado en esta oportunidad fue una publicación firmada por Italo Vighi bajo el título “Los italianos y el 20 de septiembre”.[14] En ella, encontramos la primera caracterización de los festejos que tenían lugar en Argentina, organizados por “los patrioteros italianos”. En estas líneas, el autor revelaba sobre una fuente de tensiones que atravesaban a la comunidad italiana residente en nuestro país. Mientras que el aniversario era aprovechado por los organizadores de los festejos para reunir fondos para la fundación del Nuevo Hospital Italiano, Vighi denunciaba que la mayoría de los italianos no eran admitidos en el hospital, si no contaban con “mil recomendaciones, aun cuando esten vacíos los salones”. Y continuaba afirmando que “los patrioteros” no reflejaban en sus fiestas el verdadero carácter del XX de Septiembre, expresión de la lucha “contra el clero y la barbarie”, al transformarlo en una “farsa puramente patriótica” a la que los italianos no debían prestar concurso. Por el contrario, no era con fiestas que se honraba a los “mártires de libertad, sino siguiendo y poniendo en práctica sus ideas”. Una campaña iniciada unos días antes por el PS para impulsar un proyecto de reforma constitucional, incluía en uno de sus puntos la separación de la Iglesia y del Estado. Según Vighi, esa reivindicación encarnaba el verdadero espíritu del XX de Septiembre, y por esa razón exhortaba a todos los italianos residentes en el país a colocar su firma en las copias del proyecto que eran repartidas a tal efecto.

En defensa de este proyecto se organizó un meeting para el domingo 26 de septiembre, con importantes referencias simbólicas a la comunidad italiana. La manifestación se congregó en la Plaza Lorea, dirigiéndose a la estatua de Mazzini, donde los oradores profirieron sus discursos. Una banda encabezaba la columna, que a lo largo del recorrido tocó “el himno a los trabajadores, la Marsellesa y la marcha de Garibaldi”.[15] Participaron con sus “banderas rojas” “el Centro Juventud Socialista, el Centro Socialista Universitario, el Centro Socialista Obrero, el de Carlos Marx, el de Barracas al Norte y la Sociedad de Curtidores”.[16] Mario Gino, fue uno de los oradores principales, junto con Juan B. Justo y Adrián Patroni. La defensa de la separación de la Iglesia y el Estado estuvo a cargo del Dr. Carlos Malagarriga, quien sostuvo que se trataba de una lucha que debían emprender unidos, todos los partidos liberales. Para dar cierre a su intervención, el orador solicitó un ¡Viva Mazzini!, por considerarlo síntesis de aquel ideal.

Este año encontramos a su vez, la primera referencia explícita de una participación socialista en los festejos por el XX de Septiembre. En el número del 25 de septiembre se publicaron dos notas breves, sin firma, que contraponían los festejos realizados en Buenos Aires por la burguesía, con el “20 de septiembre de los socialistas”.[17]

En la primera, las celebraciones eran retratadas como una sucesión de banquetes que comenzaron el domingo 19 por la mañana, concluyendo recién el día 20 por la noche. El apogeo de la fiesta fue un almuerzo en el barrio de La Boca, del que participaron el Conde Antonelli, junto con el General Levalle y su familia, así como periodistas de los principales periódicos italianos que se publicaban en Argentina.

La Boca fue también sede de la actividad de la que participaron los socialistas, organizada por “las sociedades anticlericales” que logró reunir 400 personas, según las estimaciones del cronista de LV. En ella, Gino participó en calidad de orador y rescató las figuras de Mazzini y Garibaldi, caracterizados como peligrosos ante los ojos de la burguesía italiana por sus ideas potencialmente socialistas. Al igual que en la nota que publicara la semana anterior, de la significación histórica del aniversario pasó a la denuncia de la situación reinante en Italia, donde la libertad de pensamiento, de imprenta y de reunión se encontraban vedadas por el gobierno de la burguesía italiana. El éxito de esta actividad para los socialistas estuvo medido por los vivas que cosechó el discurso de Gino y la entonación unánime del himno de los trabajadores al finalizar la asamblea.[18]

En 1898 los festejos por el XX de Septiembre tuvieron lugar en el marco de la amenaza de un inminente conflicto bélico con Chile. El apoyo prestado por la dirigencia peninsular y la inscripción masiva de italianos en las legiones militares (especialmente en la recién creada Legión ítalo-argentina), alentó el desarrollo de un fuerte clima de confraternidad entre ambos países. En ese contexto, las celebraciones del XX de Septiembre adquirieron el carácter de “fiesta nacional argentina”, con la participación de miembros del gobierno argentino en los festejos. La procesión que se dio cita en la Plaza Once de Septiembre para dirigirse a las puertas del Hospital Italiano, sede del acto oficial, nucleó una columna organizada por estudiantes argentinos junto con otra del comité italiano, alcanzando, según La Nación, unos 50.000 manifestantes (Bertoni, 2007, pp. 242-243; Devoto, 2006, p. 305).

En este contexto, LV informa a comienzos de septiembre, sobre una reunión para organizar “una contra-manifestación á la parodia que pretenden realizar los patrioteros ítalo-argentinos”[19] para el 20 de septiembre. Dicha reunión tuvo lugar en el local de la sociedad Alleanza Republicana Universale de La Boca, con presencia de delegados de agrupaciones anarquistas, republicanas italianas y del Partido Socialista, cuyo resultado fue la elaboración de un documento unificado y la organización de un acto para el 20 de septiembre, en el que hablarían “Orazio Iriani, Adrián Patroni, Pedro Gori y E. Dickman”.[20]

En el documento aparece una interpretación del XX de Septiembre que recuerda la línea desarrollada por los socialistas hasta el momento. En ella, se resaltan los elementos de continuidad entre el antiguo régimen y las “recientes represiones sangrientas” desatadas en todas partes de Italia. Por ese motivo, se caracteriza el aniversario como un “día de luto para los ánimos libres”, y los festejos como “insultantes sarcasmos para las víctimas de la más brutal reacción”. A pesar de que en la convocatoria a la reunión organizadora se planteaba como objetivo la realización de una contramanifestación a las celebraciones orquestadas por los “patrioteros ítalo-argentinos”, en el documento publicado el eje de las críticas fue dirigido al represivo gobierno italiano. Las firmas eran extensas, incluyendo un conjunto de agrupaciones anarquistas, republicanas italianas, socialistas y de sociedades de resistencia, así como la de los periódicos La Protesta Humana, L´Amico del Popolo, y La Vanguardia.

A diferencia del primer período analizado, en el cual los socialistas mostraban un rechazo abierto por la fecha histórica del XX de Septiembre y sus conmemoraciones, en estos años se observa un deslizamiento hacia la disputa de sus significados, redefiniendo la importancia histórica del XX de Septiembre en los términos de la lucha de clases. Mientras que en un primer momento los trabajadores y sus intereses eran ubicados por fuera del acontecimiento histórico, ahora se reivindicaba su participación protagonista en la lucha por la unidad italiana y en la batalla contra el clero. Reivindicando esa tradición histórica, los socialistas se definían como los únicos y verdaderos herederos de las banderas levantadas por Mazzini y Garibaldi y desde ese lugar hacían un llamado a la organización de los trabajadores contra las opresiones de ayer y de hoy. No obstante, la apropiación del significado histórico del XX de Septiembre para la construcción de la identidad socialista, que apenas se insinuaba en estos años finales del siglo XIX, se presentará con mayor claridad al entrar en el siglo XX, al calor de una transformación en el escenario político en el que debían desenvolver su agitación. 

 

El XX de Septiembre y “los amigos de la libertad”

 

En julio de 1900 el diputado Carlos Olivera presentó un proyecto de ley de divorcio que desencadenó un proceso de movilización y debate público que durante los dos años siguientes polarizó las opiniones tanto dentro como fuera del Congreso. Como señaló Bertoni, el debate político sobre la materia se desarrolló “en un clima de intolerancia, de denuncia, de combate, que contribuyó a construir las imágenes de campos enfrentados e irreconciliables en la política y en la sociedad” (Bertoni, 2009, p. 2).

La Iglesia católica encabezó la oposición al proyecto, desarrollando una enorme campaña en el Congreso, en la prensa y fundamentalmente en las calles a través de movilizaciones masivas. A diferencia de lo que había ocurrido durante la década de 1880, cuando se aprobaron una serie de reformas legislativas “laicas” (vinculadas a la educación, al matrimonio y registro civil) que recortaron el poder de la Iglesia Católica en ámbitos que pasaba a concentrar el Estado, con el inicio de la segunda presidencia de Roca (1898-1904) había comenzado a evidenciarse una mayor receptividad de la clase política argentina a los reclamos del clero, al tiempo que la Iglesia presentaba una mayor capacidad de organización y movilización que en la etapa precedente. Frente a esta acción coordinada de los partidarios de la Iglesia católica en distintos ámbitos de la sociedad, se fue conformando un movimiento heterogéneo que reunía a masones, protestantes, socialistas, anarquistas, republicanos y liberales, que a pesar de sus enormes diferencias compartían un común rechazo a la Iglesia y su influencia en el Estado y la sociedad (Poy, 2017, p. 2).

La afinidad del socialismo con el campo anticlerical formaba parte de sus principios doctrinarios y de la construcción de su identidad,[21] por este motivo, “cuando, a fines de 1900 y fundamentalmente durante 1901, se agudizó la tensión entre la Iglesia y el movimiento anticlerical, sobre todo en la ciudad de Buenos Aires, los socialistas dedicaron una atención importante tanto a la elaboración política sobre el tema como a la organización de actividades” (Poy, 2017, p. 4).

En ese agitado clima, y como ocurriera en 1897, septiembre fue escenario de una manifestación liberal. Así, el 15 de septiembre de 1901 se realizó “un mitin convocado por un ‘comité popular liberal’ que reunía a un vasto conjunto de sectores: clubes liberales, grupos masónicos, sociedades gremiales y centros locales del Partido Socialista, además de personalidades independientes” (Poy, 2017, p. 4), con el objetivo de presentar una petición al Congreso en reclamo de la separación de la Iglesia y el Estado y otras reformas sobre las congregaciones religiosas proyectadas por el diputado Emilio Gouchón. No obstante, a pesar de que los socialistas jugaron un rol protagónico en esta y otras actividades del mismo tenor, “se sentían al mismo tiempo incómodos con el carácter heterogéneo del movimiento anticlerical, en términos de líneas políticas y de clase” (Poy, 2017, p. 5). Por este motivo, la delimitación política del resto de los integrantes de la resistencia a la ofensiva clerical fue constante, y se volvió más intensa a medida que se volvía evidente el creciente poderío de la posición católica en la batalla política que se estaba librando. Para los socialistas, era preciso participar de las actividades organizadas contra el avance religioso, pero dejando en claro que el único modo de llevar a cabo una lucha anticlerical consecuente era construyendo una organización política autónoma de los trabajadores, “capaz de enfrentar a la Iglesia y sus defensores más directos, pero también a un régimen político y una clase dominante que eran, en última instancia, los responsables del avance del clericalismo” (Poy, 2017, p. 7). De este modo, los socialistas se autodefinían como los auténticos exponentes de la lucha anticlerical, delimitándose de sus demás compañeros de ruta en ese terreno.[22]

La enorme campaña desenvuelta por la Iglesia en las calles, en la prensa y en el Congreso, así como el acercamiento entre el presidente Roca y el clero, le valieron una importante victoria al ser rechazado el proyecto de ley de divorcio en 1902. De acuerdo con Bertoni, aquel suceso marcó “un claro límite al desarrollo de la laicidad y constituye un momento de significativa inflexión en el poder de la Iglesia para arbitrar en asuntos civiles y públicos” (Bertoni, 2009, p. 1).

El cambio en el posicionamiento del socialismo local respecto a las conmemoraciones del XX de Septiembre, debemos ubicarla en este contexto. Como veremos, en los años que siguen los socialistas intervendrán más decididamente en los festejos del XX de Septiembre, en conjunto con otros sectores políticos afines al librepensamiento, imprimiéndole un carácter de lucha anticlerical, pero sin dejar de delimitarse e insistir en que su corriente era la única verdaderamente consecuente en la batalla contra el clero.

Desde esta óptica leemos la entrevista que se realizó al diputado socialista italiano Dino Rondani, en ocasión de su visita a nuestro país en septiembre de 1902. En ella, publicada el 20 de septiembre de 1902 se le preguntaba qué pensaba el Partido Socialista Italiano sobre los festejos, la actitud que observaban al respecto, y qué posición debían asumir los socialistas y sus simpatizantes en los mismos.[23] Rondani respondía que si bien en Italia el aniversario del XX de Septiembre era una fiesta oficial y obligatoria por parte del Estado, el centro de los festejos era “la entrada de la monarquía en Roma, y no la realización de una verdadera transformación en las ideas y prejuicios religiosos de las masas populares”. Los socialistas italianos, por el contrario, consideraban la caída del poder temporal del Papa como un verdadero acontecimiento histórico, y por ese motivo, en los pueblos donde aún imperaba el clericalismo participaban activamente para difundir en las jornadas la propaganda socialista. En ese sentido, recomendaba a los socialistas residentes en Argentina y a sus simpatizantes darles a los festejos un carácter democrático anticlerical.

En los años siguientes, encontramos una consolidación de las actividades realizadas en ocasión del XX de Septiembre, que a partir de ahora se producen con mayor regularidad.

En 1904, el Centro de la circunscripción 14° organizó una conferencia en los salones de Unione e Benevolenza sobre el 20 de septiembre a cargo de Del Valle Iberlucea, que contó con la presencia de 2000 personas.[24] La actividad fue replicada al año siguiente, aunque en esta oportunidad no se menciona el número de asistentes.

Ese año los socialistas participaron de otra actividad, organizada por la sociedad Verdi de La Boca para celebrar el XX de Septiembre, que logró reunir otras 2000 personas.[25] El carácter heterogéneo de los participantes se expresó en un tumulto producido por la negativa de la banda de música a interpretar el himno de los trabajadores, luego de hacer lo propio con el himno a Garibaldi y el argentino. El conflicto se cerró cuando los músicos accedieron a interpretar el “himno a Turati”, a pedido de los asistentes. El orador que representó al Partido Socialista fue Alfredo Palacios, quien analizó en su discurso la significación de la histórica fecha, interpretado “como avance del librepensamiento y derrota del clericalismo, y no como la victoria de una dinastía real, aspecto bajo el cual es conceptuado por los nacionalistas italianos”.[26]

Esta interpretación del significado histórico del XX de Septiembre apareció a su vez desarrollada en otra nota publicada, sin firma, con el título “El XX de Septiembre. Por qué lo festejan los amigos de la libertad”.[27] En ella el XX de Septiembre de 1870 era celebrado como victoria del librepensamiento, pues la caída del poder temporal de los papas le asestó a la Iglesia católica, “un recio golpe de que no va jamás á reponerse, quitándole grandes recursos para su obra de corrupción y mentira”. Al mismo tiempo se rescataba la importancia de la unificación italiana, sellada con la integración de Roma, para el avance del progreso y la civilización. Desde aquel 20 de septiembre, decía el autor, “Italia es para la industria y el comercio un mayor mercado interno, y en la vida intelectual y política un campo de actividad más libre y más amplio para todos sus habitantes”. Quedaban atrás los días en que el aniversario del XX de Septiembre era utilizado para denunciar el estado represivo que se vivía en Italia. Quizás la respuesta a este cambio en la interpretación del significado histórico del XX de Septiembre esté contenida en el segundo aspecto que abarcaba el proceso de unificación italiana. Para el autor, el XX de Septiembre debía ser celebrado porque representaba un avance en la unidad de los trabajadores, anteriormente divididos por prejuicios de fronteras. Desde aquel día, “desde que el napolitano y el piamontés son conciudadanos, están más cerca también de los ciudadanos de todos los países”, acontecimiento profundamente importante para un movimiento que dedicaba sus esfuerzos a construir la unidad internacional de los trabajadores.

En 1906 tuvo lugar en Buenos Aires el tercer Congreso Internacional del Libre Pensamiento, con participación de delegados socialistas argentinos y extranjeros. [28] La apertura fue planificada para el día 20 de septiembre y toda la jornada giró en torno a los festejos organizados por el “Comité XX Septiembre” para celebrar dicho aniversario.[29] Sin descuidar su participación en estos festejos, LV convidó a sus lectores a participar de una conferencia organizada por la logia masónica Aurora Risorta, para conmemorar el triunfo del librepensamiento, en la cual intervendría Del Valle Iberlucea. La misma tuvo lugar en los salones de la sociedad Verdi, a total beneficio de las escuelas laicas de la localidad.

Al año siguiente el Partido Socialista anunció la conformación de un “Comité Popular” con la participación de representantes de las asociaciones del barrio de La Boca para organizar la celebración del XX de Septiembre.[30] El programa de los festejos iniciaba con la formación de una “columna cívica” de todas las sociedades en la Plaza Almirante Brown, para marchar hacia los salones de la sociedad “José Verdi”, en la que tendría lugar una conferencia pública con la participación de Del Valle Iberlucea.

El local de esta sociedad fue nuevamente el escenario de la conmemoración del XX de Septiembre en el año 1908. En esta oportunidad, el Centro Socialista de La Boca organizó una conferencia que contó con la participación de más de 1.500 personas, según las estimaciones de LV.[31] A los oradores del Partido Socialista, Enrique Dickmann y Alfredo Palacios, se sumó un representante del “Club Aurora”, el señor Gaspar Cambiaggio.  Disertaron sobre el significado histórico del XX de Septiembre, coincidiendo en destacar la importancia de aquel acontecimiento en la lucha anticlerical, de la que los socialistas eran los únicos continuadores.

En 1909 la cita fue nuevamente en la sociedad “Verdi”, con una conferencia organizada por la Juventud Socialista de la Boca con intervenciones de José Muzilli y Del Valle Iberlucea. La actividad, organizada para celebrar la caída temporal de los papas, se convirtió en tribuna de denuncia de la represión política y clerical desatada en España, y que mantenía por aquellos días a Francisco Ferrer condenado en prisión.[32]

Al año siguiente, las actividades organizadas por los socialistas para celebrar el XX de Septiembre fueron variadas, pero con menor nivel de concurrencia. La Juventud Socialista de la Boca convocó a una conferencia pública en el local de la sociedad “Unión de la Boca”, con Del Valle Iberlucea y Alejandro Mantecón como oradores. El Centro Socialista de la circunscripción 4°, del barrio de La Boca, organizó por su parte otra conferencia en los salones de la sociedad “José Verdi”, con los mismos oradores. A su vez, Alfredo Palacios fue convidado a participar de un acto organizado por las Logias Giuseppe Garibaldi y Liberi Pensatori, en el local de la primera.[33]

El cambio de época que implicó el auge del nacionalismo argentino durante los festejos del Centenario clausura el período que analizamos en el presente trabajo. En los años siguientes, los festejos por el XX de Septiembre perdieron protagonismo entre la colectividad italiana local (recuperándose desde otro lugar en el contexto de la Primera Guerra Mundial) y del mismo modo sucedió con la intervención socialista en los mismos.

A su vez, la recuperación de la significación histórica del XX de Septiembre en clave anticlerical, sufrió el embate de la fractura del movimiento librepensador por diferencias internas en torno al conflicto social de 1909-1910. Las actividades en las que había participado el socialismo, junto con otras sociedades anticlericales y logias masónicas durante los primeros años del siglo XX ya no serán posibles, al menos en la misma magnitud, al consolidarse la “implosión” del librepensamiento argentino, entre un “ala izquierda”, liberal-progresista y un “ala derecha”, conservadora, a consecuencia del clima de agitación obrera que se vivió entre la “Semana Roja” de mayo de 1909 y la sanción de la Ley de Defensa Social, en 1910 (Mollès, 2013, pp. 262-266).

 

Algunas consideraciones finales

 

En el recorrido que realizamos por las diferentes publicaciones que aparecieron en las páginas de LV entre 1894 y 1910 en ocasión del aniversario de la unificación italiana, pudimos vislumbrar una triple correlación entre los sentidos atribuidos al acontecimiento histórico y a los festejos que organizaba la dirigencia de la colectividad italiana, con las actividades que desarrollaron los socialistas a tal efecto.

En una primera etapa, se construye una visión alternativa a la concepción del 20 de septiembre de 1870 como un punto de inflexión en la historia de Italia, resaltando los elementos de continuidad entre el antiguo régimen y el presente de represión que sufría el pueblo italiano. En este primer momento, “la brecha de Porta Pía”, era retratada como un episodio en la historia de la burguesía que no había generado más que impactos negativos en la vida de los trabajadores de Italia. Por este motivo, los festejos de su aniversario sólo podían pensarse como fiestas de una burguesía que se celebraba a sí misma. Se trazaba así una delimitación clara entre los asistentes a los festejos y los trabajadores, que eran colocados por fuera de ellos. En este sentido, se entiende que los socialistas no participaran de las celebraciones organizadas por los diferentes sectores de la colectividad italiana. En cuanto a la realización de iniciativas propias, si se nos permite pensar la suscripción en favor de las víctimas de la represión en Sicilia desde esta lógica, entendemos que colaboraba en construir la imagen de dos campos diferenciados, que encontraba unidos a trabajadores y socialistas, en oposición a la burguesía y al gobierno italiano. Por otra parte, las extensas columnas dedicadas a rechazar la significación histórica del XX de Septiembre, y, en consecuencia, su celebración, nos llevan a pensar en acontecimientos que no podían ser simplemente ignorados, en un contexto en el que continuaba creciendo su poder de convocatoria.

Hacia 1897, todavía prevalece una crítica sobre el sentido histórico de los acontecimientos del XX de Septiembre, pero por primera vez se rescata la participación del pueblo italiano en ellos, junto con una reivindicación de las figuras de Mazzini y Garibaldi, como exponentes primitivos de un pensamiento socialista. Al mismo tiempo, se introduce un principio de disputa sobre el carácter de la conmemoración, otorgándole un sentido de lucha anticlerical. Las fiestas organizadas por “los patrioteros” no reflejan el verdadero carácter del XX de Septiembre, que sólo podía ser honrado por aquellos que luchaban cotidianamente contra el clero. 

En esta transformación de la política desarrollada frente a las celebraciones del XX de Septiembre pudo haber influido el balance crítico sobre la extensión de la organización socialista entre los trabajadores de origen italiano realizado unos meses antes en ocasión del tercer aniversario del Fascio. La participación de los socialistas en la actividad organizada por sociedades anticlericales en ocasión de los festejos permitió la difusión de sus ideas ante un auditorio más amplio, cosechando un gran éxito que fue balanceado a partir de la entonación del himno de los trabajadores por la audiencia.

Esta tendencia se profundizará en los años siguientes, a partir de la influencia de otra serie de factores. La masividad que adquirieron los festejos en el año 1898, atrayendo en esta oportunidad no sólo a la comunidad italiana, sino también a parte importante de la sociedad argentina, alentó la conformación de un “comité popular” en el que participaron los socialistas junto con representantes de agrupaciones anarquistas, de sociedades republicanas y de resistencia. Como ya analizamos, en el documento redactado en forma conjunta predominó una interpretación del XX de Septiembre con importantes líneas de continuidad con la desarrollada por los socialistas hasta el momento.

La entrevista realizada al diputado italiano, Dino Rondani, en ocasión de su visita a la Argentina en 1902, manifiesta una preocupación por la política a desarrollar de cara a los festejos por el XX de Septiembre. La disputa por el sentido histórico de aquella emblemática fecha y el contenido de los festejos, es presentada ahora por Rondani de manera mucho más abierta. Frente a los festejos organizados para celebrar la victoria militar de la monarquía al entrar en Roma, los socialistas italianos reivindicaban y celebraban el XX de Septiembre como la derrota de la Iglesia católica. En este sentido, las conmemoraciones de su aniversario adquirían el carácter de jornadas de propaganda anticlerical y socialista.

La interpretación del XX de Septiembre como emblema de la derrota del clericalismo y del avance del librepensamiento se profundiza, sin embargo, en los años siguientes. Las tintas que anteriormente colocaban el eje en la denuncia de la represión y las restricciones a la libertad que imponía el gobierno italiano a los trabajadores, direccionan ahora su ataque a la Iglesia católica. En este contexto se produce un acercamiento entre los socialistas y las asociaciones liberales, que se traduce en numerosas actividades organizadas en forma conjunta. Las más importantes lograron reunir hasta 2.000 asistentes, diversificando y masificando un público frente al cual era posible difundir las ideas socialistas. De este modo, la consolidación de una disputa en torno al sentido histórico otorgado por los nacionalistas italianos a los festejos, y su apropiación por parte de los socialistas como símbolo de la lucha anticlerical de la cual se consideraban sus auténticos exponentes, ofrecía un escenario alentador en el cual desenvolver sus ideas.

Para concluir, consideramos que la elección del marco temporal que realizamos en el presente trabajo, junto con un análisis detenido en cada uno de los años que comprenden el período, nos permitió identificar los matices de un proceso que se inicia en un primer momento de rechazo de la significación histórica del XX de Septiembre y sus festejos, y que paulatinamente va mudando hacia una posición de disputa de los sentidos del pasado y sus celebraciones hasta convertirlo en emblema de la lucha anticlerical. De ese modo, pudimos observar cómo las transformaciones en el contexto político fueron moldeando las respuestas a la disyuntiva que se presentaba a los socialistas sobre el modo de intervenir en los festejos.

 

Bibliografía

 

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Recepción: 03/04/2022

Evaluado: 18/04/2022

Versión Final: 28/04/2022



(*)Profesora de Historia - FFyL UBA. Maestría de Historia en curso en la EIDAES – UNSAM. Email: ladyheidenreich@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9127-0246.

 

 

[1] Cittadini, B., “Recuerdos de mi vida periodística. El primer ‘XX de Septiembre en Buenos Aires’”, Caras y Caretas, 22-09-1917. 

[2] Idem.

[3] El concepto de “tradición inventada” fue acuñado por Hobsbawm ([1983], 2002) para definir un proceso de formalización y ritualización de un grupo de prácticas, normalmente gobernadas por reglas de naturaleza simbólica, que buscan inculcar determinados valores o normas de comportamiento por medio de su repetición, mediante la conexión con un pasado histórico que les sea adecuado. La creación o invención de tradiciones se generalizó entre el último tercio del siglo XIX y comienzos del siglo XX, en respuesta a las profundas y rápidas transformaciones sociales del período que volvieron necesaria la construcción de “nuevos mecanismos que asegurasen o expresaran cohesión e identidad sociales y estructurasen las relaciones sociales” (Hobsbawm, 2002, p. 273).

[4] Bertoni (2001) analizó el conflicto limítrofe con Chile como telón de fondo de un clima de agitación patriótica, de la que formó parte el Estado, con medidas como la Ley de Servicio Militar Obligatorio de 1901, así como un sector de la sociedad civil, con la creación de las primeras Ligas Patrióticas en 1898 y 1901.

[5] Sobre la cuestión de la naturalización de los extranjeros en los años fundacionales del PS, ver Poy (2015).

[6] Sobre el derrotero de la agrupación que nucleaba a los socialistas italianos de Buenos Aires, su vinculación con el PSI y las polémicas y tensiones que atravesaron su relación con el resto del PS, ver Poy (2014).

[7] Dagnino, F. “Cambalache patriotero”, LV, 22/09/1894, pp.1-2.

[8] Ídem.

[9] En enero de 1894 el gobierno italiano decreta el estado de sitio para reprimir un movimiento huelguístico y de ocupaciones de tierras que había estallado hacia fines del año anterior.  Los líderes del movimiento, de filiación predominantemente socialista, fueron arrestados, desatando expresiones de solidaridad por parte de organizaciones de trabajadores en diferentes partes del globo.

[10] Dagnino F., “La fiesta de Roma intangible. 1870”, LV, 21/09/1895, p. 1.

[11] Los pocos números conservados de esta publicación no abarcan el mes de septiembre, por lo que no hemos podido consultar su intervención en torno a las celebraciones del XX de Septiembre (Poy, 2014, p. 15).

[12] Gino, M., “XX de Septiembre. A los trabajadores italianos!”, LV, 18/09/1897, p. 1.

[13] LV, 18-09-1897, p. 1.

[14] Vighi, I., “Los italianos y el 20 de septiembre”, LV, 18/09/1897, p. 2.

[15] Sobre las similitudes con la organización del 1° de Mayo socialista, en torno al repertorio musical, la presencia de banderas rojas y de estandartes, ver Reyes (2016).

[16] “Nuestra manifestación”, LV, 2/10/1897, p. 2.

[17] “El XX de septiembre de los burgueses” y “El XX de septiembre de los socialistas”, LV, 25/09/1897, p.2.

[18] “El XX de septiembre de los socialistas”, Op. Cit.

[19] “XX de Septiembre”, LV, 3/09/1898, p.3.

[20] “XX de Septiembre”, LV, 17/09/1898, p.2.

[21] Sobre el lugar del anticlericalismo en el campo de la izquierda y del socialismo en particular, ver Di Stéfano (2010, pp. 278-290).

[22] Lucas Poy (2017) realizó un análisis detenido de la delimitación política del Partido Socialista respecto al movimiento anticlerical en los primeros años del siglo XX, concentrándose especialmente en la polémica establecida entre Alfredo Palacios (quien se incorporó a las filas del PS en 1901) y la dirigencia partidaria, a propósito de su afinidad con el movimiento liberal y su posicionamiento favorable a la creación de “círculos de obreros liberales”.

[23] “XX de Septiembre. Reportaje a Rondani”, LV, 20/09/1902, p.1.

[24] “Capital. Circunscripción 14°”, LV, 24/09/1904, p.3.

[25] “El XX de Septiembre. Conferencia de Del Valle Iberlucea”, LV, 21/09/1905, p. 1.

[26] Ídem.

[27] “El XX de septiembre. Por qué lo festejan los amigos de la libertad”, LV, 20/09/1905, p. 1.

[28] Sobre las relaciones entre librepensamiento, anticlericalismo, masonería y movimiento obrero y sus diferencias en torno a la cuestión social, ver Mollès (2013).

[29] “Congreso Internacional del Libre Pensamiento. Su apertura”, LV, 20/09/1906, p. 2.

[30] “El XX de Septiembre en la Boca” LV, 22/09/1907, p. 2.

[31] “En La Boca. El XX de Setiembre y el Partido Socialista”, LV, 22/09/1908, p. 2.

[32] “20 de Setiembre. En la ‘José Verdi’” LV, 21/09/1909, p. 1.

[33] “XX de Septiembre”, LV, 21/09/1910, p. 2.