Regeneración. Cine, sindicato y propaganda anti-alcohólica entre los trabajadores ferroviarios en la Argentina de finales de los años 20

 

 

Florencia D’Uva (*)

 

 

Resumen

 

Este artículo se propone explorar los vínculos que unieron a los trabajadores ferroviarios y el alcohol en la Argentina de los años 20 y, en especial, los discursos críticos y acciones que a nivel gremial se desplegaron en un intento por frenar y contener el consumo de bebidas. Para ello pone el foco en Regeneración, un drama del cine mudo estrenado en el país a fines de 1927 y producido con fines propagandísticos por La Fraternidad, sindicato del personal de locomotoras.

La investigación busca conocer tanto las prácticas y espacios de consumo de alcohol existentes entre los trabajadores del riel, y que formaban parte de su sociabilidad cotidiana, como la condena que los sindicatos ferroviarios lanzaron contra la extendida costumbre obrera de la bebida. En particular, indaga cómo estas estuvieron atravesadas por tensiones, normas y prescripciones de género que atribuyeron determinados sentidos y valoraciones morales al consumo de alcohol y sus efectos sobre los trabajadores y la familia obrera. Para lograr sus objetivos, el artículo se vale de un corpus documental compuesto principalmente por prensa y documentación sindical, pero entrecruzado por revistas y periódicos de la época, documentos gubernamentales y memorias obreras.

 

Palabras clave: Trabajadores; Alcohol; Sindicato; Ferrocarriles; Cine.

 

 

 

Regeneración. Cinema, trade union and anti-alcoholic propaganda among railway workers in Argentina in the late 1920s.

 

Abstract

 

This article aims to explore the links between railway workers and alcohol in Argentina in the 1920s. In particular, it is interested in examining the critical discourses and actions that were deployed at the union level in an attempt to curb and contain the consumption of alcoholic drinks. It focuses on Regeneración, a silent film drama released in the country at the end of 1927 and produced for propaganda purposes by La Fraternidad, the locomotive workers' union.

The research seeks to understand the practices and spaces of alcohol consumption that existed among railway workers, and which formed part of their daily sociability, and the condemnation that the railway unions launched against the widespread worker's habit of drinking. It is particularly interested in investigating how these were crossed by gender tensions, norms and prescriptions that attributed certain meanings and moral values to the consumption of alcohol and its effects on workers and the working-class family. In order to achieve its objectives, the article uses a documentary corpus composed mainly of trade union press and documentation, but cross-referenced by magazines and newspapers of the time, government documents and workers' memoirs.

 

Key Words: Workers; Alcohol; Trade union; Railways; Cinema.

           


Regeneración. Cine, sindicato y propaganda anti-alcohólica entre los trabajadores ferroviarios en la Argentina de finales de los años 20

 

 

Introducción

 

En agosto de 1926 el periódico de La Fraternidad, gremio del personal de locomotoras de la Argentina, publicó un escrito firmado por el asociado Indalecio Rocha en el cual formulaba una dura crítica a las tabernas y lo que allí dentro sucedía. En el relato de este trabajador, la taberna constituía un “antro de degradación humana” en el que tenían lugar alborotos, juegos, excesos y vicios que atrofiaban la inteligencia, consciencia y voluntad de la clase proletaria.[1] Según afirmaba haber visto con sus propios ojos, alrededor de las mesas mugrientas de estos locales se reunían a jugar a los naipes grupos de cuatro o más individuos -algunos ferroviarios, otros obreros de distintos oficios- rodeados de espectadores atentos a cualquier incidente que pudiera surgir. Voces frenéticas, rostros flacos y descoloridos, risas incoherentes, cuerpos sin energía viril y con movimientos torpes que denotaban los efectos del alcoholismo caracterizaban a los allí presentes, lo que había generado compasión y lástima en el autor de la nota. En especial, Indalecio se preguntaba por los hogares de estos trabajadores y pensaba en la “pobre compañera” que, ansiosa, esperaba a su marido y mentía a los “pequeñuelos” que preguntaban por aquel. Llevando su imaginación un poco más lejos, veía a este volver con paso incierto a altas horas de la noche, dirigirse a su esposa con palabras groseras y gritos desaforados envileciendo así al hogar y despertando a las criaturas que, atónitas, contemplaban la conducta de su padre. Este temible ejemplo, afirmaba el autor, se inculcaba en esos débiles cerebros “para que hombres, en el día de mañana sigan la misma ruta y sus esfuerzos e inteligencias sean sustraídas al progreso y bienestar de su clase”.[2] De acuerdo con su reflexión, el alcoholismo y otros vicios como el juego no solo tenían efectos a futuro, impactando sobre los hijos de estos trabajadores, sino que atentaban directa e inmediatamente sobre la causa proletaria. Por este motivo, el agremiado que escribía finalizaba resaltando las posibilidades que ofrecía el sindicato al contar con locales sociales en los que celebrar reuniones y analizar temas de servicio, estudiar los reglamentos de trabajo para elevarse moral e intelectualmente y defender los intereses obreros. Llamaba a los ferroviarios a visitar las cooperativas y asistir a las bibliotecas y escuelas técnicas existentes en los locales entendiendo que era esta rica vida societaria, y no aquella que transcurría en las tabernas, la que permitiría conquistar mejoras y derechos al proletariado del riel.[3]

Los apuntes de este trabajador del ferrocarril y asociado gremial se enmarcan dentro de una discusión que desde hacía años atravesaba a los sindicatos y otros sectores del movimiento obrero y las izquierdas de la Argentina y que tenía que ver con los usos del tiempo libre y, en particular, con ciertas prácticas consideradas contrarias a la organización tales como el consumo de alcohol y prostitución, el juego y las apuestas, así como el ejercicio de determinados deportes (Barrancos, 1991; Camarero, 2011 y 2016; Martocci, 2014; Suriano, 2001). A partir de sus palabras es posible considerar diversas cuestiones que hacían a los modos en que los sindicatos entendieron y combatieron algunos de los espacios y prácticas de sociabilidad por los que circulaban los trabajadores y que, según concebían, atentaban contra el desarrollo y fortalecimiento de la consciencia y la organización obrera. Por un lado, el escrito condenaba a las tabernas y las actividades que se daban en su interior y apuntaba especialmente contra el consumo de bebidas alcohólicas. En este sentido, elegía poner el foco en el hogar obrero y las consecuencias que el alcoholismo acarreaba sobre la familia proletaria, una asociación que no era exclusiva de los ferroviarios y que se encontraba presente entre los trabajadores “con conciencia de clase” en distintas latitudes (Hall, 2013, p. 97). A su vez, confrontaba el espacio de la taberna con el de la sede gremial, presentándolas como opuestos, y a esta última como un refugio en el que los obreros del riel podían encontrarse, capacitarse, leer, discutir y conquistar mejores condiciones laborales y de vida. En suma, llamaba a los compañeros a involucrarse en las actividades gremiales y así elevarse moral y materialmente.

Además de publicar notas como la citada, los dirigentes de La Fraternidad recurrieron a diversas estrategias para alejar a sus asociados de las tabernas, difundir los efectos del alcoholismo y los males que el consumo de bebidas traía aparejado para los trabajadores. Hacia mediados de la década del veinte, el sindicato llevaba más de diez años realizando propaganda antialcohólica en su organismo de prensa, pero también elaborando y distribuyendo folletos y otros materiales de enseñanza, celebrando veladas y conferencias de propaganda e implementando ciertas medidas restrictivas que buscaban fomentar la templanza entre los ferroviarios agremiados. En este marco, a fines de 1927 se estrenó Regeneración, una cinta cinematográfica producida por el gremio y cuyo fin era enseñar sobre los peligros del alcohol y las malas compañías, así como recaudar fondos para construir un orfelinato destinado a los hijos de los ferroviarios fallecidos. Tomando la película como foco de análisis, cuya trama se reconstruye de manera oblicua a partir de las notas publicadas en la prensa gremial, este artículo se propone examinar la relación que tenían los trabajadores ferroviarios con el alcohol en la Argentina de los años veinte y los discursos críticos que al respecto se articularon y difundieron desde el ámbito gremial. Presta especial atención a las nociones y representaciones de género que atravesaron tanto al consumo de alcohol como a las experiencias de sociabilidad de los ferroviarios, y que se plasmaron en el argumento de la cinta cinematográfica.

A partir de la renovación que la historia social implicó en los estudios sobre los mundos del trabajo en Argentina, numerosas investigaciones comenzaron a interesarse por las experiencias obreras que transcurrían por fuera del ámbito laboral y más allá de las coyunturas de conflictividad y protesta. Así, las últimas dos décadas fueron testigos del surgimiento de pesquisas que, buscando ampliar el foco de análisis, estudiaron a los trabajadores y trabajadoras en el marco de sus redes y espacios de sociabilidad, su tiempo libre, festejos, rituales, costumbres, prácticas de consumo, formas de divertimento, barrios y espacios de morada, entre otras dimensiones que hacían al entramado de su vida cotidiana (Caruso, 2019; D’Uva y Palermo, 2015; Gutiérrez, 2020; Lobato, 2001 y 2019; Mases, 2005-2006; Nieto, 2016; Teitelbaum, 2014). Al ampliar y enriquecer el conocimiento sobre las experiencias obreras, algunas investigaciones pusieron especial interés en incorporar la perspectiva de género a sus análisis, revelando cómo los roles e ideologías de género atravesaron el proceso de formación, el desarrollo y las experiencias de la clase trabajadora (Andújar, 2015; D’Antonio, 2000; Lobato, 2000; Palermo, 2016; Pérez, 2017; Scheinkman, 2021). El presente artículo se inscribe en el cruce de estas agendas historiográficas y busca profundizar sobre un tema poco explorado como es el del consumo de alcohol entre los trabajadores y las acciones gremiales para combatirlo.

En un primer momento el escrito se detiene en las prácticas y espacios en los que los ferroviarios bebían alcohol y considera las críticas que desde el ámbito gremial se formularon al respecto. El segundo apartado analiza y contextualiza la iniciativa de La Fraternidad de producir una película propagandística y examina la trama argumental a la luz del mensaje que el sindicato buscó transmitir, así como de los modos de entender el problema del alcoholismo. Por último, se indagan las repercusiones que tuvo el film entre los trabajadores y sus familias quienes participaron de las proyecciones organizadas por el gremio. Para cumplir estos objetivos, el artículo se vale de un corpus documental compuesto principalmente por prensa y documentación sindical,[4] pero entrecruzado por revistas y periódicos de la época, documentos gubernamentales y memorias obreras, entre otros materiales.

 

Alcohol, sociabilidad obrera y condena gremial

 

El consumo de alcohol era un hábito extendido entre los trabajadores de la Argentina en las primeras décadas del siglo XX, y los ferroviarios no fueron la excepción. Tabernas, pulperías, bares y cafetines, entre otros, ofrecían una oportunidad para el encuentro obrero y la bebida constituía una práctica fundamental entre otras que tenían lugar en estos establecimientos. Según apuntan algunos estudios, estos eran enclaves mayormente masculinos en los que los hombres podían recrearse y distenderse por fuera del hogar, la familia y el trabajo (Gayol, 1993).[5] Si bien es difícil conocer lo que sucedía en el interior de los despachos de bebidas, dado que muchos registros estaban atravesados por prejuicios y apreciaciones morales que sobreimprimían valores negativos a todo lo que allí tenía lugar, a partir de algunos testimonios e indicios es posible saber que los trabajadores podían encontrar en ellos mucho más que un sitio en el que beber, emborracharse, jugar y apostar, como había acusado el autor de la nota citada al comienzo de este artículo.[6] En este sentido, en 1913, el periódico de la Federación Obrera Ferrocarrilera, sindicato del personal de talleres, tráfico y vía y obras, publicó un anuncio en el que se solicitaba a los trabajadores informar sobre los castigos arbitrarios aplicados por la superioridad. De este modo, afirmaba, los dirigentes gremiales buscaban terminar con la “crítica de taberna” y llamaban a los ferroviarios a discutir los asuntos de servicio en los locales sociales en lugar de reunirse en las tabernas a quejarse con “los humos del alcohol” de las insolencias e injusticias cometidas por los jefes.[7] A partir de ello es posible pensar que, en los despachos de bebidas, los trabajadores también podían discutir política, intercambiar ideas, manifestar disconformidades y quejas, y hasta pensar, junto a sus pares, cómo mejorar sus condiciones laborales.

Sin embargo, los trabajadores consumían alcohol en otros ámbitos y espacios que excedían al de la taberna. Los hogares o inclusive el marco que ofrecía una actividad gremial también podían ser el contexto en el cual beber. Al respecto, al rememorar el clima que se vivía en el gremio en 1911, poco antes del estallido de la huelga general de maquinistas y foguistas, el trabajador ferroviario Florindo Moretti recordó las conversaciones y debates que se iniciaban en su casa, con la presencia de sus tíos y otros paisanos, una vez que su padre colocaba la damajuana de vino en el centro de la mesa. “Las discusiones eran muy activas, se traían manifiestos, el periódico ‘La Vanguardia’, ‘El Asno’, y algunas publicaciones italianas de sátira antirreligiosa. Uno las leía y luego se comentaban”, comentó varias décadas más tarde (Lozza, 1985, p. 116). Nuevamente, el alcohol parece haber sido un elemento frecuente para acompañar las discusiones, lecturas y charlas políticas que tenían lugar entre los obreros. Asimismo, en 1922, tras los festejos llevados a cabo por el aniversario de La Fraternidad, un asociado realizó un descargo en el periódico sindical criticando algunas prácticas que habían tenido lugar durante las celebraciones y que, a su juicio, desvirtuaban el verdadero significado de la festividad gremial. Entre ellas se encontraba el uso de bebidas alcohólicas o el exceso en toda otra bebida, como cerveza o refrescos, que este militante ferroviario pedía eliminar.[8] A tono con estas observaciones, desde fecha muy temprana los sindicatos del riel emprendieron acciones para combatir el consumo de alcohol entre sus miembros.

Al igual que sentenciaba un sector de las clases dirigentes recuperando los postulados de las corrientes reformistas e higienistas de comienzos del siglo XX, los gremios ferroviarios -junto con otros sectores del movimiento obrero y las izquierdas- articularon un enérgico discurso contra el alcoholismo, el cual asociaba el consumo de alcohol con una serie de males que afectaban no solo a los individuos sino también a la sociedad.[9] Diversos estudios vincularon el hábito de la bebida con la locura, la criminalidad y algunas enfermedades y a partir de ellos se buscó dotar de evidencia y justificar las políticas y medidas que comenzaban a discutirse para combatir su consumo.[10] Recuperando varias de estas ideas, desde 1913 el periódico de La Fraternidad comenzó a publicar notas en las que advertía a los trabajadores sobre los peligros que conllevaba la ingesta de alcohol. Así, por ejemplo, para enfrentar la creencia largamente extendida -según se afirmaba- de que las bebidas alcohólicas eran nutritivas y aportaban fuerza, alegría y salud, replicaba un escrito de León Tolstói titulado “Las bebidas que envenenan” en el que el escritor ruso especificaba los daños que estas ocasionaban citando diversos estudios realizados al respecto.[11] A partir de ello es posible pensar que una parte del consumo alcohólico en las filas obreras podía tener ya no una causa recreativa sino más práctica, vinculada directamente con la búsqueda por soportar largas y pesadas jornadas laborales. Así parece confirmarlo el informe publicado a fines de 1929 en el cual se aseguraba que ciertas profesiones como los estibadores, picapedreros, peones de obrajes, etc. daban lugar al abuso del vino y la cerveza bajo la “ingenua creencia” de que estas bebidas ayudaban a soportar las rudas y agobiantes labores diarias y a recuperar las energías gastadas.[12]

La propaganda antialcohólica realizada en el periódico gremial apuntaba a varios frentes. Por un lado, buscaba crear consciencia sobre las consecuencias negativas que el alcohol tenía sobre el organismo humano al ser causante de enfermedades, afecciones y patologías tales como tuberculosis, temblores, vómitos, hormigueos, calambres, debilitamiento muscular, epilepsia, locura y otros males que conllevaban la “degeneración de la raza”, es decir, que afectaban también a la descendencia.[13] Si bien reconocía que en todas las clases sociales existían individuos afectos a la bebida, y que las consecuencias del alcoholismo eran “terribles” para todos, los dirigentes fraternales se encargaron de remarcar que para los obreros el efecto era más rápido ya que su organismo se encontraba desgastado por la mala alimentación y las largas jornadas de trabajo así como por beber alcohol de peor calidad.[14] Por otra parte, situaba al alcohol como un obstáculo para conquistar mejoras y lograr la emancipación obrera. Diversas notas apuntaron al alcoholismo como “el aliado más fuerte” de la reacción y el capital y, por lo tanto, como un impedimento para avanzar en la acción y emancipación social.  En el discurso gremial, los verdaderos trabajadores conscientes eran aquellos comprometidos con la lucha y la búsqueda de “más bienestar, más salario, más descanso, más alegría y más vida” y para ello era crucial priorizar los libros por sobre la taberna.  De este modo, para la adquisición de esa conciencia de clase, la lectura, y la educación, capacitación y formación en general, adquirieron una importancia fundamental. Al respecto, a mediados de 1917, el socio de La Fraternidad Juan C. Alerino llamaba a sus compañeros ferroviarios a capacitarse, frecuentar los centros de cultura y alejarse de las tabernas; solo así, afirmaba, “tendremos organizaciones fuertes y duraderas para defendernos con éxito de la explotación capitalista”.

Por último, gran parte de la propaganda publicada en el periódico sindical hacía hincapié en las consecuencias que sufría ya no solo el trabajador sino todos los miembros de la familia obrera. En esta línea, diversas notas señalaron que el alcoholismo llevaba la miseria a los hogares ya que el jefe de familia gastaba en la taberna el dinero que debía destinar a satisfacer las necesidades de sus seres queridos, a los cuales también despojaba de salud y armonía.[15] Asimismo, comentaba sobre el desprecio y la falta de respeto y amor familiar que experimentaban los compañeros “entregados al vicio” quienes, a su vez, maltrataban e incluso abandonaban a sus esposas e hijos por considerarlos un “estorbo”.[16] A raíz de ello era que La Fraternidad convocaba a los familiares de los ferroviarios, y especialmente a las esposas, a involucrarse en la lucha contra el alcoholismo, como se verá más adelante.

Además de la propaganda en la prensa gremial, los dirigentes de La Fraternidad implementaron diversas estrategias para frenar el consumo de alcohol entre los trabajadores ferroviarios. Entre estas se encontraron la realización de veladas y conferencias de propaganda, así como la confección y distribución de folletos y otros materiales que buscaban transmitir e inculcar la enseñanza anti-alcohólica entre los asociados.[17] De forma simultánea, implementaron algunas disposiciones para promover la templanza en las filas gremiales. En este sentido, por ejemplo, al estipular las condiciones de los subsidios por enfermedad que podrían otorgar, los estatutos gremiales aclaraban que las enfermedades ocasionadas por “vicios” no daban derecho a indemnización (Chitti y Agnelli, 1939, p. 49). Asimismo, una nota publicada en el órgano gremial en 1919 informó que no se acompañaría el reclamo de ningún socio que hubiera cometido faltas bajo la influencia del alcohol.[18] Con estas medidas, intentaban inculcar conductas antialcohólicas entre los trabajadores agremiados quienes podrían perder acceso a determinados derechos y beneficios en caso de entregarse a la bebida. Un punto clave en esta causa fue la competencia que el sindicato inició con los espacios de sociabilidad considerados inmorales, tales como las tabernas o prostíbulos. Así es que buscó convertir a los locales de las distintas secciones gremiales del país en puntos de encuentro en el que compartir tanto actividades recreativas como otras de formación y discusión política. Cursos, conferencias, bailes, festejos y asambleas formaban parte de la rica vida sindical con la que se esperaba atraer e involucrar a los ferroviarios, e incluso a sus familias, en la organización.[19]

En este marco fue que hacia 1927 la Comisión Directiva de La Fraternidad decidió producir una película con el fin de hacer propaganda y obra cultural, dejando “enseñanzas positivas acerca de los peligros del alcohol y las malas compañías” (Chitti y Agnelli, 1939, p. 359), y, a la vez, recaudar fondos para la construcción de un orfelinato para los hijos de los trabajadores ferroviarios fallecidos, proyecto que estaba pendiente desde 1923 cuando había sido discutido y aprobado por la asamblea anual del gremio.[20] Finalmente, luego de sortear algunos obstáculos y contratiempos, Regeneración se estrenó en Buenos Aires a fines de 1927 primero de manera privada y luego, desde comienzos de 1928, para los trabajadores ferroviarios, sus familias y el público en general.

 

Regeneración: un ensayo cinematográfico y gremial

 

Si se tiene en cuenta la expansión que durante la década de 1920 experimentó la producción cinematográfica local, en parte gracias al crecimiento de los films institucionales y publicitarios y a la adhesión del público espectador (Levinson, 2019; Rey, 2021; Tranchini, 2000), no resulta del todo sorprendente que los dirigentes de La Fraternidad hubieran concebido producir una película con el doble objetivo de realizar propaganda antialcohólica y contribuir a recaudar fondos para una causa gremial. Además, para 1927 La Fraternidad contaba con cuatro décadas de trayectoria y experiencia que lo habían consolidado como un sindicato fuerte, centralizado y con recursos que le permitían ensayar novedosas formas de propaganda y costear la realización de una película. Por lo mismo, tampoco es extraño que para ello hubieran acudido a Nelo Cosimi, uno de los cineastas más destacados de esta década (Couselo, 1984), quien participó como director y actor protagónico en Regeneración junto con la popular actriz Chita Foras, quien fuera su pareja en la vida real.[21]

Tal como han señalado diversos autores (Karush, 2013; Lobato, 2000b), en la Argentina de comienzos de la década de 1920 el cine constituía una oferta de entretenimiento importante para amplios sectores de la sociedad entre los cuales se encontraban los trabajadores. Esto despertó preocupaciones y críticas por parte de algunas corrientes políticas de izquierda, como el anarquismo, así como de algunos sindicatos y asociaciones obreras (Ferraro, 1995). De hecho, tanto en 1925 como en 1926 los propios dirigentes de La Fraternidad habían mostrado cierta inquietud frente a los efectos del cine al afirmar que algunas películas que se exhibían con absoluta libertad ejercían una influencia nociva sobre “la salud del cuerpo social”.[22] Aún así, para estas organizaciones el cine también se presentó como una oportunidad para difundir sus ideas y principios. El Partido Socialista, por ejemplo, al cual muchos dirigentes del gremio fraternal adscribían, produjo algunos contenidos cinematográficos propios con fines educativos durante la década del 20 y, a la vez, incorporó la proyección de películas comerciales en actividades partidarias (Barrancos, 1991; Guiamet, 2016). Incluso, en 1927, La Vanguardia, órgano oficial del Partido, sumó una sección dedicada a cubrir noticias relacionadas con el mundo del cine y en la cual se reseñaban películas, se anunciaban los próximos estrenos y hasta se informaba sobre la vida de actores, actrices y directores. Ello permite pensar que el periódico socialista buscaba así competir con otras publicaciones leídas por los trabajadores en un contexto en el que el mercado de masas ocupaba un lugar cada vez más preponderante con una amplia oferta de espectáculos y entretenimientos. Por su parte, el Partido Comunista también incluyó la exhibición de películas en algunas actividades, principalmente cintas soviéticas de la Russ Film que daban cuenta de la explotación y la lucha de la clase trabajadora (Camarero, 2011). También en territorios del país que se encontraban alejados de las grandes ciudades, como sucedió en la localidad petrolera de Comodoro Rivadavia, el cine fue parte de las iniciativas impulsadas por diversas organizaciones obreras y políticas para ocupar el tiempo libre de los trabajadores (Andújar y Carrizo, 2020 y 2022).

En sintonía con estas iniciativas que buscaron apropiarse del cine como herramienta para transmitir ideas e instrumento de propaganda, en 1927, junto con el sello Rapid Film, La Fraternidad se embarcó en la filmación de la película Regeneración. A pesar de que los recursos eran limitados, la cinta fue protagonizada por Nelo Cosimi y Chita Foras, una dupla actoral que contaba con gran reconocimiento por esos años. El resto de los personajes fue interpretado por obreros ferroviarios de verdad, todos ellos asociados gremiales e incluso algunos dirigentes, lo cual pudo haber obedecido no solo a la escasez de recursos sino también a la búsqueda de cierto realismo. La película era un “drama social de ambiente ferroviario, con final reconfortante” (Larroca y Vidal, 1987), que podría catalogarse dentro del género del melodrama, caracterizado por la presencia de ciertos elementos como la dicotomía o dilema entre el bien y el mal, los personajes estereotipados, el sentimentalismo o los desenlaces felices.[23] Según se encargó de informar el periódico gremial, se trataba de una cinta cinematográfica “con propósitos altamente morales y educativos, que ratifican el título que lleva la misma”.[24] Expresaba que a pesar de ser un ensayo, y aunque como tal adolecía de algunos “pequeños detalles insignificantes”, los compañeros quedarían seguramente satisfechos con esta obra que se diferenciaba de la mayoría de las cintas de empresas mercantiles que estaban acostumbrados a ver y las cuales perseguían “malos fines morales”, además de explotar el “mal gusto” y las “pasiones” de los auditorios.[25]

Los dirigentes de La Fraternidad presentaron su película como una obra digna de verse. En especial, les interesó diferenciarla de gran parte de la producción local que había tenido lugar hasta entonces, con argumentos centrados en “ambientes gauchescos, cabarets o rincones inmundos de la metrópoli” y a base de “milongas, cacos, malevos y otros elementos del hampa” que generaban apatía y una pésima impresión entre la población.[26] Si bien reconocían que esta tendencia había cambiado en los últimos años, ubicaban a Regeneración como una buena película nacional que, “sin ser una obra maestra”, poseía un alto valor en su trama.[27] Ahora bien, ¿cuál era la trama de Regeneración? Dado que, al igual que ha sucedido con la gran mayoría de films producidos en la Argentina durante las primeras tres décadas del siglo XX, la cinta no se ha conservado (Cuarterolo, 2009; Levinson, 2019), para reconstruir el argumento es necesario apoyarse en las noticias publicadas tanto en el periódico gremial como en otros organismos de prensa sindical y partidaria. Solo así, más no sea de manera fragmentaria y sesgada, es posible recrear la trama de Regeneración.

A diferencia del grueso de las producciones argentinas, es posible saber que la historia narrada en la cinta fraternal transcurría en el ambiente ferroviario captando en gran parte los espacios de trabajo, las tareas realizadas por los conductores, así como sus responsabilidades al conducir el tren. Incluso, según dejó trascender el periódico de La Fraternidad, algunas “escenas emocionantes” habían sido filmadas a razón de 40 kilómetros por hora y a través de ellas era posible acercarse al trabajo en los ferrocarriles.[28] El organismo de prensa también señaló que la película destacaba las características y medios de vida de los obreros del riel y los sinsabores y responsabilidades que asumían para contribuir al engrandecimiento y progreso del país.[29] Asimismo, resulta importante advertir que la historia contada en el film ponía en el centro a los trabajadores, un actor social que había permanecido más bien fuera del foco de los realizadores cinematográficos, aunque con algunas excepciones (Cuarterolo, 2009). Que gran parte de los personajes hubieran estado interpretados por ferroviarios de verdad contribuyó seguramente a dotar a la película de una cuota de realismo que iba a caracterizar al cine político-social argentino del período silente.[30]

El argumento de la cinta colocaba en el centro de la historia a Francisco y Alfredo, foguistas del depósito Remedios de Escalada perteneciente al Ferrocarril Sud. Ambos trabajaban bajo las órdenes del capataz Esteban, un hombre recto y honrado que, como tal, había sabido ganarse las simpatías tanto de superiores como de subalternos. Mientras que Francisco era presentado como un “obrero cumplidor” y “un perfecto hombre” en todos sus actos, Alfredo se iniciaba en el “vicio”, arrastrado por un mal amigo.[31] De este modo, el primero lograba convertirse en maquinista y formar un hogar con Lola, una de las dos hijas del capataz, al tiempo que el segundo, siguiendo el mal camino, era despedido luego de presentarse a tomar servicio en estado de ebriedad. Para vengarse, influido por su amigo, Alfredo decidía raptar a Dora, la otra hija del capataz. Pasados tres años de este hecho, Francisco se conducía correctamente en la vida y en el trabajo y era feliz viviendo junto a su esposa e hijo pequeño. En contraposición, Alfredo y su hogar se encontraban sumidos en la miseria y en varias escenas se reflejaban las consecuencias que traía aparejadas el alcohol. Entre ellas se lo veía a Alfredo maltratando a Dora porque esta no le conseguía dinero para la bebida e incluso llegando a abofetear a su antiguo compañero Francisco, luego de que su mal amigo le hiciera creer que este y Dora lo engañaban. Frente a esta situación, Francisco lograba mantener la serenidad y con sus buenos consejos llegaba al corazón de Alfredo. Finalmente, y gracias a las gestiones de sus antiguos camaradas, este era reincorporado a su antiguo puesto, regenerado y perdonado por todos, incluso por el capataz Esteban. La película finalizaba mostrando cómo una noche, a cargo de la conducción del tren, Alfredo arrollaba y mataba a un borracho que se encontraba en las vías y que resultaba ser su mal y perdido amigo.

Varios elementos interesantes se desprenden de esta trama. Esta presenta dos posibles caminos para los trabajadores del riel: o bien se era responsable y cumplidor, lo que venía de la mano de un ascenso laboral y una familia feliz, como era el caso de Francisco e incluso el del capataz Esteban, o bien se sucumbía ante el “vicio”, lo que conllevaba la pérdida del empleo, la miseria del hogar y la infelicidad.[32] Tanto Francisco como Esteban se preocupaban por cumplir con sus deberes laborales, pero también por garantizar el bienestar de los suyos, a los que cuidaban y por quienes sentían un inmenso cariño. Eran buenos trabajadores y buenos padres de familia, ejemplos a seguir. Como reverso, degenerado por la bebida y las malas compañías, Alfredo dejaba de comprometerse con su trabajo y de hecho perdía su puesto por culpa del alcohol. A pesar de ello, y guiados por los valores de la camaradería y la fraternidad, sus compañeros parecían entenderlo e incluso decidían ayudarlo cuando estaba por tocar fondo.[33] Al fin y al cabo, Alfredo era un ferroviario, es decir, uno de ellos, mientras que su amigo y responsable de su desvío -alguien que se presentaba como una amenaza externa, un elemento extraño al mundo del ferrocarril- no tenía salvación y de hecho experimentaba un trágico final. A partir de ello es posible pensar que esa pertenencia gremial es lo que lo salvaba a Alfredo y que la película buscaba transmitir la contención y ayuda que podía brindar esa red en momentos críticos. En efecto, el ferrocarril se presentaba no solo como un medio en el que ganarse la vida sino también como un espacio en el que hacer amistades, socializar y hasta conseguir esposa.

Según se encargó de informar el propio sindicato, Regeneración mereció el elogio de todo el gremio, de la prensa y hasta de personas extrañas que dedicaron palabras de esfuerzo y admiración al esfuerzo realizado (Chitti y Agnelli, p. 359). En palabras del dirigente fraternal Juan B. Chitti, el mérito de la obra radicaba no solo en su “hermosa y altruista enseñanza” sino también la labor realizada por sus intérpretes, la destacada dirección de Nelo Cosimi así como la buena fotografía y concordancia de las escenas filmadas, lo que la hacían merecedora del reconocimiento conseguido tras su estreno. Con la intención de indagar en este aspecto, el siguiente apartado analiza la circulación y recepción que tuvo la película, en especial entre los ferroviarios y otros grupos de trabajadores.

 

Proyecciones, repercusiones y audiencias cinematográficas

 

Regeneración se exhibió por primera vez el 25 de diciembre de 1927 en el cine Paramount de Buenos Aires para una audiencia compuesta por el director general de ferrocarriles, directores y empleados de la Caja Nacional de Jubilaciones y Pensiones, concejales, miembros de los cuerpos centrales de las organizaciones ferroviarias y empleados de las respectivas secretarías, todos invitados especialmente para la ocasión. Algunas compañeras e hijos de los asistentes también ocuparon las butacas de la espaciosa sala.[34] Según las crónicas realizadas por los periódicos de los gremios ferroviarios, la cinta tuvo muy buena acogida y mereció los aplausos de la concurrencia “porque se ha llegado a conciliar la bondad de propósitos, el sano argumento y el arte en la pantalla”.[35] Unas semanas más tarde, el 14 de enero de 1928, la película se estrenó al público siendo proyectada simultáneamente en los cines principales de Remedios de Escalada y Pergamino, localidades con fuerte impronta ferroviaria, a los que acudieron numerosos espectadores que recibieron con gran agrado la producción. En los días posteriores se fueron sumando a la exhibición más salas de los principales cines de la Capital Federal mientras que muchos cinematografistas del interior comenzaban a pedir la cinta, lo que, según el periódico socialista La Vanguardia, daba cuenta el éxito significativo y completo del film.[36]

A partir de entonces, la película comenzó a circular por secciones gremiales tanto de La Fraternidad como de la Unión Ferroviaria -sindicato que nucleaba al personal de talleres, tráfico, vía y obras, confiterías y galpones de locomotoras- presentes a lo largo y ancho del país. A las funciones concurrían los asociados gremiales y sus familias, pero también vecinos, comerciantes y otros trabajadores. Según informó el periódico de La Fraternidad, en todas las secciones la película fue recibida con elocuente entusiasmo lo que daba cuenta de que la “familia del riel” siempre estaba dispuesta a estas “demostraciones de cultura y de propósitos de humanidad”.[37] En febrero de 1928, una de las primeras secciones en organizar una proyección de la película fue la de Justo Daract, perteneciente al Ferrocarril Pacífico, en la provincia de San Luis. De acuerdo a la crónica del evento, este resultó en un éxito rotundo, y contó con unas palabras de apertura a cargo del compañero Ángel Pellado, al que siguieron un discurso y una poesía leídas por las hijas de este asociado. A partir de los agradecimientos realizados por la Comisión Ejecutiva de la sección es posible saber que para llevar adelante la organización de la proyección fue necesaria la participación y cooperación de distintas personas e instituciones. Por un lado, el Centro Recreativo Independiente de la localidad prestó el salón en el que se exhibió la película, un comerciante local prestó 80 sillas y una cinta en tres actos para alargar y completar la función, el dueño de la usina eléctrica cedió gratuitamente la corriente eléctrica necesaria para exhibir el film, un vecino donó $2 para acarrear la cinta de la estación a la Colonia, ida y vuelta y, por último, tres músicos tocaron gratuitamente.[38]

Actos como este se replicaron en diversas secciones sociales, en algunas llegando a reunir más de 600 personas que con su entrada colaboraban a la creación del orfelinato para los huérfanos de los ferroviarios.[39] En algunos lugares, incluso, las entradas se agotaron y debieron agregarse funciones para el público que había quedado fuera. Así, el 8 de marzo de 1928 en el cine-bar “La Perla” de Ayacucho, al sur de la provincia de Buenos Aires, se proyectó la película con tanto éxito que “a pedido de numerosas familias” se decidió sumar una nueva función para el lunes 12.[40] Algo similar sucedió unos meses más tarde en la pequeña localidad bonaerense de Bolívar, en donde compañeros, familiares, vecinos y público en general se reunieron en el Ideal Cine para disfrutar de una velada en la que además de exhibirse la película hubo discursos, orquesta y actos cómicos.[41] Las familias de los trabajadores ferroviarios fueron parte de la concurrencia que se dio cita en las proyecciones y fueron destinatarias predilectas de las invitaciones que realizó La Fraternidad, como se puede apreciar en el aviso publicitario publicado en el periódico gremial para el estreno de la película.

 

 

 

 

             

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                                         La Fraternidad 20/12/1927

 

Según informó el organismo gremial a mediados de 1928, las familias de los ferroviarios disfrutaban especialmente de la cinta, ya que ella reflejaba la realidad de su vida.[42] De hecho, los familiares no solo participaron de las proyecciones como parte de la audiencia, sino que se involucraron

de manera activa en la organización de las veladas en donde se exhibía Regeneración. Así, en septiembre de ese año, en la localidad de Crespo, provincia de Entre Ríos, los compañeros de la sección agradecieron especialmente a las señoras Sofía M. de Seri y Josefa R. de González por haber vendido numerosas entradas para el acto organizado para proyectar el film.[43] Organizar los actos con tiempo era fundamental, y para ello era importante contar con la venta de entradas anticipadas, así como con la promoción y publicidad de las exhibiciones. En algunos lugares, incluso, se organizaron especialmente comisiones de señoritas que de manera desinteresada buscaban colocar las entradas.[44] Algunas mujeres colaboraron tocando el piano en las funciones y otras donaron pequeñas sumas de dinero para el fondo del orfelinato.[45] Ello formaba parte de una tradición sindical en la que las propuestas culturales, recreativas y educativas impulsadas para desarrollar y fortalecer la organización, se presentaban como instancias de encuentro e integración entre los asociados pero también para sus esposas o compañeras, hijos e hijas, e incluso otros familiares, vecinos y allegados quienes participaban de actividades variadas como conferencias, cursos, veladas, festivales y conversaciones familiares. Además del propósito de elevar el carácter intelectual y moral de los ferroviarios, estas iniciativas se presentaban como una alternativa a otros espacios como las tabernas, lupanares o clubes y otras propuestas de sociabilidad patronal.[46]

En especial, las mujeres e hijos de los ferroviarios se involucraron en la lucha contra el alcoholismo emprendida por La Fraternidad y, de hecho, varias notas publicadas en el periódico gremial atribuyeron a las mujeres la responsabilidad de mantener a sus esposos en el hogar y alejados del vicio.[47] Como se ha visto más arriba, en la concepción sindical, la familia constituía un elemento central y decisivo para combatir el “vicio” y por este motivo, el gremio hacía especial hincapié en los efectos que el alcohol tenía sobre el hogar obrero. Los hijos de los trabajadores también participaron de la propaganda contra la bebida y en varias oportunidades escribieron reflexiones sobre el asunto, las cuales fueron publicadas en las páginas del organismo gremial. Así, por ejemplo, según Everardo, de 16 años de edad e hijo del asociado Juan Romero, el alcohol penetraba en los hogares y destruía la felicidad ya que los hombres ebrios maltrataban a sus esposas e hijos, a la vez que les hacía padecer hambre y miseria.[48] Alejandro Cometta, por su parte, con 15 años e hijo del socio fraternal del mismo nombre, explicaba los efectos dañinos que el alcohol tenía sobre el organismo humano y proponía a los militantes gremiales recopilar información especializada que pudiera redundar en la publicación de un libro.[49]

Por todo esto no resulta sorprendente que Regeneración fuera bien recibida por hombres, mujeres y niños de todas las edades quienes, según informó el periódico de La Fraternidad, a más de un año de su estreno, seguían haciendo llegar sus voces de aliento hacia el film.[50] Gracias a algunos testimonios enviados por los socios y de los discursos pronunciados en las proyecciones, es posible acercarse a la recepción que tuvo la película, así como a los modos en que fue interpretada por los espectadores. Al respecto, el agremiado Cristóbal Robustelli apuntó que la cinta demostraba que el trabajo era un elemento de salud y vigor, un freno contra los vicios y las malas pasiones a partir del cual se garantizaba la prosperidad y felicidad del hogar.[51] Según el compañero Fidel Viñuela, para combatir el alcoholismo, la película demostraba los trastornos que este ocasionaba en el ser humano, a la vez que reflejaba parte de la vida ferroviaria. Por un lado, mostraba el derrumbe de la familia a causa del “terrible veneno” y también al hombre trabajador y buen compañero cuyo objetivo era sostener su hogar, en el que reinaba el cariño y la armonía.[52] Por su parte, el maquinista González García realizó una interesante reflexión en base a la película, pero también a partir de su experiencia como ferroviario con una trayectoria de más de 20 años de militancia gremial. En sus palabras, Regeneración simbolizaba tanto el sacrificio y la honradez del trabajador como la maldad, bajeza y cobardía de la “piltrafa humana”. Señalaba especialmente a Francisco como un símbolo de “energía varonil” que, aún abofeteado injustamente por su mismo compañero, se imponía a los ultrajes y lograba triunfar al regenerar a su amigo. A su vez, destacó que la cinta no se inspiraba en argumentos ficticios ni pomposos, sino que su caudal era la verdad que diariamente se veía en las organizaciones gremiales como La Fraternidad. Él mismo, afirmó, había conocido a muchos “Alfredos”, algunos de los cuales se pasaban de los límites y, “empedernidos por el uso de alcohol”, confiaban su “misión sagrada” al compañero en la conducción de la locomotora, lo que de acuerdo a este maquinista evidenciaba su falta de “hombría”.[53] De este modo, y en consonancia con el discurso oficial del gremio, se asociaba al buen trabajador con la nobleza, la consciencia y el sacrificio que constituían una masculinidad respetable y deseable, mientras que aquel que “caía en el vicio” demostraba su cobardía y poca hombría.

Los socios gremiales no fueron los únicos en expresar sus opiniones sobre la película. Al comenzar 1929, la señorita Lidia Soria Manjon, hija del maquinista Vicente Soria de la sección fraternal de Tucumán, escribió sus impresiones tras asistir a la exhibición del film en uno de los principales cines de la ciudad. Según contó, “grande fue mi alegría cuando papá nos dijo que nos preparáramos para ir a verla” ya que hacía tiempo que estaba esperando la proyección. Al referirse a Regeneración, Lidia hablaba de “nuestra cinta” y explicaba que decía así porque “ella es de ambiente ferroviario y papá pertenece a ese gremio”. Informó que numerosos compañeros asistieron al acto con sus respectivas familias y que lo que más le había llamado la atención había sido la “brillante actuación” de Francisco Agnelli, integrante de la comisión directiva de La Fraternidad, quien había encarnado al personaje de su mismo nombre. Su interpretación, opinó Lidia, reflejaba todo el sentimiento de un padre cariñoso preocupado por cuidar a su familia, pero a la vez cumplidor de su deber como obrero del riel. Como contraparte, se presentaba al foguista Alfredo quien finalmente lograba regenerarse gracias a las diligencias de sus compañeros y cuyo caso hacía a esta joven reflexionar sobre aquellos ferroviarios que “al borde del abismo” debían luchar y convertirse en un ejemplo digno para sus hijos.[54]

Si bien en líneas generales la película tuvo gran repercusión entre los ferroviarios e incluso sus familiares, algunos socios se mostraron indiferentes ante la producción y se mantuvieron al margen de las proyecciones. Aunque esta falta de compromiso con las actividades sindicales no era una novedad -y de hecho los dirigentes de La Fraternidad solían criticar a los asociados que faltaban a las asambleas, escuelas y bibliotecas- las páginas del periódico gremial no dejaron de llamar la atención de aquellos que no asistieron a las exhibiciones de la cinta. Así, los asociados de Justo Daract, provincia de San Luis, lamentaron que algunos compañeros de la sección no hubieran acudido al evento, a pesar de encontrarse en la localidad.[55] Los de Pichanal, en la provincia norteña de Salta, expresaron su satisfacción por el éxito que tuvo la película en la sección, aunque advirtieron que la mayoría de los concurrentes habían sido particulares, lo que evidenciaba el desgano de algunos compañeros a quienes era muy difícil disculpar, ya que la actividad se había anunciado con suficiente tiempo para que al menos asistieran sus familias si es que ellos no podían hacerlo. Por este motivo, realizaban una reflexión contundente acerca de cómo estos trabajadores debían ocupar su tiempo libre: “En lugar de ir a lugares de diversión, cuyos beneficios son para el capital, debieron asistir a nuestro acto”.[56] Los integrantes de la Unión Ferroviaria también realizaron algunos llamados de atención como fue el caso de los socios de Ceres, en la provincia de Santa Fe, quienes habían organizado dos funciones en distintos horarios para que pudieran asistir todos los compañeros. A pesar de ello, informaron, varios se ausentaron y se perdieron así una película “que les hubiera servido de ejemplo”.[57]

 

Reflexiones finales

 

En la Argentina de la década de 1920 el consumo de alcohol constituyó el eje de debates y campañas de los que participaron diversos actores sociales, entre ellos sindicatos y otros sectores del movimiento obrero y las izquierdas de la Argentina. Estas páginas buscaron explorar los discursos críticos y acciones que el gremio de conductores de locomotoras, uno de los más importantes del país, desplegó en un intento por frenar y contener el consumo de bebidas entre sus asociados. Sus dirigentes entendían que el alcohol afectaba el organismo de los trabajadores, causándoles enfermedades y una peor calidad de vida, a la vez que concebían a este como un obstáculo para la organización obrera y el engrandecimiento gremial, al alejar a los ferroviarios de la lucha por mejores condiciones de vida y trabajo. Al mismo tiempo, hacían hincapié en las consecuencias que el alcoholismo traía aparejadas ya no solo para el trabajador sino para todos los miembros de la familia obrera. Para enseñar sobre los peligros de la bebida, desplegaron estrategias que incluyeron la propaganda en el periódico sindical, la realización de veladas y conferencias de propaganda, así como la confección y distribución de folletos y otros materiales didácticos. Entre estas iniciativas se ubicó Regeneración, una cinta cinematográfica de propaganda anti-alcohólica producida por el sindicato y estrenada en 1927 ante los obreros ferroviarios y sus familiares.

Con la película, La Fraternidad echo manó de un instrumento sumamente moderno como era el cine, al que entendía no solo como un medio de entretenimiento sino también como una herramienta pedagógica para educar a los trabajadores e incidir en sus hábitos y costumbres. Al reconstruir y analizar la trama argumental del film, fue posible advertir que esta estuvo atravesada por ciertas nociones sobre el trabajo en los ferrocarriles y por normas y prescripciones de género que atribuían determinados sentidos y valoraciones morales al consumo de alcohol y sus efectos. En especial, al presentar al alcohol como un enemigo o amenaza para la familia proletaria, y no solo para el obrero y su desempeño laboral, el sindicato buscó interpelar a las mujeres e hijos de los trabajadores, habilitándolos a involucrarse activamente en la promoción de la templanza y entendiéndolos como un elemento central y decisivo en el combate de la bebida. En este mismo sentido, las proyecciones del film -que incluyeron salas comerciales de diversas ciudades y localidades, así como a las sedes gremiales que se extendían por diversos puntos del país- buscaron reunir y convocar a los ferroviarios, pero también a sus familias, quienes participaron activamente de estos eventos militantes colaborando con su organización, preparación y promoción.

 

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Recepción: 14/02/2024

Evaluado: 30/03/2024

Versión Final: 15/06/2024

 

 



(*)Profesora de Historia y Doctora en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, integra el Instituto de Investigaciones en Estudios de Género de esta facultad y la Asociación Argentina para la Investigación en Historia de las Mujeres y Estudios de Género. IIEGE, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. florenciaduva87@gmail.com. ORCID https://orcid.org/0000-0001-8571-6945

 

 

[1] “La taberna”, La Fraternidad (en adelante LF) 20/08/1926, p. 40.

[2] Ibíd., p. 41.

[3] Ibíd., p. 42.

[4] La Fraternidad, periódico del gremio homónimo y fuente principal de esta investigación, comenzó a publicarse en 1907, 20 años después de la fundación de la sociedad. Se proponía servir como órgano de propaganda e instrucción, herramienta para el mejoramiento y defensa gremial e instrumento para estrechar los vínculos de compañerismo y solidaridad entre los más de 4000 afiliados dispersos a lo largo de las 65 secciones de La Fraternidad que existían en el país para ese entonces (“Memoria y Cuentas generales correspondiente al año 1910”, Memorias 1910-1924, La Fraternidad, Buenos Aires, 1911, p. 13; Chitti y Agnelli, 1939: 348). Con una frecuencia mensual y una tirada inicial de 5000 ejemplares, hacia fines de 1909 esta había ascendido a 6500 y en julio de 1912, cuando el gremio atravesaba un proceso de reorganización tras la fallida huelga de comienzos de ese año, la asamblea general de delegados resolvió la aparición quincenal del periódico –cuya tirada alcanzaba los 7500 ejemplares–, la cual se hizo efectiva desde agosto de ese año (“Informe y cuentas generales correspondiente a los años 1907-1908-1909”, Memorias 1899-1909, La Fraternidad, Buenos Aires, 1910, p. 8; “Asamblea General Ordinaria de Delegados”, LF 01/08/1912, p. 2; “Correspondencia”, LF 15/10/1912, p. 7). Con el tiempo, además de la mayor tirada y el cambio de formato -en 1919 se incorporaron avisos comerciales y desde 1921 se redujo el tamaño de las hojas y se agregaron más páginas a la publicación-, aumentaron la cantidad de secciones incluidas en el periódico. A “Lo que dice el personal” –en donde se publicaban las notas y denuncias que llegaban de las secciones– y la “Sección Técnica” –en la que se difundían conocimientos profesionales–, entre otras, desde 1920 se sumaron “Mutualismo y Previsión”, en donde se publicaba el detalle de los subsidios acordados a los socios cada mes, “Por las secciones”, con noticias locales del gremio, y “Acción Obrera”, destinada a informar sobre conflictos y novedades ocurridas en otros gremios y asociaciones obreras.

[5] A pesar de la presencia predominantemente masculina y adulta, algunas mujeres y menores encontraron empleo en los despachos de bebidas, situación que generó preocupaciones e intentos de regulación por parte de las clases gobernantes (“Condiciones de trabajo en la República Argentina”, Boletín del Departamento Nacional del Trabajo 18, Imprenta y Casa Editora ‘Juan A. Alsina’, Buenos Aires, 30 de septiembre de 1911, p. 500; “Trabajo de mujeres y menores”, Boletín del Departamento Nacional del Trabajo 38, Talleres Gráficos Argentinos de L. J. Rosso y Cía., Buenos Aires, 1918, p. 84).

[6] Sobre las tabernas como espacio de sociabilidad y encuentro obrero, ver: Del Rosal, 1982; Hobsbawm, 1987; Thompson, 1989; Uría, 2003.

[7] “Haedo”, El Obrero Ferroviario, agosto de 1913, p. 4.

[8] “Nuestras fiestas”, La Fraternidad, 20 de julio de 1922, p. 12.

[9] Los debates y discusiones en torno al consumo de alcohol y sus efectos involucraron a amplios sectores de la sociedad como gobernantes, médicos, medios de prensa, exponentes de la literatura, movimientos religiosos, juristas, sindicatos y corrientes políticas de izquierda (Armus, 2007; Recalde, 1997; Sedran, 2021; Suriano, 2000). Muchos de los tópicos en discusión no fueron exclusivos de la Argentina y estuvieron atravesados por estudios, debates y políticas que se estaban dando a escala internacional para combatir el alcoholismo y que incluyeron posicionamientos más moderados y otros de carácter prohibicionista (Burns, 2004; Campos Marín, 1997; Carrillo, 2002; Fernández Labbé, 2006; García Álvarez, 2008; Murdock, 1998; Salazar Bermudez, 2017).

[10] “Alcoholismo”, Boletín del Departamento Nacional del Trabajo núm. 42, Imprenta Gotelly y Cía., Buenos Aires, 1919, pp. 121-138; Bunge, 1909; Cabred, 1910 y 1913.  

[11] “Las bebidas que envenenan”, La Fraternidad 15 de mayo de 1913, p. 4.

[12] “Sociología del alcoholismo”, LF 20/12/1929, p. 12.

[13] “El alcoholismo I”, LF 15/08/1913, p. 5; “Alcoholismo II”, LF 15/10/1913, p. 4; “Alcoholismo III”, LF 01/11/1913, p. 5; “El alcoholismo”, LF julio de 1918, p. 9; “El alcoholismo, el cáncer y la tuberculosis”, LF 05/07/1925, p. 18; “Bebedores...!”, LF 05/01/1926, p. 19.

[14] “El alcoholismo”, LF 05/09/1927, p. 23.

[15] “Contra el alcoholismo”, LF 15/03/1913, p. 3; “Los males del alcoholismo”, LF 05/10/1923, p. 11.  

[16] “El alcoholismo”, LF 05/12/1923, p. 14; “El borracho”, LF 05/07/1927, p. 5; “El alcoholismo y algunos de sus efectos”, LF 05/08/1930, p. 6.

[17] “Las bibliotecas”, LF 15/09 al 31/12/1917, p. 8; Ayuso, 2016, p. 275.

[18] LF 15/09/1919, p. 7.

[19] Para un análisis sobre la sociabilidad gremial ferroviaria en el periodo 1912-1917, ver: D’Uva y Palermo, 2015.

[20] “Orfelinato para hijos de ferroviarios”, LF 20/04/1925, p. 12. Esta iniciativa formaba parte de un programa de protección y asistencia social más amplio planteado por La Fraternidad y destinado a los ferroviarios y sus familias. (“A propósito de la creación del Orfelinato y Hospital Sociales”, LF 05/11/1927, p. 9).

[21] Sobre Cosimi, ver: Peña, 2012.

[22] “Un peligro del cine”, LF 05/09/1925, p. 11; “El cine y los menores”, LF 20/03/1926, p. 36.

[23] Para un análisis y definición del melodrama, ver: Manetti, 2000.

[24] “La película REGENERACION”, LF 20/12/1927, p. 18.

[25] “La película REGENERACION”, LF 20/12/1927, p. 18; “REGENERACIÓN”, LF 20/01/1928, p. 14.

[26] “REGENERACIÓN”, LF 20/01/1928, p. 14.

[27] Ídem.

[28] “La película REGENERACION”, LF 20/12/1927, p. 18.

[29] “REGENERACIÓN”, LF 20/01/1928, p. 14.

[30] Para más información sobre el cine político y social de la Argentina en los años previos a lo que se considera el período “clásico” de este género, ver: Lusnich, 2009.

[31] “La película REGENERACION”, LF 20/12/1927, p. 18.

[32] Según Hall (2013), la comparación entre el hogar desdichado del alcohólico y el satisfecho idilio doméstico del trabajador abstemio era una constante en las lecciones sobre la templanza.

[33] Al respecto, y sugiriendo que Francisco pertenecía a La Fraternidad y que eso le otorgaba ciertos valores morales que lo llevaban a comprender y querer ayudar a Alfredo, el periódico gremial señalaba: “¿Qué otro gesto desinteresado y noble podría haberse esperado de un proletario consciente de su deber y responsabilidad?” (“REGENERACIÓN”, LF 20/01/1928, p. 14).

[34] “A iniciativa de La Fraternidad se filmó una interesante cinta de propaganda antialcohólica”, El Obrero Ferroviario 01/01/1928, p. 3. La presencia de autoridades gubernamentales en el estreno habla tanto de las buenas relaciones que bien entrada la década del 20 mantenía La Fraternidad con los representantes del Estado, así como de la comunión de intereses generados alrededor del combate a la bebida. En este sentido, tanto la propaganda anti-alcohólica como el fuerte sentido de responsabilidad laboral que el film difundía entraban en consonancia con sentidos y valoraciones sobre el trabajo que podían ser compartidos por empresarios y gobernantes.

[35] “La película REGENERACION”, LF 20/12/1927, p. 18; “A iniciativa de La Fraternidad se filmó una interesante cinta de propaganda antialcohólica”, El Obrero Ferroviario 01/01/1928, p. 3.

[36] “Estrenóse ayer ‘Regeneración’”, La Vanguardia 15/01/1928, p. 16.

[37] “Beneficios de la película ‘Regeneración’”, LF 20/03/1928, p. 9.

[38] “Justo Daract (P.). Importante acto a beneficio del Orfelinato. Exhibición de la película ‘Regeneración’”, LF 20/03/1928, p. 7. Fue bastante común que un piano, orquesta o músicos acompañaran la proyección de las películas mudas (Tranchini, 2000).

[39] “La exhibición de la película en Tres Arroyos (S.)”, LF 20/04/1928, p. 46; “Henderson”, LF 05/06/1928, p. 46; “Olavarría. Se exhibe Regeneración con gran éxito”, LF 20/08/1928, p. 6.

[40] “Ayacucho, F.C.S. ‘Regeneración’”, El Obrero Ferroviario 01/04/1928, p. 3.

[41] “Con gran éxito se exhibió la película ‘Regeneración’. Bolívar (Sud)”, LF 20/06/1928, p. 23.

[42] “En Patricios (C.G.B.A.) se exhibió “Regeneración” con éxito halagador”, LF 05/07/1928, p. 34; “Catamarca (C.N.A.). Se exhibió la película con mucho éxito”, LF 20/08/1928, p. 12; “Pilar (S.F.). Se exhibió ‘Regeneración’ con un éxito halagador”, LF 05/11/1928, p. 29; “Con gran éxito se exhibió en esta sección la película Regeneración”, LF 20/06/1930, p. 48.

[43] “Se exhibió en Crespo (E.R.) nuestra película”, LF 20/10/1928, p. 42.

[44] “Rawson (P.) con halagüeño éxito se exhibió la película Regeneración”, LF 20/11/1928, p. 33; “Gualeguay (E.R.) Regeneración”, LF 20/12/1928, p. 10; “En Salta (C.N.A.) se repitió el buen éxito de Regeneración. Los compañeros están muy satisfechos”, LF 05/03/1929, p. 20.

[45] “Libertad (M.) Con éxito se exhibió ‘Regeneración’”, LF 05/09/1929, p. 35.

[46] Entre la oferta de sociabilidad puesta en marcha por las empresas se encontraban ciertas prácticas y competencias deportivas; picnics y excursiones campestres; cursos de idioma, taquigrafía y dibujo (D’Uva, 2021).

[47] “La mujer puede combatir con eficacia al alcoholismo”, LF 05/02/1927, p. 12; “Compañera”, La Fraternidad, 20/02/1927, p. 33; “Compañera”, LF 05/03/1927, p. 23; “Compañera”, LF 01/05/1927, p. 24.

[48] “El alcoholismo”, LF 20/03/1928, p. 39.

[49] “Guerra al alcohol”, LF 20/05/1928, p. 37.

[50] “La película ‘Regeneración’”, LF 05/04/1929, p. 7.

[51] “El Orfelinato y la Película Regeneración”, LF 05/03/1928, p. 4.

[52] “Con gran éxito se exhibió la película ‘Regeneración’. Bolívar (Sud)”, LF 20/06/1928, p. 22.

[53] “La película regeneración”, LF 20/10/1928, p. 23.

[54] “Impresiones de la cinta Regeneración”, LF 20/01/1929, p. 37.

[55] “Justo Daract (P.). Importante acto a beneficio del Orfelinato. Exhibición de la película ‘Regeneración’”, LF 20/03/1928, p. 7.

[56] “En Pichanal (C.N.A.) se exhibió la película”, LF 05/03/1929, p. 20.

[57] “Ceres F.C.C.A. ‘Regeneración’”, El Obrero Ferroviario 01/05/1928, p. 7.