Política y emociones: representaciones de la felicidad en las epístolas de los trabajadores peronistas (1951-1952)

 

Juan Pablo Bastard (*)

 

 

 

Resumen

 

Este trabajo se centra en la intersección emoción-identidad-política a partir de las representaciones y las apelaciones a la felicidad en los discursos de los trabajadores peronistas, específicamente centrado en la correspondencia establecida entre estos y Juan Domingo Perón, por medio de la secretaría de asuntos técnicos de la nación entre 1951 y 1952.

El movimiento político peronista se caracterizó por la utilización de los más diversos dispositivos del lenguaje para la diseminación de las novedades de gobierno. El sistema de correspondencias privadas de los trabajadores con Juan y Eva Perón configuró un canal sumamente original para el pedido y obtención de mejoras sociales, económicas, de educación, etc. El sistema de correspondencia continuó incluso hasta la campaña iniciada en 1951, en vísperas del Segundo Plan Quinquenal. En las características específicas del lenguaje utilizado por el peronismo se erigieron vinculaciones tanto políticas como emocionales. 

 

Palabras clave: Emociones; Epístolas;  Felicidad; Peronismo; Trabajadores.

 

 

 

Politic and emotions: representation of the happiness in peronism worker’s epistles (1941-1952)

 

Abstract

 

This study delves into the intersection of emotion, identity, and politics through the representation and appeal to happiness present in the speeches of Peronist workers, with a focus on their correspondence with Juan Domingo Perón, through the Secretariat of Technical Affairs of the Nation between 1951 and 1952.

The Peronist political movement, at its core, was characterized for using a wide range of language devices for spreading government announcements. The private correspondence system between workers and Juan and Eva Perón served as a highly original channel for requesting and obtaining social, economic, and educational improvements, among others. This correspondence system continued even until 1951, amidst the campaign, on the eve of the Second Five-Year Plan. It is within these distinctive linguistic expressions that both political and emotional connections were established.

 

Key Words: Emotions; Epistles; Happiness; Peronism; Workforce.        


Política y emociones: representaciones de la felicidad en las epístolas de los trabajadores peronistas (1951-1952)

 

 

Introducción

 

Durante la primera y segunda presidencia de Perón tuvieron lugar distintos procesos de construcción de identidades sociales, políticas y culturales, que involucraron tanto a instituciones y figuras gubernamentales como a los más variados actores sociales y políticos. El gobierno peronista recurrió desde sus inicios a diversos dispositivos de comunicación, mecanismos y formas discursivas, símbolos, repertorios iconográficos para diseminar noticias y construir imágenes sobre las políticas públicas y sociales desarrolladas desde 1946, y generar así adhesiones en la sociedad. Este proceso de construcción de estatalidad, liderazgos, rituales y adhesiones políticas no fue unívoco, estuvo abonado, cimentado y atravesado por una amplia red de prácticas de participación, de sociabilidades formales e informales y de movilización, que surgieron de la sociedad e involucraron a distintos sectores sociales, entre ellos, a los trabajadores. A través de cada uno de estos canales de participación, y mediados también por las producciones estatales señaladas más arriba, los individuos trabaron vínculos ideológicos y emocionales con el movimiento político, con Perón y elaboraron representaciones sobre estos lazos.

Dentro de esa compleja trama de relaciones se puso en marcha un sistema de correspondencia dirigida por los ciudadanos a Perón y Eva Perón, que se convirtió en un canal privilegiado tanto para pedir y obtener mejoras sociales, económicas, de educación, así como también para estrechar relaciones con los adherentes al movimiento político y la población en general. Este sistema se intensificó con la campaña iniciada a fines del año 1951, cuando el Ministerio de Asuntos Técnicos comenzó a diagramar el Segundo Plan Quinquenal de la Nación. En la antesala de su confección, Perón hizo un llamado a través de la radio, que fue recogido por la prensa, a aquellas personas, entidades u organizaciones que quisieran manifestar por escrito sus demandas a los efectos de que estas sean evaluadas por los ministerios correspondientes y se las incluya, según los casos, en el plan que pretendía ser implementado desde 1952 hasta 1957. 

En esta dirección, estas cartas son una fuente privilegiada para el abordaje de la formación y las características de los vínculos labrados entre trabajadores y gobierno peronista. El análisis del lenguaje contenido en las epístolas constituye una vía de acceso para comprender e interpretar las subjetividades, las emociones, la trama sentimental de la configuración identitaria. En la intersección de la emoción con la política, se buscará abordar el papel de la felicidad en la construcción de una identidad cultural en los trabajadores.

El recorte temporal propuesto responde al objeto de estudio, definido a partir de un acontecimiento específico: el llamado que el presidente Perón efectuó a la población, a fines del año 1951 y hasta finales de enero de 1952, para que envíen sus sugerencias y demandas, a través de las epístolas, al Ministerio de Asuntos Técnicos de la Nación, a los efectos que sean analizadas e incluidas en el Segundo Plan Quinquenal de la Nación. El ministerio fue el encargado de coordinar la elaboración del Plan. Esta agencia estatal recibió aproximadamente 19.000 (Acha, 2004) cartas con iniciativas en las se pueden observar todo tipo de balances, apreciaciones, valoraciones y significados sobre lo que en la época se denominó la Nueva Argentina peronista.

 

Estado de la cuestión

 

Como se sabe, las investigaciones sobre la historia social y cultural del peronismo son numerosas (Karush & Chamosa, 2010), con diversas temáticas desde variadas líneas analíticas, con producciones en auge.

Es ampliamente conocido que Daniel James (1988)  ofreció, a través de sus estudios, una línea de indagación pionera, en la que intuyó tempranamente y sin enunciarlo directamente, que elementos vinculados con las sensibilidades y las emociones, surgidos de la experiencia concreta de la clase trabajadora, jugaron un papel preponderante en la construcción de la identificación con el peronismo en sus orígenes. En este sentido, para dar cuenta de cómo los trabajadores vivieron, sintieron y explicaron su adhesión al peronismo, recuperó el concepto estructuras de sentimiento desarrollado por Raymond Williams (1977),[1]  con el que se refirió a cómo los sujetos explicaron su condición de peronistas a través de un conjunto de valores y percepciones que surgieron de las vivencias y del sentir, antes que con formulaciones ideológicas sistemáticas o formales. En su libro Doña María (2004) continuó con esta línea de indagación, ubicándose en el terreno del relato de vida personal.  

En la misma perspectiva analítica que la propuesta de James, se encuentran los trabajos de Oscar Chamosa (2010) y Matthew Karush (2012). Ambos muestran el lugar que el lenguaje y ciertas tramas argumentales tuvieron en la producción de sentido y la formación de identidades políticas de los trabajadores. Marcela Gené (2005) analiza la construcción de un discurso hegemónico, así como también la elaboración de las estrategias de visualización de las acciones y los objetivos gubernamentales, trabajando con fuentes que dan cuenta del universo simbólico creado por las instituciones de propaganda.

Recientemente, las cartas enviadas durante el primer y segundo mandato de Perón se han constituido como una fuente visitada para la búsqueda de los testimonios de los hombres y mujeres de a pie. En esta línea se encuentra el trabajo de Eduardo Elena (2005), que explora en las cartas no solo los contenidos, sino también las formas en que diversas peticiones fueron enunciadas. Omar Acha (2017) aborda las cartas de amor, y observa la construcción y enunciación de una subjetividad popular en las mismas. Otro aporte reciente es el de Dona Guy (2017), quien ha trabajado la correspondencia entre los trabajadores y Perón para el análisis de la configuración del carisma peronista.

Por otra parte, es fundamental el relevamiento de las producciones historiográficas en torno a las emociones. Estas configuran un campo de creciente interés a nivel internacional, a tal punto que se habla de un giro emocional de la historia. Contamos con los aportes de la emocionología (Stearns, 2010), basados en la perspectiva histórica de las normas emocionales y su cambio el tiempo, los aportes de Theodore Zeldin (1997) sobre las preocupaciones individuales emocionales, William Reddy (2005) y la relación emoción-cognición desde una teoría antropológica-psicológica de las expresiones emocionales como actos de habla (emotives), el concepto de comunidad emocional desarrollado por Barbara Rosenwein (2007), Ute Frevert (2011) y las economías emocionales para analizar las emociones perdidas en el tránsito del pasado al presente, y las perspectivas feministas: construcción de conocimiento desde la emoción e historia de la felicidad a partir de los unhappy archives (Ahmed, 2019).

En el plano de la producción nacional, el trabajo de María Bjerg (2019) indaga sobre la experiencia inmigratoria para profundizar acerca de los vaivenes de los vínculos matrimoniales en ese contexto de separación física. La búsqueda se focaliza en el lenguaje emocional de los inmigrantes para reconstruir estilos emocionales impresos en las sociedades de origen. Otro aporte de reciente aparición es el de Sandra Gayol (2021), quien explora las expresiones no verbales de las emociones a partir del estudio de los telegramas y notas de pésame enviados a Perón con ocasión de la muerte de Eva. Finalmente, Omar Acha (2013), quien establece la importancia del concepto de sentimiento ideológico para ubicar en un lugar central a las emociones en la conformación de las formaciones ideológicas modernas, cruza los campos que articula esta tesis. En este punto, se puede establecer que los postulados de los trabajos aquí mencionados consideran a la historia de las emociones como elemento fundamental para reconstruir la experiencia histórica.

 

La selección de las fuentes y la metodología empleada

 

El corpus de fuentes que emplea esta indagación consta, principalmente, de las cartas escritas por los seguidores del gobierno peronista a Perón y a Eva entre 1951 y 1952 que pertenecen al Fondo Documental de la Secretaría de Asuntos Técnicos de la Nación que se encuentra en el Archivo Intermedio general de la Nación, donde se consultaron fundamentalmente los legajos de turismo, hoteles, educación física e iniciativas.

La relación entre bienestar, turismo y felicidad fue construida históricamente, y su vinculación no fue automática. Los contenidos del bienestar social se articularon con las mejoras en los ingresos disponibles para los trabajadores con medidas para el descanso y la recreación en el tiempo libre, como las vacaciones pagas, los nuevos feriados y el sábado inglés. La retórica justicialista puso fuerte énfasis en establecer la plena accesibilidad a una práctica históricamente vedada para los trabajadores, en el marco de un proyecto de Turismo Social que “tendrá como finalidad posibilitar el acceso de la población trabajadora a los lugares de turismo y será organizado facilitando a los servicios de bienestar y asistencia social (Pastoriza, 2008).

La práctica epistolar, al tiempo que se muestra como fuente privilegiada, pierde su jerarquía en la medida en que para lograr inteligibilidad y sentido requiere ser puesta en diálogo con otras fuentes y discursos que le otorgan consistencia y aportan a la composición del cuadro que la carta esboza. Por lo tanto, se observan otras fuentes del período del primer peronismo, entre 1946 y 1952.

Para el análisis de las cartas se aborda se aborda el rol del emisor, ya que como establece Soto Vergara (1996), la carta como texto cuenta con determinadas características estructurales y semánticas permeables de ser analizadas en pos de delimitar el rol del emisor en la interacción verbal. Por otro lado, en la arquitectura de la carta se encuentran plasmados los trazos de intencionalidad de control de la recepción de la carta por parte del emisor.

Los indicadores referenciales junto con las indicaciones afectivas, características de las cartas personales, configuran la contextualización de la carta, en tanto operan como marco afectivo positivo que favorece la recepción por parte del destinatario, fundamentalmente, pero no excluyentemente, al principio y al final de la misma. De este modo, se enmarca al evento comunicativo epistolar de un tono afectuoso como parte de su contextualización, en conjunto con los indicadores referenciales.

En el análisis de las cartas, se busca penetrar en la historia de los trabajadores y preguntar cómo gestionaron las orientaciones de su felicidad, cómo la experimentaron y como los movilizó a la acción, a partir de establecer un intercambio (aunque unilateral) con el líder del movimiento político. Se intenta reconstruír la experiencia de quienes enviaron estas cartas y cómo retrataron su(s) felicidad(es) y emociones a través de la escritura epistolar, la cual habilita la construcción de nociones de un sujeto sobre sí mismo en un momento determinado.

 

La felicidad en los discursos peronistas entre 1945 y 1952

 

El año 1945 estuvo signado por conflictos y movilizaciones sociales y políticas. Desde junio, comenzaron a definirse los alineamientos políticos y se configuró progresivamente un heterogéneo frente opositor a Perón. Tales presiones se incrementaron en los meses de septiembre y octubre con la Marcha de la Constitución y la Libertad, impulsada por los sectores antes mencionados que reclamaron la entrega del gobierno a la Corte Suprema de Justicia. Como respuesta a esto, el gobierno intentó atenuar el conflicto desplazando a Perón, quien renunció el día 9 de octubre.     

El 10 de octubre de ese año, desde los balcones de la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, y frente al avance del arco opositor, Perón instó públicamente a los trabajadores que se habían reunido allí para escuchar su discurso de despedida, a defender de forma organizada “la felicidad de la familia o la tranquilidad de un obrero”.[2] En su alocución radial, se refirió a las conquistas laborales y sociales que había promovido la S.T.P desde su creación a fines del año 1943. Estas conquistas, a las que definió como “las más perentorias para las clases trabajadoras”[3] fueron “mejoras logradas en lo que se refiere al trabajo, a la organización del trabajo, a la organización del descanso, al ordenamiento de las remuneraciones y a todo lo que concierne a la previsión social”[4] para “el absoluto beneplácito de la clase obrera[5]”. La enumeración de lo realizado hasta la fecha, seguida del detalle de todas las leyes laborales promulgadas desde 1943, configuró la felicidad referenciada previamente, la cual, prosiguió Perón, “no debemos exponer por ninguna causa”.[6] 

Con el lazo consolidado desde el 17 de octubre 1945, y el mito revalidado durante los años posteriores entre Perón y los trabajadores, el presidente se expresaba el 17 de octubre de 1950, cuando se dirigió nuevamente a los trabajadores estableciendo que “el justicialismo no es sólo un hombre, es una doctrina” (Castelucci, 2002). La ritualización por el día de la lealtad inaugurada en 1945 conformaría el escenario para la elocución de un discurso en el que se puso un marcado énfasis en la reafirmación de los lazos de apoyo entre el líder y los trabajadores. Las 20 verdades fueron una presentación catequística de los preceptos de la doctrina justicialista (Altamirano, 2002). La demanda de apóstoles y “fanáticos de amor dispuestos a morir por un ideal”[7] por parte de Perón reforzaron el componente emocional del vínculo entre el líder y los trabajadores. Tras el éxito de la reforma constitucional y a las puertas de la posibilidad de ser reelegido, Perón, en la fecha fundante de la mitología peronista, apuntó a las realizaciones concretas, lo hecho hasta ese momento: “todo lo que aquella noche me parecía un sueño (y que) ahora es una realidad”.[8]  Con esa expresión, Perón se refería, por un lado, a la redistribución salarial, el incremento del consumo material y de servicios; y, por otro lado, a las inclusiones en el plano simbólico. Perón afirmaba que “la Patria está en la realidad viva de cada argentino y mejor cuanto más humilde y más descamisado”[9]. Esta colocación del trabajador, humilde y descamisado, en el centro de la escena simbólica como representante máximo de la patria, apuntaba a un modo fundamental de gratificación: los argentinos más importantes de la argentina peronista eran los trabajadores. Esto fue reafirmado nuevamente en este mismo discurso:

 

Éramos un país sin pueblo. El pueblo sufría en silencio su indignación y su dolor trabajando día y noche; cuando levantaba un poco la cabeza se la bajaban a palos o le regalaban una “semana trágica”. Vivía como ausente de su propia Patria, Ahora está de pie; sabe que la Patria es justa. Cada argentino trabaja alegre y confiado en el porvenir con las espaldas erguidas y la frente alta, porque sabe que en la Argentina justicialista la suprema dignidad está en el trabajo.[10]

 

Es importante la acentuación que hizo Perón acerca de “cómo” trabaja cada argentino. La alegría de trabajar configuró en palabras de Perón una situación que ya no deja lugar a las insatisfacciones ni a semanas trágicas, y por ende a las protestas o las manifestaciones de descontento. El carácter performativo del discurso de Perón, caracterizado por la utilización de un lenguaje directo, concreto y, sobre todo, creíble, monopolizó la definición legítima del peronismo, de lo que el peronismo constituía, representaba y tenía como meta.

Un año más tarde, Eva Perón se expresaba en el día del trabajador retomando, a través de una metáfora, las nociones que vincularon a la política peronista con la senda de la felicidad:

 

La Confederación General del Trabajo y los trabajadores por mi intermedio, no necesitamos elocuencia para decirle a Perón que no olvidaremos jamás, porque nos hizo dignos y justos, porque nos hizo libres y soberanos y porque cuando nuestra bandera se pasea por los caminos de la humanidad, los hombres del mundo se acuerdan de la patria como de una novia perdida que se ha vestido de blanco y celeste para enseñarle el camino de la felicidad.[11]

 

La bandera del justicialismo, vinculada al bien de la  “novia patria”, se tradujo en la felicidad de los hijos y la grandeza nacional, como una política que generó felicidad, que deseó felicidad y mantuvo su lugar como punto de llegada y como principio para que los trabajadores lleven una buena vida.

Las consignas y mensajes de Perón y Eva fueron replicadas y ampliadas desde los soportes más variados. La revista Mundo Peronista constituyó un vehículo de difusión propagandístico que tuvo como destinatario a la ciudadanía trabajadora (Morales, 2017). En su sección “Entre usted y yo” del ejemplar del 1 de enero de 1952, se recreaba una conversación entre dos peronistas en el que se planteaba un retiro de Perón:

 

Perón ya hizo por el movimiento todo lo que tenía que hacer... Le dio una doctrina maravillosa, infudiendole la unidad de concepción necesaria para que actuemos con unidad de acción […] Y además: hizo feliz a su pueblo... ¿No le parece que Perón ya ha hecho bastante? Entonces... Perón puede ya retirarse del gobierno a descansar tranquilo..." Discúlpeme... Perón no puede todavía hacer eso (que se lo merecería, porque tiene bien ganado un descanso glorioso y feliz). Perón no puede hacer eso, repito, y por culpa suya, mía y de todos los que nos decimos, nos sentimos y creemos ser peronistas.[12]

La presentación del retiro hipotético de Perón buscó reafirmar la posición de sus seguidores a modo tal de que la única y verdadera posibilidad de continuar viviendo felizmente fuera apoyar, defender y perpetuar conjuntamente a la argentina peronista. Tanto Perón como los funcionarios que lo secundaron en las agencias y revistas de publicidad le otorgaron a la política peronista una capacidad de gratificación[13] y presentaron esa acción como una urgencia. En ese marco, le adjudicaron a los trabajadores la responsabilidad de defender la felicidad del pueblo y la familia trabajadora para conformar la nueva argentina.

 

Acuérdese que Perón hay uno solo. Lo que sí le digo es que usted -y yo también, y todos- debemos aprender a pensar y sentir y a querer como Perón. Si él, pensando y sintiendo y queriendo… pudo hacer todo lo que hoy tenemos…. nosotros, que solamente tenemos que conservar lo que él hizo ¿cómo no vamos a poder hacerlo aprendiendo bien la lección de su ejemplo? Para consolidarlo […] y para preservarlo tenemos que actuar nosotros […] No hay que aumentarlo, porque él nos ha dado todo lo que necesitamos para ser felices ¡Solamente es necesario seguir siendo felices! Esa es nuestra única misión como peronistas.[14]

 

Sobre la apelación a la defensa de la felicidad se construyeron nociones del deber para con el otro, a partir de elementos discursivos que apuntaron a la unidad del pueblo, desde el concepto de hermandad. De esta manera, la felicidad no se vinculó únicamente a las mejoras en el bienestar social, sino que también lo hizo con maneras de actuar desde el deber patriótico y la construcción de lazos políticos.

 

Peronistas felices: cartas al presidente y a la primera dama

 

Los autores de las cartas que se analizan hicieron referencia intencionadamente a pasajes que guardan relación con construcciones discursivas estatales y del gobierno peronista, pero también las vincularon con un estado de felicidad personal, con un sentirse bien, conmovidos por las realizaciones del gobierno y por las que ellos mismos pudieran realizar a través del canal de intervención política que representa la carta. La hipótesis que se sostiene en este trabajo es que quienes las escribían se construían a sí mismos como individuos preocupados por el deber público, deber que se reconfiguró como el deseo de colaborar con la perpetuación de la felicidad del pueblo.

Por otro lado, se analiza la configuración de los elementos antagónicos a la felicidad en los relatos de los trabajadores y cómo, a partir de estos, se describen significantes del malestar descrito no sólo como experiencias que ocurrieron y quedaron, en un tiempo anterior, sino también como remanentes de esos tiempos. La felicidad se define a partir de un antagonismo político que implica una contraposición entre un nosotros/ellos; entre un tiempo presente y uno pasado. Este enfrentamiento con un otro constitutivo pone en peligro a la felicidad y por ende la define, y orienta a las subjetividades en contra de ese afuera con el que hay que luchar.

De este modo, en una carta manuscrita, fechada el 31 de enero de 1952, Julio César Dieguez, de Santa Fe, propuso al gobierno la construcción de hoteles de turismo en Federación, provincia de Entre Ríos. 

Mi general: 

Aquí va otra iniciativa: En la ciudad de Federación […] todo es divino, el pueblo colonial, sus colinas de naranjos […], la belleza incomparable de la costa del Rio Uruguay que está a una cuadra de la plaza principal – Asombroso mi general.

Pues bien, hace diez años o más el diputado conservador Mario Bernardi consiguió que se hiciera una avenida costanera que tiene esta forma y con un relieve que lo representa en forma de triángulo. Es precioso y todo Concordia va en verano con sus autos. Creo usted lo conoce mi general porque usted está cerca en Concordia.

Pues bien, en la curva norte, frente a la superestructura y mirando hacia el rio, con una visual de casi 180 grados está parado desde hace 50 años un famoso hotel de turismo. En fin mi general, si no lo hace usted pasaran otros 150 años.[15]

 

El emisor trascendía su propio espacio por medio de la carta en tanto sus enunciados fueron descontextualizados y re-contextualizados en dos instancias: como puesta en común de la realidad del hotel faltante en Federación, y como evento comunicativo en el que se dirigió directamente al presidente de la nación por medio de un lenguaje coloquial a través del cual acercó afectuosamente una propuesta para que fuera incluida en el nuevo plan de gobierno. La carta tuvo así las características de un gesto político, en tanto el emisor intervino sobre el campo de sentidos arraigados a la comunidad (Barros; Morales; Reynares; Vargas, 2016), y emotivo, en cuanto puso de manifiesto su afecto al líder mediante el uso del lenguaje coloquial y del pronombre posesivo. Una vez presentado el acercamiento por parte de Dieguez a Perón de las características de la avenida de Federación, la sugerencia fue plasmada:    

 

Que le parece general si le mete manos a la obra y se manda este hotelsito, y ¡ojo! Yo vivo en Santa Fe así que este asunto ni me va ni me viene, pero resulta que pasé unas vacaciones muy felices en ese pueblo y lo que menos puedo hacer en agradecimiento es justamente esto: que usted general les haga el hotelsito. (sic)[16]

 

La propuesta fue elaborada desde la gratitud provocada por la memoria de una experiencia feliz, y a partir de allí se produjo la articulación con el acto de intervención en la realidad desde el canal epistolar. En este sentido, el marco afectivo delineó la propuesta y le otorgó un tinte espontáneo, liberando al petitorio de formalidad con la intención de inscribirlo en un deseo que nace de la anécdota de una emocionalidad vivida. Como en otras cartas, el tono afectuoso está presente en la de Dieguez, desde la apelación inicial al destinatario hasta la salutación de cierre, a través de varias instancias del contenido de la sugerencia o petición. El lenguaje de la carta estuvo signado por la familiaridad y el tono afable, en tanto refirió siempre a Perón como “mi general”, no solamente en el indicador referencial del inicio de la carta que apela al destinatario, sino en varias oportunidades más. En efecto, como en este caso, muchos de los emisores plantearon el intercambio como una conversación.

Otros enunciados sobre aquello que puede hacer feliz a otros pudieron vislumbrarse, por ejemplo, en una carta enviada el 18 de diciembre de 1951 por el concejal electo por el partido Peronista de la ciudad de San Francisco, Córdoba, Antonio Cruz Longhi, en la que peticionó por la construcción de piletas de natación para “la masa humilde y trabajadora del pueblo” porque “el bienestar del obrero y de la gente humilde que les da con su trabajo tantas fábricas no es completo”. En el cierre de su carta, el concejal asegura que el “el bien a realizar entonces a la población trabajadora sería incalculable, la que pensaría con razón que también San Francisco es recordada por nuestro Gobierno velador de la salud y felicidad de su pueblo.[17]” Es muy relevante remarcar que para el concejal la obra por la felicidad no estuvo completa solamente con la dignificación obtenida a partir de las mejoras generales en las condiciones de trabajo, sino que esta se realizaría en su totalidad a través de la intervención estatal en el tiempo del ocio del obrero. Acaso por su rol de concejal, el emisor aseguró que el recuerdo del gobierno quedaría impregnado en la comunidad de San Francisco, presentando de este modo los beneficios en términos de valor político que tendría la propuesta de ser llevada a cabo por el Estado.

Además de apelaciones a la identidad peronistas, quienes escribieron estas cartas también se explayaron sobre lo que significaba, y sobre todo sobre lo que sentían por ser peronistas en términos personales. En una carta de siete páginas, manuscrita, sin domicilio, fechada el 8 de enero de 1952, Jacobo Raijman propuso fomentar el turismo para el mejor aprovechamiento de muchas de las zonas con los mejores panoramas que no gozaban de la correcta difusión. La carta se iniciaba con un extenso preámbulo en el que Jacobo desplegaba apreciaciones y valoraciones sobre la obra del gobierno:

 

He leído en el diario “La Época” de la fecha que encabeza estas líneas un artículo que se titula “El gran movimiento turístico Nacional es una sólida conquista del justicialismo” y he sentido un gran placer al reconocer la gran verdad que encierra dicha inserción. Y digo placer, porque como me siento identificado con la política del general Perón y de su dignísima colaboradora y esposa señora Eva Perón, como humilde habitante de este país, reconozco todo lo hermoso de las realizaciones efectuadas en tan corto tiempo, de la transformación e impulso que se ha dado a la Nueva Argentina y lo mucho que espera al país aún […] y lo mucho y verdaderamente admirable realizado en el país, desde el corto tiempo que ha asumido el poder nuestro gran Presidente la nación general Juan Domingo Perón, y que nadie pueda negar, sólo el que no conozca lo inerte que estaba antes el país, o el mal patriota y peor ciudadano.[18]

 

La iniciativa estuvo inspirada en un artículo que el autor de la carta leyó en el diario La Época del mismo día titulado “El gran movimiento turístico Nacional es una sólida conquista del justicialismo”. La prensa tuvo un rol fundamental en el esquema de propagación de mensajes y discursos del peronismo, enriqueciendo el universo de sentidos de registro político y emocional.  El gobierno persiguió activamente la adquisición de diarios a través de la compra de editoriales. Hacia 1951, la empresa oficial Alea S.A, a través de la absorción de varias otras editoriales, comenzó la edición de los diarios Democracia, El Líder, La Época y El Laborista, entre otros periódicos regionales (Vázquez, 2010). El diario Democracia contó incluso con publicaciones semanales de Eva Perón desde 1948. En 1951 estos artículos fueron compilados y publicados nuevamente en “Escribe Eva Perón”. En uno de esos artículos, de título “Mensaje de gratitud a los descamisados” con motivo de un atentado contra la vida de Perón, la primera dama exponía que “junto con mi emoción y con mi gratitud hacia el pueblo por su identificación con el Líder, sentí en mis nervios y en mi corazón la emoción popular.

 

Yo te vi […] soldado por la adhesión y la conciencia de la justicia de nuestra causa […]como una gran coraza en derredor del Líder para grandeza de la Patria y felicidad de sus descamisados"

“junto con mi emoción y con mi gratitud hacia el pueblo por su identificación con el Líder, sentí en mis nervios y en mi corazón la emoción popular. […] Yo te vi […] soldado por la adhesión y la conciencia de la justicia de nuestra causa […]como una gran coraza en derredor del Líder para grandeza de la Patria y felicidad de sus descamisados”.[19]

 

La “emoción popular” en las palabras de Eva tiene lugar a partir de la identificación del pueblo con Perón. Raijman presentó al reconocimiento y valoración de la obra de gobierno como una situación que le generó placer porque se sentía identificado con la política peronista. La relación entre placer y felicidad es sin dudas muy relevante en este punto. Sara Ahmed establece que el placer no es una causa de las cosas buenas, sino que es la experiencia del placer la que clasifica y determina cómo, a lo largo del tiempo, las cosas se vuelven buenas (Ahmed, 2019). El placer de sentirse “identificado con la política del general Perón y de su dignísima colaboradora y esposa señora Eva Perón” fue descrito a partir de la acción que realizó el gobierno y la que todavía tiene por realizar. En este sentido, el emisor aludió al placer como algo recurrente, que fijó residencia en su horizonte de gustos y pareceres. Luego, volvió sobre la reafirmación de lo hecho:

Más, mi proyecto trata de partir de un punto inicial hasta su total desenvolvimiento como una necesidad nacional no en forma que impida los turismos que tan enérgicamente se desarrollan por la situación brillante en que se hallan los habitantes del país sino en miras de uniformar un sistema permanente y de incalculables beneficios para la nación.[20]

 

Raijman presentó su sugerencia desde el lugar de alguien que posee afecto y una voluntad noble fundada en su adhesión al gobierno. Además, dejó muy en claro que bajo ningún punto de vista menguaría en su lealtad al líder, y que comprendía perfectamente que podía estar equivocado, reafirmando de este modo la superposición irrefutable entre la conducción de Perón y la grandeza de la obra política del gobierno:

 

Pido humildemente mil perdones, si mi pensamiento es equivocado, pero sin insistir llamo la atención solo como autor y como gran admirador del peronismo y aseguro de antemano que aunque no se crea de interés mi proyecto igualmente seguiré siendo un incondicional admirador del peronismo y su Líder, igualmente siento una profunda emoción por la grande y generosa obra realizada y que realiza la Fundación Eva Perón que tan humanitariamente rige sus destinos la primera Dama Argentina; pero como autor y desinteresadamente, que conste así que aportar mi modesto granito para la grandeza de la Argentina.[21]

 

Raijman puso de manifiesto que su intervención tenía como raigambre principal su sentido de adhesión al gobierno, y las emociones que la obra de Perón y Eva le despertaron. El énfasis que puso en el contenido afectivo del petitorio expresó la vinculación entre el tradicional deber ciudadano, preocupado por lo público, y el marco emotivo como condición de validación de este deber. El cierre de la carta ilustró con mayor claridad este punto: 

 

Con esta carta, me permito dar por terminado mi deseo de hacer conocer mi humilde pensamiento, si sirve me sentiré feliz de haber aportado una idea útil; si no siento la tranquilidad de haber cumplido con un deber de una buena intención con la sociedad en que vivo con mi familia.[22]

 

En este caso, la posibilidad de intervenir a través de la convocatoria a través del canal epistolar se presentaba como un modo de ser feliz. 

En las cartas analizadas, se articuló una relación entre esa motivación por perpetuar una felicidad compartida, que se plasmaba en el deber de presentar la sugerencia y el deseo de estrechar distancias con el gobernante. Tanto Dieguez como Raijman expresaron en sus cartas que su anhelo era colaborar con el presidente para aumentar la felicidad del pueblo y que eso fue lo que los movilizó a enviar sus sugerencias. El motivo de felicidad no se depositó únicamente en la concreción de la obra, sino también en el evento de participar desde la elaboración de una idea y la elaboración de una propuesta. Los autores de las cartas presentadas expresaron que se conmovieron ante la posibilidad de formar parte de la obra y, por ende, de las condiciones de perpetuación de una felicidad para, en este caso, los demás miembros de su sociedad. Es imposible determinar si efectivamente los emisores se conmovieron, o se trató de una estrategia discursiva. Sin embargo, la construcción de la sugerencia epistolar ilustra sobre jerarquías, desplazamientos, anudamientos y reinterpretaciones en la enunciación del lenguaje que remite a un contexto socio-cultural. La de felicidad se mostró como una emoción valorada positivamente y que clasificó la experiencia identitaria y las expectativas políticas de los emisores. 

A partir de lo desarrollado, se identifican dos instancias del deber ciudadano en las epístolas. Por un lado, el hacer uso del canal proporcionado para expresar y visibilizar demandas no sólo en las ciudades, pueblos o provincias en donde los emisores residían, sino también en otras localidades, asociadas a diversas contingencias relacionadas con las experiencias personales de los autores de las cartas. En estas experiencias, se vislumbran vinculaciones desde lo emotivo: “resulta que pasé unas vacaciones muy felices en ese pueblo”. Por otro lado, el objeto de ese deber es la concreción de una Argentina en donde rigen los principios del justicialismo y la unidad social de los trabajadores. 

Así también lo expresó Bernardo Pretto, de Córdoba, en su carta enviada el 26 de diciembre de 1951. Bernardo proponía la creación de un Instituto Técnico de Sastre, “animado por los sentimientos de entendimiento y cooperación”. Lo mismo puede observarse en la carta que enviara Julián Rojo, de Capital Federal, el 19 de diciembre de 1951. La carta, elaborada con máquina de escribir y de gran extensión, presentaba un conjunto de observaciones sobre las Termas de Río Hondo, relacionadas con los más variados temas -población, densidad turística, energía, facilidades, hotelería, entretenimiento, caminos, obra del gobierno local y de los capitales privados y construcciones- que Julián había realizado como turista. En el cierre de la carta, Julián señalaba que su observación, “si tiene algún valor, será el de decir la verdad y me siento feliz por haberme dado la oportunidad de poner mi granito de arena.” 

El 13 de diciembre de 1951, Adela Giani de Basavilbaso, Entre Ríos, envió una carta manuscrita destinada al presidente de la nación Juan Domingo Perón con una propuesta que, del mismo modo que Dieguez, sugirió la construcción de un hotel de turismo en Federación:

 

Con el respeto que se merece: 

Quiero aportar a vuestro llamado con la siguiente proposición.

Soy entusiasta esposa de ferroviario y como tal me gusta mucho viajar. Así es como estoy conociendo a mi provincia principalmente las zonas balnearias. Hago notar a usted que ésta lo realiza desde que vuestra persona supo dignificar al obrero. Puedo asegurar a usted que Entre Ríos tiene una joya muy valiosa en la playa Federación […] pero ahí falta lo principal: un Hotel de Turismo y acaso no sería hermoso en esa zona una playa de vacaciones para los niños pues el Río Uruguay no ofrece un lecho sin obstáculos. Sus asientos de piedra hacen que no se presenten peligros de pozos y más aún en una extensión de 200 mts por 50 de ancho el agua apenas sube la cintura. Así que toda madre podría confiar a sus hijos sin pensar en el peligro.[23]

 

La emisora estableció[24] con claridad el gusto por viajar y añadió que la posibilidad de experimentarlo era fruto de la obra del peronismo. Ella se identificaba como la clase obrera -en su condición de esposa de ferroviario, en este caso- y señalaba la posibilidad de viajar como parte de su dignificación. Del mismo modo, cuando Raijman se describió como “humilde habitante de este país”,[25] también se presentó como peronista. Al poner en juego dicha condición, el emisor apeló a dejar en claro, por un lado, la identificación de los humildes y, por añadidura, de sí mismo, con el peronismo, y por otro, el vínculo estrecho que siente con Perón y Eva, esta última denominada como la abanderada de los humildes y los pobres. En este sentido, es posible ver allí una definición de felicidad asociada a la identidad peronista: la de la felicidad como deber cívico de extender el bienestar a otros muchos humildes. 

En la carta de Adela, aparece, además, la identificación del peronismo como la búsqueda del bienestar de otros:

 

A pesar de estar radicada en Basavilbaso no quiero que mi egoísmo me lleve al localismo, pues quizás haya otros que pidan para esta lo que yo hubiese mencionado, por este motivo me alejo de mi ciudad para ir a buscar el bienestar a muchos y ayudar así a que se cumpla “Los únicos privilegiados son los niños” Así toda madre podría confiar a sus hijos sin pensar en el peligro.[26]

 

Nuevamente, la vinculación entre el bienestar ajeno y la identificación como peronista puede establecerse: “me alejo de mi ciudad para ir a buscar el bienestar a muchos”. Cuando Adela escribió que se aleja de su ciudad, reafirmó su voluntad de cumplir un deber de colaborar para que sea posible perpetuar el bienestar de la mayoría, ubicándolo por encima del que tiene que ver con el propio, el cual es en este caso, el de su ciudad.

 

Las representaciones antagónicas de la felicidad

 

En otras cartas, las descripciones del malestar configuraron el eje del evento comunicativo. En el marco de estos discursos, los sentidos de la felicidad se construyeron a partir de la delimitación de antagonismos. Los relatos que se abordan en este apartado se encontraron signados por la decepción derivada de los problemas que aun persistían relacionados con los privilegios históricos, la pobreza estructural, la recreación “sana” de los niños y la desatención política. En este sentido, el malestar que fue desplegado en las cartas analizadas se vinculó con una desilusión producto de la percepción que tuvieron los emisores de una Argentina injusta, a pesar de sus virtudes, tanto naturales como de las que fue provista por la modernidad.  Si bien estas descripciones se realizaron en el marco de peticiones al gobierno, donde lógicamente estos señalamientos tuvieron el propósito de otorgar un direccionamiento a la carta, es posible vislumbrar cómo aparecieron sentidos de la felicidad a partir de que fueron articulados como los horizontes de modificación propuestos. En estas cartas, la felicidad se definía como una aspiración tendiente también al bien colectivo.

En la siguiente carta, escrita por el oficial albañil Francisco Javier Nardi de Rosario, Santa Fe, y fechada el 31 de enero de 1952, se articuló una petición al general Perón para la instalación de piletas en “cada plaza y parque”. La ambigüedad en referencia a la locación de las piletas le imprimió al petitorio un tinte romántico, como de utopía, pero también ilustró acerca de la imaginación del alcance transformador con el que concebían los trabajadores al peronismo y al llamado para intervenir en la confección del segundo plan quinquenal:

 

Excelentísimo Señor Presidente de la Nación, General Juan D. Perón. Aunque no lo considere precisamente un asunto de plan quinquenal, se aproveche de su generosa invitación, para poner en consideración de estudio y que podría servir de pauta y orientación para todas las comunas del país.

Hace mucho que está en mi mente y sobre mi corazón, la gran necesidad de que en cada plaza y parque haya una pileta con agua y otra con arena para los juegos infantiles. Es lamentable observar la falta de tales elementos tan valiosos para a niñez; solo los privilegiados pueden ir a las playas, gozan de tales elementos tan sabiamente puestos por Dios en tanta abundancia y que se convierte por obra del hombre en una cosa de lujo.[27]

 

El autor de la carta presentó su petición, definida como necesidad, a la manera de una inquietud que lo aqueja de diversas maneras. A partir de esto, Aníbal comenzó con la descripción de un faltante en la obra del gobierno, las piletas de agua y arena, y la inaccesibilidad a las playas, reservadas a los privilegiados, a quienes define como aquellos que tienen acceso a cosas de lujo. En la retórica del pedido de Nardi, la descripción de lo que el autor consideró una situación injusta tiene como objetivo acentuar la urgencia de su inquietud. Además, permitió vislumbrar algunos de los elementos que configuraron objetos de malestar para los peronistas. Los privilegiados, quienes acaparaban “elementos tan sabiamente puestos por Dios en tanta abundancia”, constituyeron un otro, un sector de la sociedad, que interrumpió e imposibilitó la utilización justa de las playas. 

La mención a Dios fue significativa en esta petición. Dios, figura del árbitro justo que dispone los medios para la recreación de los niños (en el caso específico de la carta) no contempló la configuración de estos elementos como cosas de lujo. En ese sentido, Nardi estableció la correlación entre una injusticia que también es antinatural -las playas como elementos de lujo- con la obra de los que obtienen privilegio de esta situación. La epístola continuó sobre estos puntos:

 

He visto, hace como un año en la aristocrática plaza del Congreso, que debe estar todavía si no la ha hecho sacar algún inspector avergonzado, un pequeño cuadrado de cantoneras de quebracho, con algo dentro que fue arena en años pasados y allí un niñito, escarbando con tiernos deditos y uñas aquel barro-arena y forma muy ufano su horno-torre: a su lado una madre conformándose con lo único que la rica y populosa ciudad de Buenos Aires ponía a su alcance de madre pobre.[28]

 

En este apartado de la carta, la narrativa adquirió un tinte dramático y con descripciones dickensianas. La “aristocrática plaza de Congreso” fue una expresión que reafirmó nuevamente la intención por parte del autor de acentuar las desigualdades que percibía, dotándolas esta vez de un espacio, un símbolo vinculado a la tradicional aristocracia que interrumpía la democratización de los privilegios, constituidos como tal a pesar de las voluntades divinas. 

La plaza de Congreso formó parte de un conjunto de escenarios asociados a los sectores sociales tradicionales. Ubicada en el barrio de Montserrat, en Buenos Aires, respondía a las planificaciones urbanas de finales del siglo XIX vinculadas a la corriente higienista. Estos espacios de la zona del microcentro porteño representaron para el movimiento peronista escenarios asociados con la oligarquía tradicional, el anti-peronismo y la elite letrada. 

La apreciación de Nardi tuvo una marcada intencionalidad: la plaza aristocrática como marco del relato en que se desenvolvieron sus personajes -la madre pobre y su hijo- imprimió el contraste necesario para la delimitación de la identificación de los humildes con el peronismo. En la teoría de Ernesto Laclau, la identidad se articula a partir de una situación en la que la presencia del Otro es lo que pone en tela de juicio la unidad de mi yo. Por lo tanto, “cada identidad se constituye a partir de un afuera que la pone en peligro y contra el cual es necesario luchar” (Gadea, 2008). En este sentido, el afuera constitutivo, inherente e inevitable a la configuración de la comunidad política peronista, fue reflejado en la carta de Aníbal en la imagen de la aristocrática plaza de Congreso, símbolo de los sectores privilegiados que mencionó como aquellos que impedían el disfrute de la playa para la mayoría.

La madre pobre y el niño que con sus tiernos deditos escarbaba el barro eran, por otro lado, los merecedores de la creación de piletas y areneros por todo el país. El lema “los únicos privilegiados son los niños” y sus enunciados vinculados a dicho principio aparecieron de manera recurrente tanto en el contenido de las cartas como en la literatura emanada desde el Estado y sus alcances, desde discursos del mismo Perón hasta libros de lectura de educación primaria. De acuerdo a lo que establece Girbal-Blacha, “la valoración política de la niñez en el peronismo se articula a partir de un discurso con un mensaje que se alimenta del contraste entre la “Nueva Argentina” y la “Argentina oligárquica” (Girbal-Blacha, 2014). El Estado peronista se atribuye, tanto en las mediaciones del sistema de poder como en sus decisiones estatales, “la responsabilidad de asegurar la mejora de las condiciones de vida de los niños, y por ende la felicidad, a quienes define como los trabajadores del mañana.”  Cuando la felicidad se promete sujeta a una condición -el Estado peronista-, la infelicidad es el costo de no satisfacer dicha condición. Nardi enmarcó su petición en la presentación de un escenario desigual:

 

Quien sabe, excelentísimo señor presidente, si colocando en abundancia, por todo el ámbito de este rico país que Dios nos ha dado, arena y agua para juegos infantiles, no sería una valiosa contribución para librarnos en buena parte, de falanges de amargados, descontentos, inadaptables y tal vez delincuentes infantiles.[29]

 

En este segmento de la carta, se puede observar la descripción de la situación antagónica a los deseos de Aníbal como escenario posible, de no intervenir el Estado prontamente. Es relevante remarcar que el emisor definió a los posibles delincuentes infantiles como “amargados y descontentos”. En este sentido, delimitó las condiciones de posibilidad de una infancia peligrosa, que deviene en delincuencia e inadaptabilidad civil, si no existen los medios necesarios para una vida feliz, con piletas y juegos en abundancia. 

Sobre este punto, Donna Guy (2017) establece que el deseo de un gran número de ciudadanos que utilizaban el canal de correspondencia con Perón y Eva era que el Estado convirtiera a sus hijos en ciudadanos dignos. En cartas que hacían referencia a la patria, afirma Guy, se percibía con claridad que formaba parte de la responsabilidad del Estado asegurarse de que los niños crecieran bien como trabajadores, soldados, y las niñas como futuras madres. 

Por ende, es posible articular una relación entre la desigualdad social, vinculada a los privilegios de los sectores tradicionales, la falta de determinadas condiciones de entretenimiento para los niños, que significa una infancia no feliz, y la delincuencia infantil, con un sentido de malestar en los escritores de las cartas peronistas. 

La siguiente carta fue enviada el 26 de diciembre de 1951 por la Asociación Amigos del Progreso de Viedma, Río Negro. Como muchas otras asociaciones, la de los Amigos del Progreso se formó al calor de la sociedad política del peronismo. Las cartas enviadas por sujetos organizados colectivamente muestran características que difieren de las de las epístolas particulares. Las peticiones solían ser redactadas con máquina, acompañadas de un sello o membrete distintivo de la asociación. En este caso en particular, los emisores escribieron a Perón abordando la problemática de la recreación infantil:

 

Con el pensamiento puesto en el lema “Los únicos privilegiados de nuestro país son los niños”, la asociación “Amigos del progreso de Viedma”, tiene el honor de dirigirse a V.S. en respuesta de su amable requerimiento del 3 del actual para someter a su elevado criterio la posibilidad de incluir en el Segundo Plan Quinquenal una obra que a no dudar será de grandes beneficios para la población escolar de nuestro territorio.

Se trata señor Presidente de instalar una colonia de vacaciones sobre la costa del atlántico en el balneario conocido por “El Condor”. Esta hermosa y extensa playa se halla situada a 35 km. de esta ciudad y la importancia que va adquiriendo lo demuestra el hecho de que las antiguas casillas de madera que ocupaban los pobladores de la zona van paulatinamente siendo reemplazadas por cómodas casas de material; se ha construido también un pequeño hotel al que llegan turistas de todos los puntos del país, enterados de la existencia de este tranquilo lugar de descanso. 

La obra cuya inclusión en el Segundo Plan Quinquenal solicitamos permitirá, turnándose convenientemente que la mayoría de la población escolar y pre-escolar de este extenso territorio (que calculamos alrededor de 15.000 niños) pueda concurrir a este punto a pasar las vacaciones con todas las delicias que significan para la niñez acercarse al mar.[30]

 

La propuesta fue presentada a partir de la cita al lema enunciado por el mismo Perón y sugirió la creación de colonias de vacaciones en el balneario “El Condor”. Las colonias infantiles se convirtieron, a partir de 1950, en una política clave para el esparcimiento y la justicia social para el Estado, con un plan de turismo infantil puesto en marcha en febrero de ese año. En la carta se describe el cambio de escenario material de “El Condor” que subrayó una vez más la contrastación entre una Argentina nueva que reemplaza “antiguas casillas de madera por cómodas casas de material”.

Una vez plasmada la petición, el siguiente pasaje ilustra la vinculación en las representaciones que se establecen entre el acceso de los niños a las vacaciones y a la recreación con el desarrollo de una infancia adecuada al “sistema de vida impuesto por el sano patriotismo de Perón y Eva”:

 

Las vacaciones así tomadas beneficiarán sin ninguna duda al estado espiritual como físico del niño creando en él desde temprana edad optimismo en el desarrollo de su vida; por otra parte esta verdadera obra social permitirá que nuestros “criollitos”, de tierra adentro, pobladores de lugares aún casi salvajes se acerquen a conocer el actual sistema de vida impuesto por el sano patriotismo de V.E y de su digna esposa, quien tanto hace por nuestros niños.[31]

 

Cuando los emisores presentaron los beneficios de la propuesta de creación de colonias de vacaciones, también destacaron elementos sobre los cuales todavía no había trabajado Perón. Específicamente, los “lugares aún casi salvajes” configuraron representaciones de lo que hay que cambiar y, por ende, de la injusticia que se debía revertir. En la carta, apareció la apreciación de un patriotismo sano que se vinculó en este caso con el desarrollo de una infancia con optimismo. Del mismo modo que en la epístola de Nardi, los miembros de Amigos del Progreso de Viedma articularon inquietudes vinculadas con la injusticia social con escenarios de malestar, en ambos casos en relación con las infancias. 

La siguiente misiva, enviada el 9 de septiembre de 1950, tuvo como remitentes a un grupo de habitantes de La Ramada, una villa turística ubicada en el extremo sur del circuito de Traslasierra. Este espacio, de muy baja densidad poblacional, presentaba además problemas recurrentes, que se perpetuaron incluso en años recientes, vinculados a la potabilidad del agua: 

 

Tantas veces hemos sido engañados por los políticos con las promesas reiteradas de todos ellos de darnos agua; porque perecemos hombres y animales.

¡Todo en vano! Ahora nuestra última esperanza es el presidente de los argentinos a quien miramos y respetamos como el padre justo y noble de todos; por eso nos dirigimos a V. E rogándole vuelva sus ojos hacia esta zona serrana del oeste de Córdoba y nos conceda algunas canalizadoras. Pedimos lo que es primordial necesidad para la vida. Leemos en los diarios la obra monumental del gobierno (¡hospitales, casas, escuelas, diques, etc., en todas partes y nosotros nada!) Somos argentinos, nuestros hijos tienen derecho a que en la patria de San Martin generosa y pródiga para todo el mundo, ellos tengan agua potable para beber y no lo hagan junto con los animales del mismo lugar contaminándose con sus miasmas. 

Lo que pedimos es justicia. Queda en manos del gran presidente, nuestro destino y la felicidad de nuestros hijos. 

Dios guarde a V.E por muchos años para bien de la patria.[32]

 

Aunque es posible vislumbrar en varios pasajes de la carta aclaraciones por parte de los que escriben sobre lo grandiosa y justa que es la obra del gobierno, la característica más destacada de esta petición fue la exaltación de las desilusiones, definidas como engaños, perpetuadas por la clase política como una constante. En este sentido, la petición por justicia, en la forma de agua potable, se reforzó por medio de la descripción de condiciones de vida que se presentaron análogas a las de los animales. La asociación entre el malestar y condiciones de vida descriptas como salvajes se volvió a expresar, del mismo modo que en la carta de los miembros de Amigos del Progreso de Viedma. 

Sumado a esto, se exaltaron las apelaciones al malestar de los niños, quienes no podían gozar de la generosidad de la patria, y la acción de encomendar los destinos de estos al presidente. La figura de Perón encarnó las condiciones de posibilidad, definidas en esta carta como la esperanza de contar con agua potable.

 

Conclusiones

 

Las cartas exploradas en este trabajo muestran algunas de las representaciones que los trabajadores tuvieron sobre la felicidad. En este sentido, dicha emoción se asoció a la instancia de intervenir en la realidad, tanto propia como -sobre todo- ajena. La felicidad se definía como deber cívico y su horizonte estaba vinculado al bienestar colectivo. El bienestar al que se aspiró contuvo enunciados provenientes del discurso de gobierno, principalmente, de la palabra de Perón, así como en las acciones efectuadas por el gobierno.  En las cartas puede observarse, además, que el hecho de participar de la obra de gobierno, de aportar con observaciones para perpetuar los principios de la doctrina peronista, era presentado como un motivo de felicidad personal. Por otro lado, a partir de las descripciones del malestar, los sentidos de felicidad aparecieron mediante una delimitación antagónica que remitió a un pasado infeliz. En ese marco, las representaciones de felicidad se enunciaron desde la delimitación de un afuera constitutivo, un exterior a la comunidad emocional que es condición misma de su existencia y organización.   

En este punto, es fundamental problematizar la distinción entre lo que los emisores sentían y lo que decían sentir. El análisis de los sujetos a través de su narrativa epistolar no supone de ningún modo la transparencia completa de una intencionalidad consciente. En este sentido, la subjetividad es un campo dinámico, siempre indefinido y en transformación. Los trazos de la misma que se analizan en las cartas forman parte de una urdimbre cultural, la cual es también constitutiva. Por tal motivo, el análisis nunca permanece exento de la intertextualidad. El lenguaje se articula en las concesiones, delimitaciones y exclusiones simbólicas configuradas por la realidad histórica. Sin embargo, la carta sí resulta reveladora de los repertorios emocionales y los estándares reguladores de enunciación de los sentimientos. Si bien no es posible develar la intimidad de una conciencia sentimental absolutamente verdadera, las epístolas contienen los trazos sobre los que se construyeron las representaciones de sí mismos que tuvieron sus escritores en un momento histórico determinado. El despliegue de palabras sobre la felicidad en las cartas permite vislumbrar acerca de las instancias y de las formas de gestión de esa emoción, en tanto es aludida en el marco de una estructura textual y de un contexto social, político y cultural.

 

 

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Recepción: 11/06/2024

Evaluado: 15/08/2024

Versión Final: 30/08/2024



(*)Magíster en Historia Socio-Cultural (UNR). Integrante del Laboratorio de Historia Política desde la Perspectiva Social y Cultural (HISPOL/SC) – ISHIR – CONICET. Correo: bastardjuanpablo@gmail.com ORCID: https://orcid.org/0009-0003-8031-0454

[1] Williams definió la “estructura de sentimiento” como “experiencias sociales en solución, a diferencia de otras formaciones semánticas sociales que han sido precipitadas y resultan más evidentes y más inmediatamente aprovechables”. En Williams, Raymond (1977).

[2] Perón, Juan D.: “Discurso de despedida de la Secretaría de Trabajo y Previsión”, 10/10/1945 en: https://archivoperonista.com/discursos

[3] Ibíd.

[4] Ibíd.

[5] Ibíd.

[6] Ibíd.

[7] Ibíd.

[8] Ibíd.

[9]Ibíd.

[10] Ibíd.

[11]Duarte, María Eva.: “Discurso por el día del trabajador”, 01/05/1951 en: https://archivoperonista.com/discursos

[12] “Mundo Peronista” 01/01/1951,  N° 12.

[13] La referencia a la gratificación se entiende en su definición como una reacción emocional placentera de felicidad en respuesta al cumplimiento de necesidades sociales como la afiliación, la socialización, la aprobación social y el reconocimiento mutuo.

[14] “Mundo Peronista” 01/01/1951,  N° 12.

[15] Archivo intermedio de la nación, Iniciativa 14278, Legajo 143.

[16] Ibíd.

[17]  Archivo intermedio de la nación, Iniciativa 11230, Legajo 374.

[18] Archivo intermedio de la nación, Iniciativa 15378, Legajo 143.

[19] “Escribe Eva Perón”, 1951, p. 32. (Artículo del Diario Democracia del 29 de Septiembre de 1948).

[20] Archivo intermedio de la nación, Iniciativa 15378, Legajo 143.

[21] Ibíd.

[22] Ibíd.

[23] Archivo intermedio de la nación, Iniciativa 13624, Legajo 271.

[24] Los objetos no solo encarnan buenas sensaciones, sino también la buena vida. El gusto es un rasgo adquirido a lo largo del tiempo. Para Bourdieu, el gusto es un tipo de orientación corporal muy específica que se organiza a partir de lo que ya ha sido caracterizado como bueno o un bien mayor. En Bourdieu, Pierre (1998), “La distinción. Criterios y bases sociales del gusto”, Madrid, Taurus, pp: 53-54.

[25] Archivo intermedio de la nación, Iniciativa 15378, Legajo 143.

[26] Archivo intermedio de la nación, Iniciativa 13624, Legajo 271.

[27] Archivo intermedio de la nación, Iniciativa 17492, Legajo 143.

[28] Ibíd.

[29] Archivo intermedio de la nación, Iniciativa 17492, Legajo 143.

[30] Archivo intermedio de la nación, Iniciativa 14670, Legajo 143.

[31] Ibíd.

[32] Archivo intermedio de la nación, Iniciativa 14, Legajo 461.